En Defensa de la Fe


Jesús está siendo nuevamente traicionado

Jesús está siendo nuevamente traicionado. Todos lo estamos traicionando.
 

Esta reflexión la escribimos el Viernes Santo de 2020, mientras el género humano, sin excepciones está sumergido en su “pasión”, por la pandemia del Covid-19.




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La Plaza del Vaticano vacía y la Basílica de San Pedro cerrada. El pretexto es la pandemia del Covid-19: Jesús está siendo nuevamente traicionadoLa Plaza del Vaticano vacía y la Basílica de San Pedro cerrada. El pretexto es la pandemia del Covid-19: Jesús está siendo nuevamente traicionado




Al recordar la Pasión de Jesús, la traición de Judas Iscariote, la negación de Pedro y el abandono por parte de sus amigos y seguidores, nos causa asombro que, en este mismo instante, Jesucristo está siendo traicionado de la misma manera, desde su círculo más íntimo (las jerarquías de la Iglesia que Él fundó), pasando por sus obispos, sacerdotes,  hasta llegar a los fieles.




La jerarquía eclesiástica está traicionando a Jesús

El Modernismo como corriente que se introdujo con fuerza en la Iglesia luego del Concilio Vaticano II, lleva ya 50 años socavando sus estructuras y fomentando la mayor crisis de valores de la sociedad occidental.


Ha desaparecido el sentido de pecado.


Y como acto culmen del Modernismo, se acaba de celebrar el Sínodo de la Amazonía en Roma. Durante el mismo, el Papa se atrevió a presidir ceremonias de adoración idolátrica a dioses paganos (la pachamama), en el propio Vaticano.


Ante esta aberración, Dios acaba de decir, ¡basta!


La aparición del Coronavirus en el mundo, ha coincidido precisamente con la finalización del Sínodo.


En la Iglesia, estamos viviendo tiempos de apostasía, de negación de Dios, de negarle el culto y la adoración que solo a Él es debido.


Por ejemplo, los templos están cerrados en muchos países, so pretexto de preservar la salud pública. Se prohíben las misas; no hay administración de sacramentos.


Mientras tanto, ¿por qué si se pueden mantener abiertos los supermercados, las farmacias (y hasta las clínicas dedicadas a la práctica del aborto)?


Se aduce que los fieles cuentan con Eucaristías virtuales (por televisión o a través del internet). Sin embargo, la pregunta que surge es obvia: ¿acaso la comida o las medicinas también pueden ser virtuales?


Esto es un reflejo, tanto de la banalización de la Eucaristía (como presencia real y verdadera de Jesús en la Hostia y en el Vino consagrados) como de la desacralización de la Misa.


Todo ello se constituye en pecados muy graves que se han venido cometiendo contra los tres primeros mandamientos de la Ley de Dios:


Veamos otro ejemplo de desacralización de la Misa: Hoy en día, el Día del Señor, se considera como un día de descanso civil. En muchos países, las iglesias están vacías durante la misa dominical. La desaparición del sentido del pecado ha llevado al fiel a perder el temor de Dios: no importa violar el mandato divino de santificar Su Día, Sus Fiestas, Su Nombre.




Jesús también es traicionado por el clero y por los fieles

Los sacerdotes y los fieles se convierten en cómplices de la traición a Jesús, a través de actos de banalización de la Eucaristía.


Veamos por qué:


El recibir al Señor en la Eucaristía se ha vuelto un acto sacrílego: se le recibe sin estar en estado de gracia; y se recibe además en la mano, cuando las únicas manos que están consagradas para tomar al Señor son las del sacerdote.


Ahora, qué decir de los atropellos que se cometen contra la presencia de Jesús en el Sagrario. Se pasa delante de Él sin ningún tipo de reverencia, como si no estuviese allí presente. Tal falta de reverencia viene muchas veces de parte de los sacerdotes y monaguillos y hasta de los mismos obispos.


Y qué decir de los feligreses. Estos también hacen caso omiso de Su Presencia Viva y Verdadera en el sagrario. Además, al interior de las iglesias se produce el absurdo de que más culto y adoración se le rinde a las imágenes de madera o a los cuadros (que son solo representaciones de lo sagrado) que al Señor de Señores presente en el Sagrario.





