En Defensa de la Fe


Segundo Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A)


La siguiente es la reflexión correspondiente al Segundo Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.

 



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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 19 de Enero.

 

Libro de Isaías 49,3.5-6.

Él me dijo: "Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: "Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra".

 

Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:

 

  • En el texto que leemos en esta primera lectura se identifica al pueblo de Israel como el servidor de Dios. Parece ser que el Israel mencionado aquí solo representa aquella pequeña comunidad creyente desterrada en Babilonia, pequeño grupo que mantiene viva la esperanza y la fe.

 

  • A través de ese grupo Dios quiere realizar una obra maravillosa: traer la salvación al pueblo de Israel, y a partir de él al mundo entero.

 

  • Pero este mensaje – dirigido inicialmente al pueblo de Israel – se aplicará a Jesús. Para los cristianos Jesús es ese Servidor elegido por Dios para ser “Luz de las naciones”, reafirmando con ello que ni Dios ni su acción pueden ser reducidos a los intereses de un pueblo particular.

 

A continuación, destaco algunos puntos claves sobre los que podemos meditar a partir de este texto:

 

Ø Tú eres mi Servidor: Esto que Dios dice (a través del profeta) al pueblo de Israel y que se aplica a Jesucristo puede (y debe) aplicarse también a cada discípulo de Jesús. Somos servidores de Dios y obreros en su proyecto. ¿Qué tan buenos servidores de Dios somos? ¿Tenemos claridad sobre su proyecto? ¿Cómo actualizamos este proyecto teniendo en cuenta las circunstancias y los contextos que son los nuestros?

 

Ø Por ti yo me glorificaré: Buscar la gloria de Dios. Esta fue la tarea que se le confió al pueblo: "Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". En esto consistió la vida de Jesús de Nazaret: “Yo te he glorificado en la tierra realizando la obra que me encomendaste” (Jn 17, 4). Esto es lo que el creyente cristiano debe procurar.

 

Ø Yo soy valioso a los ojos del Señor: Esto es lo que Dios declara permanentemente en la Biblia. Le dice al pueblo que es su elegido; le dice al Hijo que es su predilecto. Y a cada uno de nosotros nos dice que somos sus hijos adoptivos. ¡Qué importante es sentirnos amados, reconocidos y valorados por otros!

 

Ø Mi Dios ha sido mi fortaleza: La vida no es fácil para nadie. Tampoco lo es – por supuesto – el desarrollo fiel y coherente de nuestra(s) misión (misiones). Debemos enfrentar dificultades, situaciones agotadoras y duras, experiencias difíciles de sobrellevar… Sentimos que las fuerzas se nos agotan. ¿De dónde nos vendrá el auxilio? El salmista dice que el auxilio nos viene del Señor. Él debe ser nuestra fortaleza. Pero debemos acercarnos a él. Jesús lo expresó a sus discípulos diciéndoles: “Si Ustedes no permanecen en mí no pueden dar fruto” “separados de mí no pueden hacer nada” (Juan 15,5)

 

Ø Yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra: Pero, ¿puede un ciego guiar a otro ciego? Muy difícil. Podemos iluminar si tenemos luz. Por eso Jesús es la “Luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Juan1,9). Jesús puede iluminar porque es el lleno del Espíritu, porque sobre él reposa el Espíritu Santo: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.” El Espíritu habita y actúa en el cristiano…si él se lo permite; si él es dócil… Si el creyente se da verdaderamente cuenta de ser templo del Espíritu.

 


Carta I de San Pablo a los Corintios 1,1-3.

Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

 

Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:

 

  • San Pablo confirma la universalidad del Reino de Dios: el mensaje de salvación es para todos los que en cualquier lugar -y tiempo- invocan el nombre de Jesucristo.

 

  • Aunque Pablo escribió de manera particular a la comunidad cristiana de Corinito del s. I d.C., el mensaje desborda los límites de espacio y tiempo y se torna actual y válido para todos los creyentes cristianos de cualquier época, raza, condición y cultura. Incluso alcanza a toda la humanidad.

 

  • Pablo deja claro que hemos recibido la gracia de ser hijos de Dios, por medio de Jesús; hemos sido consagrados por Dios para realizar en nuestras vidas la “vocación a la santidad” y que debemos trabajar para hacer presente, en nuestro entorno el reino de Dios: hacer de este mundo un lugar más justo, solidario y fraterno.

