En Defensa de la Fe


Domingo 32 del Tiempo Ordinario Ciclo B

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 32 del  Tiempo Ordinario Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 8 de Noviembre.




Dar culto a Dios es una cuestión fundamental para el cristiano.  Sin embargo, es necesario tener una idea clara sobre lo que esta experiencia significa, pues muchas veces el culto queda reducido al ámbito de la liturgia (ese es el culto litúrgico), pero no logra llegar a la vida (ese es el culto existencial). La dimensión litúrgica y la existencial deben ir juntas. En la perspectiva bíblica, el culto a Dios cobija toda la existencia y no solamente los ritos de la liturgia. Más aún, desligada de la vida, la liturgia queda vacía de su verdadero sentido.

 

En realidad, desde la comprensión cristiana, Dios no está muy interesado  en grandes celebraciones litúrgicas, sino en la vivencia del amor, que se hace concreto en la práctica de la justicia, de la misericordia, de la solidaridad, de la caridad. Podemos celebrar liturgias espectaculares (por ejemplo, misas fastuosas), pero si ellas no están ligadas a compromisos vitales, a opciones de vida, a proyectos existenciales constructivos, entonces son simplemente liturgias vacías.

 

En esta perspectiva debemos comprender la propuesta de las lecturas de este domingo: Una mujer pobre que es capaz de solidarizarse con el profeta de Dios. De esta manera dio culto a Dios.  La lectura del libro de los Reyes nos está diciendo que la solidaridad es una verdadera acción de adoración, de culto a Dios, que la solidaridad es una experiencia generadora de vida, de vínculos creadores, de tejido humano fraterno.

 

En el Evangelio, una mujer viuda, que es capaz de ofrecer aquello de lo que necesita para subsistir, es puesta por Jesús como ejemplo, en contraposición a aquellas autoridades religiosas que sólo quieren ocupar los primeros puestos, ser reconocidos públicamente, que se les rinda pleitesía y que – a pesar de tanta liturgia celebrada - no son capaces de dar.  Las lecturas nos dicen varias cosas:

 

  • 1.Que debemos ser cuidadosos cuando damos. ¿Qué damos? ¿Por qué lo damos? ¿Qué buscamos al dar? ¿El bien del otro o nuestro beneficio?  ¿Qué actitudes acompañan nuestra acción de dar?

 

  • 2.Que el verdadero don no consiste tanto en el valor de aquello material que entregamos, sino en la calidad de nuestra confianza en Dios y en la actitud de amor y solidaridad hacia el prójimo que se va a beneficiar con lo que damos. En eso radica la auténtica pobreza espiritual.

 

Jesús es el modelo pleno y perfecto del culto a Dios. Su culto consistió en una entrega amorosa, fiel, decidida, constante y total a Dios Padre, a la misión que Él le encomendó y al prójimo con el que compartió su vida. Jesús dio culto a Dios amando hasta el extremo, entregando su vida por el bien de los demás. Pasó haciendo el bien, dice Lucas, en el libro de Hechos de los Apóstoles. Podemos percibir, desde Jesús, la relación estrecha entre culto a Dios y donación de sí al prójimo.




1 Reyes 17, 10-16

La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías

 

En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba." Mientras iba a buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan." Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos." Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra"." Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.

 

 

Algunas reflexiones

 

En los dos libros de los Reyes que existen en el Antiguo testamento encontramos un conjunto de tradiciones ligadas a la vida del profeta Elías. El nombre de Elías es ya muy significativo, significa “Mi Dios es el Señor”. Se trata no sólo de un nombre, sino de un proyecto de vida, de una confesión de fe, de un compromiso de alianza entre el hombre y Dios.

 

Este profeta desarrolló su misión en el Reino del Norte (es decir Israel), durante el siglo IX a. C.  Fue un tiempo en que la fe Yavista (que es la fe del antiguo pueblo de Israel) se encontraba en peligro por la presencia y la expansión (en el país) de cultos a diversos dioses extranjeros (los “cultos paganos”), especialmente el culto a Baal.

 

En este contexto, Elías insistió al pueblo en la necesidad de mantenerse fiel a Yahvé y a la alianza que Dios había hecho con el pueblo. Se trataba de una alianza de vida.  Por este trabajo Elías pasó a ser considerado en la tradición veterotestamentaria  como el gran defensor de la fidelidad a Dios y a la alianza pactada con Él.  Recordemos que estas experiencias de mezclas religiosas han acontecido desde tiempos inmemoriales. Acontecen, generalmente, cuando una sociedad (en este caso el antiguo pueblo de Israel) se abre al contacto con otros pueblos.

