En Defensa de la Fe


Domingo 28 del Tiempo Ordinario Ciclo B

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 28 del  Tiempo Ordinario Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 11 de Octubre.



Sabiduría 7, 7-11

En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza

 

Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.

 

 

Algunas reflexiones

 

El libro de la Sabiduría es el más reciente de los libros del Antiguo Testamento. Apareció durante el siglo I a.C. El autor de este libro fue un judío de lengua griega, probablemente nacido en la diáspora judía (en Alejandría o cerca de ella).Usando una cosmovisión de tipo helenista, el autor hace un elogio de la sabiduría, entendida como la capacidad de convivir con los otros en el amor, fundamentados en la experiencia de comunión con Dios.

 

Como trasfondo de este libro está el peligro de idolatría difundida en el ambiente en que se encuentran estas comunidades judías de la dispersión. Además, en este ambiente helénico algunas de estas comunidades judías están siendo hostilizadas y se les quiere imponer la cultura del imperio. Este clima de persecución se extendió por muchos años (entre el 106 y el 52 a.C., durante el reinado de los Ptolomeos. En este contexto, los sabios de Israel intentan defender su fe religiosa en medio de una cultura helénica poderosa y agresiva. Estos sabios buscan defender sus valores y su cultura y, además, motivar a los creyentes judíos a redescubrir y reavivar su fe, ligada a Abraham, Isaac y Jacob.

 

Estos sabios insisten en que sólo Dios puede dar la verdadera sabiduría (esto es lo que encontramos hoy – de manera explícita – en la primera lectura). Se destacan en esta lectura 3 momentos que pueden servirnos para nuestra meditación:

 

  • 1.Buscar la sabiduría con pasión,


  • 2.Valorar la sabiduría como fundamento de la vida, asumiendo que ella es más importante que cualquier tipo de riqueza material,


  • 3.Aprender a pedir a Dios la sabiduría.

 

Es importante tener en cuenta que la sabiduría de la que habla el libro es fundamentalmente la capacidad para hacer elecciones correctas apoyándose en los verdaderos valores. Sin embargo, la insistencia de los sabios está en que a esta sabiduría sólo se llega en y por la relación con Dios. Si la fuente de la sabiduría es Dios, entonces, para adquirirla es necesario prestar oídos para escuchar su voz y un corazón dispuesto para obedecer con inteligencia espiritual lo que Él propone.

 

En el libro aparece este trozo en el que se hace el ELOGIO DE LA SABIDURÍA. Generalmente se le atribuye a Salomón este libro. Hoy sabemos que esta atribución es un recurso de tipo literario (llamado pseudonimia) usado en la antigüedad. Usando este recurso literario se buscaba de darle al texto autoridad atribuyéndolo a un personaje importante (en este caso, el rey Salomón).  De hecho, si el libro fue escrito en el siglo I a.C., y Salomón vivió en el siglo X antes de Cristo, es impensable que él haya sido su autor. Sabemos que el libro fue escrito por un judío de la diáspora, posiblemente en Alejandría.  

 

En síntesis:

 

  • 1) El texto nos invita a adquirir la verdadera sabiduría, que es un don de Dios;


  • 2) Las cosas son pasajeras y la realización del ser humano no puede depender de ellas;


  • 3) En la biblia, el verdadero sabio es aquel que sabe escuchar y obedecer de manera inteligente las propuestas de Dios.

 

Algunos aspectos que pueden contribuir a la meditación de este texto son:

 

  • 1.     Hacer un autoexamen para revisar los valores que orientan la propia vida,


  • 2.     Educarnos para desear, valorar y pedir a Dios la sabiduría,


  • 3.     Diferenciar sabiduría de conocimiento,


  • 4.     Ejercitarnos en la práctica del discernimiento,


  • 5.     Dar a los bienes materiales el justo valor y aprender a administrarlos, sin olvidar nuestra solidaridad con los necesitados.