 

  • “Los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos”: Es importante que meditemos acerca de lo que puede y debe ser esa santidad y de la manera como nos comprometemos con esta experiencia.




Evangelio según San Juan 1,29-34.

Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".

 

Te comparto algunas reflexiones acerca de esta lectura:

 

 

  • El evangelista Juan nos hace mención de una especie de referencia mesiánica que Juan (Bautista) hace de Jesús. Juan logra identificar quién es realmente Jesús. No lo llama por su nombre corriente (Jesús), sino que le atribuye un título que expresa toda la dimensión espiritual y teologal de la persona de Jesús: “Este es el Cordero de Dios”. ¿Sabemos reconocer la verdadera dimensión salvadora de Jesús? ¿Hemos aprendido a desarrollar nuestro sentido espiritual para reconocer su presencia y su acción?

 

  • El evangelio de Juan vuelve a insistir en la universalidad de la salvación de Dios por medio de la vida y misión de Jesús. Hay que abrir nuestra mente y nuestro corazón para comprender, aceptar y actuar entendiendo que Dios y su acción pasan por la Iglesia, pero la desbordan y pueden hacerse presente a través de otras realidades. La iglesia está al servicio del Reino de Dios pero no es el Reino.

 

  • Llama la atención la expresión “cordero de Dios”, que tiene una connotación claramente sacrificial y que nos conecta con la experiencia del éxodo (paso de Dios) y de la liberación (de la esclavitud del pueblo de Israel en Egipto, narrada en el Antiguo testamento). Desde la perspectiva cristiana sabemos que ya no se trata solo de la liberación socio-política sino de la liberación integral y profunda de todo el ser humano y de toda la humanidad. En este sentido san Pablo llegó a escribir: “Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manténganse firmes y no se dejen oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud” (Gálatas 5,1). La mayor esclavitud es el pecado.

 

  • A través del título Cordero de Dios aplicado a Jesús podemos comprender que lo que se quiere expresar es que este Jesús se sacrificó, se entregó obedientemente a la voluntad del Padre. Esa voluntad era la realización de la misión, que tiene como objetivo salvar a la humanidad de la muerte (del pecado).

 

  • La alusión al Espíritu en forma de paloma nos envía al relato del diluvio. Con ella se alude al fin de la inundación (muerte) y el comienzo de una nueva creación (vida): “La paloma vino al atardecer trayendo en el pico un ramo verde de olivo, por donde conoció Noé que habían disminuido las aguas de encima de la tierra”. (Génesis 8, 11). Aplicada esta imagen al relato lo que se nos quiere decir es que en y a través de Jesús, en quien reposa plenamente el Espíritu de Dios, se inicia una nueva creación. Por eso san Pablo dirá que todo aquel que recibe el Espíritu (los bautizados) es una nueva creación. ¿Tenemos conciencia de la acción creadora de Dios? ¿Asumimos la vida como obra creadora de Dios? ¿Tengo conciencia de ser templo del Espíritu y vivo de acuerdo a ello?

 

 

Terminemos orando con el...


Salmo 40(39).

Esperaba, esperaba al Señor,
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor,
Puso en mi boca un cántico nuevo,
de alabanza a nuestro Dios.
Muchos al verlo temerán y
pondrán su confianza en el Señor.

No quisiste sacrificios ni ofrendas
—lo dijiste y penetró en mis oídos—
no pediste holocaustos ni víctimas.

Entonces dije:
«Aquí estoy, de mi está escrito en el rollo del Libro.
He elegido, mi Dios, hacer tu voluntad,
y tu Ley está en el fondo de mi ser».

Publiqué tu camino en la gran asamblea,
no me callé, Señor, tú bien lo sabes.

 

 

Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:

 

Dios Padre, que eres la luz que ilumina a la humanidad entera, te pedimos hagas de nosotros testigos auténticos de tu amor, dispuestos a irradiar la luz de tu Espíritu y poder ser así luz allí donde vivimos. Ilumínanos con tu sabiduría para que sepamos contemplarte presente en todo lo bueno, noble y verdadero. Amén.

 

 

¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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