 

Elías desarrolló su misión durante los reinados de los reyes Acab y Ocozías. El primero de ellos se destacó – según la tradición bíblica – por su infidelidad a Dios, por su falta de escrúpulos, por sus abusos de poder y por su matrimonio con la reina Jezabel (peor que él).

 

Como consecuencia de su misión, Elías fue perseguido. Vale la pena (con el fin de ampliar nuestra visión) leer e interpretar adecuadamente dos textos interesantes:

 

a)   1º Reyes 18: Leerlo evitando sentirnos autorizados (después de su lectura) para acabar con todos aquellos que son diferentes, que no profesan nuestra fe y que han tomado otras opciones de vida. De hecho esta narración refleja la confrontación que, en aquella época, hubo entre los fieles de Yahvé y las influencias religiosas provenientes de los otros pueblos.

 

b)   1º Reyes 21: que es una narración interesante, centrada en el problema de la justicia social delante de los abusos cometidos por las autoridades políticas. La fe tiene consecuencias sociales.   

 

El texto que estamos meditando nos habla de una fuerte sequía que afectó a la población (1 Reyes 17). Esta sequía obligó al profeta Elías a viajar hacia la ciudad de Sarepta, una pequeña ciudad de la costa fenicia.

 

Algunos aspectos claves que pueden ayudarnos a meditar a partir de este texto:

 

1.   Aprender a compartir aún desde nuestra propia pobreza.

 

2.   Comprender que la solidaridad es una de las claves para la transformación social.

 

3.   Evaluar la calidad de nuestra confianza en Dios, entendiendo que esta confianza (fe) no substituye nuestro esfuerzo personal y/o colectivo.

 

4.   Identificar los beneficiarios de lo que sucede en el relato. Allí son el profeta, la mujer (viuda) y el niño (huérfano).  Ellos representan en la Biblia a los pobres, a los necesitados. ¿Cuál es el lugar de los pobres en los proyectos sociales, políticos, económicos de nuestra sociedad? ¿Cuál es el lugar de los pobres en la misión de la Iglesia?

  

5.   El relato nos muestra que cuando alguien es capaz de compartir, superando su egoísmo, los dones de Dios llegan a todos y hasta sobran. ¿No cuestiona todo esto nuestra tendencia a acaparar? La generosidad no empobrece, sino que es generadora de formas de vida nueva.




Hebreos 9, 24-28

Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

 

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres - imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, Él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

  

 

Algunas reflexiones

 

Continuamos haciendo la lectura de la Carta a los Hebreos.  En ella Cristo es presentado como el Sumo Sacerdote por excelencia. No en la línea del sacerdocio levítico (tal como era entendido por la religión judaica), sino en la línea de un sacerdocio nuevo, eterno, perfecto en el amor, en el cual tanto el que ofrece como lo ofrecido son una misma realidad.

 

En el texto propuesto para este domingo el autor explica en qué consiste esa perfección sacerdotal de Jesucristo y las consecuencias que esto tiene para la vida del creyente cristiano.

 

  • Cristo no se limita a entrar en un santuario material (un templo, una capilla, por ejemplo), sino que entró en la humanidad (por eso  se habla de la encarnación) y entró definitivamente en el ámbito de Dios, en el cielo (por eso se habla de glorificación).

 

  • La donación que hace Jesús está puesta totalmente al servicio del ser humano, de toda la humanidad. Jesús no vive para sí mismo sino para los demás (por eso se habla de proexistencia).

 

  • La misión realizada por Jesucristo tuvo como objetivo destruir el pecado, que deforma el corazón humano (por eso se habla de rescate, de reconciliación, de justificación).

 

  • Este Cristo que se ha entregado, que ha resucitado y que ha entrado a la comunión plena con Dios Padre (por eso se habla de cielo) volverá (por eso se habla de Parusía), al final de los tiempos.

  

Algunos aspectos que pueden ayudarnos a meditar a partir de este texto:

 

1.    Entrar en la humanidad es asumir la condición humana. No podemos vivir una vida auténticamente humana sin asumir lo que somos y lo que estamos llamados a ser.

 

2.   Hay una relación estrecha entre entrar en el cielo (el ámbito de Dios) y la donación de sí mismo. El cielo está ligado a aquello que vivimos y lo que hacemos de nuestra vida terrena.

 

3.   La destrucción del pecado y la superación del mal son tarea ineludible para el seguidor de Jesús. Pero es necesario purificar la idea que nos hacemos del pecado (con esta categoría se justificaron muchas “cacerías de brujas”).