Todos nos hemos convertido en cómplices de la traición a Jesús luego del Concilio Vaticano II

¿Tiene validez el que después del Concilio Vaticano II se haya pasado de una misa donde el centro lo ocupaba el Señor (con el celebrante mirando en la misma dirección de los fieles, es decir hacia el altar) a una celebración antropocéntrica, donde el celebrante es ahora el centro de atención y, además, ¡el sagrario ha sido retirado del centro del altar y se ha desplazado a un costado!? ¡Nada menos que El sagrario!, ¡el lugar donde se encuentra Jesús Vivo y Verdadero!


Quiénes son los cómplices de esta traición a Jesús?


Ya dijimos que esta traición se origina en los participantes del Concilio Vaticano II, quienes permitieron la entrada de la llamada corriente Modernista a la Iglesia.


Ahora miremos quiénes son hoy en día los cómplices y  ejecutores de esta traición, la cual hemos denominado banalización, indiferencia, falta de fe en la presencia real y verdadera de Jesús en la Eucaristía:


Son por una parte los padres y madres de familia, que han contribuido a la mala formación de sus hijos en la fe; también son cómplices de esta traición los profesores de religión (si es que sobreviven hoy en día) y los catequistas; ellos son culpables de una deficiente preparación de los niños para recibir a Jesús por primera vez. Y estos niños, pobremente educados en la fe,  luego se transforman en adultos y se convierten en padres y madres de familia… así se perpetúa el círculo vicioso de deformación en la fe.

 

En esto de deformación en la fe, no pocos sacerdotes, contaminados por la apostasía del Modernismo, también se han convertido en cómplices de la traición a Jesús: no son capaces de infundir en sus fieles el amor por la Eucaristía y el respeto por encontrarse ante Su presencia. Los sacerdotes tampoco promueven suficientemente entre sus fieles, el debido comportamiento en el templo y la utilización del vestuario adecuado.




Sacerdotes y fieles traicionan a Jesús con confesiones sacrílegas

Cuando los sacerdotes no propician que sus fieles se confiesen con la preparación debida y estos, a su vez, se confiesan como si a Dios se le pudiese engañar, unos y otros están traicionando a Jesús.



Cuando el sacerdote propicia una confesión superficial o el fiel la realiza ocultando deliberadamente sus pecados, creyendo que la absolución “borra” esos pecados no confesos, se produce una confesión sacrílega y se traiciona a Jesús.




Los fieles traicionamos a Jesús

También a nivel personal, nosotros traicionamos a Jesús de muchas maneras Nos da pena hablar de Dios incluso al interior de nuestras familias. Y, ¿de qué otra forma? Con nuestro pecado, con nuestras transgresiones a la ley de Dios, a lo que Él nos pide.



El momento de gracia que Dios nos concede a pesar de nuestras traiciones

Este tiempo en el que el mundo ha disminuido su marcha (y en muchos lugares se ha incluso detenido) por causa de la pandemia del Covid-19, es un tiempo de gracia para que recapacitemos acerca de nuestras traiciones y reflexionemos sobre nuestro alejamiento del Plan de Dios para nuestras vidas.


Es tiempo de examinar nuestra conciencia.


Si no lo hacemos, habremos perdido la oportunidad; habremos dejado pasar el momento de obtener el fruto espiritual que Dios nos está poniendo a disposición con este llamado, llamado al arrepentimiento y a la enmienda de nuestras vidas.


Debemos orarle a Dios por el fin de la pandemia pero al mismo tiempo y con la misma intensidad para que nos ayude en nuestra conversión personal.


Dios, en Su Infinita Misericordia y que solo desea la Salvación de nuestras almas (para que disfrutemos con El de la Vida Eterna en el cielo), nos brinda esta oportunidad, nos da este momento para corregir el rumbo de nuestras vidas y que, de igual manera, el clero corrija el rumbo de la Iglesia.

¿Vamos entonces a aprovechar este tiempo de gracia que Dios nos da para rectificar nuestras vidas y preocuparnos por lo esencial: la salvación de nuestras almas?


O, por el contrario, ¿vamos a hacer oídos sordos a ese llamado tan claro que Dios nos hace?


¿Vamos a quedarnos sentados en nuestros sillones, esperando a que aparezca el “salvador” con la vacuna para el Covid-19, para que podamos “continuar nuestras vidas como si nada hubiese pasado”?


O, ¿Vamos a entender que este es un tiempo de gracia en el que Dios nos pide volvernos a Él, a través del Único y Verdadero Salvador, Nuestro Señor Jesucristo?










Jesús está siendo nuevamente traicionado, parte 2


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