 

4.   Jesucristo es el Sumo Sacerdote de la nueva alianza. Es importante avivar la conciencia de esta alianza que Dios ha hecho con la humanidad a través de Jesucristo.

 

La idea de que Cristo nos liberó del pecado con su sacrificio es la idea central de este texto.  Si Cristo vino al mundo  para liberar al ser humano de las cadenas del egoísmo (que es la raíz de todo pecado), entonces lo que está en juego es la posibilidad de vivir un proceso serio de conversión (de transformación radical).  ¿Está nuestra experiencia espiritual contribuyendo a esta transformación de la mente, del corazón, de las actitudes, del estilo de vida?



Marcos 12, 38-44

Esa pobre viuda ha echado más que nadie.

 

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "¡Cuidado con los Escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa." Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir."

 

 

Algunas reflexiones

 

El texto nos sitúa en Jerusalén, algunos días antes de la pasión de Jesús. La polémica de Jesús con los representantes oficiales del Judaísmo se ha hecho más aguda.  La vida de Jesús corre peligro. Es una vida en peligro por causa de su opción y de su compromiso con la humanidad.

 

Lo que queda claro es que el proyecto de Jesús (y su manera de comprender el Reino de Dios) es incompatible con la visión religiosa de los líderes judíos de la época, con sus actitudes (buscan los primeros puestos, usan su investidura para beneficio propio, les gusta dominar a los pequeños, no tienen compasión de los pecadores, se creen dueños de la salvación de Dios, etc.). ¿Qué observamos en los líderes religiosos y políticos de hoy?

 

Jesús continua afirmando que los líderes de la comunidad judía han transformado la religión de Moisés en una propuesta vacía de sentido y estéril (no es capaz de transformar verdaderamente al ser humano). Por eso – en su momento – compara a la comunidad judía con una higuera seca, con una planta en la cual el dueño (Dios) no encuentra el fruto esperado (Mc 11,12-14.20-26).

 

Jesús ha denunciado que hasta el templo fue transformado en un espacio de negocio religioso y en un escenario de liturgias pomposas pero vacías. Ya no era el lugar de encuentro con Dios ni el lugar donde los pobres podían encontrar ayuda.

 

El texto de hoy se ubica en este contexto de confrontación de Jesús con las autoridades judías. Entendemos por qué en él se contraponen las actitudes de los representantes de las autoridades judías a la actitud de la mujer viuda que, desde su pobreza, es capaz de entregar incluso aquello que le es necesario para subsistir. Según Jesús esta mujer encarna el espíritu de fe en Dios que aquellas autoridades judías deberían tener y no tienen.

 

Algunos puntos que pueden ayudarnos en la reflexión de este texto:

 

1.   Jesús llama la atención sobre las actitudes y comportamientos concretos de las personas (las autoridades judías y la mujer). Es muy necesario examinar y evaluar (usando los criterios de Jesús) nuestros propios comportamientos y actitudes.

 

2.   No basta con ser doctor de la ley, con sabérsela de memoria. Hay que pasar a la conversión y a la vivencia de esta ley. Una cosa es ser letrado y otra ser coherente en el amor. Dios está más interesado en nuestra coherencia que en la cantidad de títulos que las personas puedan tener.

 

3.   Las apariencias nos hacen ciegos. Vivimos en el mundo de la apariencia, de la imagen, pero esto es peligroso. Jesús es capaz de desmontar las apariencias y de llegar al fondo de la persona: a su conciencia, a su corazón. Pidamos a Dios la gracia de no vivir de la apariencia, sino de ir al fondo de las cosas, al fondo de nuestro propio ser.

 

4.   Hay un llamado a la humildad. Mientras que las autoridades religiosas judías (de las que se habla en el Evangelio) se presentan orgullosas, altivas, autosuficientes y seguras, Jesús subraya la actitud de la mujer viuda que entra al templo: su humildad, su confianza en Dios, su desprendimiento, su generosidad. Podemos – sin duda – trabajar en nosotros estas características.

 

5.   ¿Cuál es, pues, el verdadero culto que Dios espera de nosotros? Dios espera que los gestos que hacemos en la liturgia se traduzcan en amor en la vida cotidiana, en la convivencia con los demás. ¿Somos conscientes de esto?  

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 145 (144)

Alaba, alma mía, al Señor

 

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos. R.

 

El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos, / el Señor guarda a los peregrinos. R.

 

Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad. R.



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