Hebreos 4, 12-13

La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón

 

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

 

 

Algunas reflexiones

 

Recordemos que la carta a los Hebreos es, en realidad, un sermón destinado a algunas comunidades cristianas que pasaban por una etapa de crisis en su fe: desánimo, superficialidad, seducción de otras doctrinas. El autor procura – con su escrito – estimular la vivencia de la fe cristiana y la búsqueda de mayor coherencia. Para eso, el autor les presenta la persona de Jesucristo, bajo la perspectiva del sacerdocio: Él es el Verdadero, Sumo y Eterno Sacerdote de Dios, que supera el sacerdocio del Antiguo Testamento (es decir, el sacerdocio judío).  La misión de este sacerdote Jesús es conducir a los creyentes a una relación viva con Dios (Padre) y fortalecer así tanto la comunión con Dios como la coherencia de vida de los seguidores de Jesús.

 

El autor recuerda a los cristianos que son un pueblo sacerdotal, en el sentido del sacerdocio de Jesús, es decir, un sacerdocio basado en la misericordia, la solidaridad, la obediencia a Dios y la entrega total de la vida por la salvación (no sólo la propia sino la de toda la humanidad).  

 

En el texto propuesto para este domingo, el autor de este sermón presenta a Jesús como el sacerdote fiel, misericordioso y poderoso que Dios envió al mundo para transformar los corazones humanos y para conducir a la humanidad allí donde nadie ha entrado (los dominios de Dios, el cielo). 

 

Lo que se le pide a los seguidores de Jesús es que crean en Él, que escuchen su PALABRA, que interioricen su testimonio de vida y que lleguen a actitudes y gestos concretos de amor (servicio, solidaridad, respeto hacia los otros, etc.). Notemos, en el texto propuesto, la insistencia en la PALABRA de Dios. En perspectiva cristiana esa PALABRA es la persona de Jesucristo y su enseñanza. Para los creyentes cristianos Dios habló de manera plena en la persona de Jesús, por eso este Jesús es reconocido como el Mesías (enviado) y Cristo (ungido) de Dios.

 

En un segundo nivel, la Palabra es el contenido de la enseñanza de Jesucristo (porque pasó por este mundo y su enseñanza tiene unos acentos y unas particularidades especiales).

 

En un tercer momento la Palabra es el conjunto de los escritos de la Biblia, que recogen la experiencia espiritual del antiguo pueblo de Israel y la enseñanza de la comunidad cristiana del primer siglo sobre Jesucristo y sobre la Iglesia. Hay que tener claridad sobre estos 3 niveles en torno a lo que entendemos por PALABRA DE DIOS.

 

En síntesis, la segunda lectura:

 

  • Articula la sabiduría con la experiencia de escucha, de interiorización y práctica de la Palabra de Dios.


  • Nos invita a comprender la Palabra de Dios como una experiencia viva que nos permite (nos da herramientas para) vivir en plenitud.


  • Insiste en el corazón, entendido como el lugar donde se define la propuesta de sabiduría y de salvación. 

 

Algunos puntos claves que pueden ayudarnos a meditar con provecho este texto son:

 

  • 1.¿Cuál es el valor que damos a la Palabra de Dios y a nuestra propia palabra?


  • 2.Si me identifico como creyente cristiano, ¿me preocupo por leer, meditar, orar y estudiar la Biblia?


  • 3.¿Cuál es el impacto que ha provocado en mí la escucha diaria (y/o dominical) de la Palabra de Dios?


  • 4.Si la Palabra de Dios modela (forma) los corazones, ¿qué puedo decir de mi corazón?



Marcos 10, 17 - 30

Vende lo que tienes y sígueme.

 

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús se les quedo mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo." Pedro se puso a decirle: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna."

 

 

Algunas reflexiones

 

Encontramos, este domingo, a Jesús caminando hacia la ciudad de Jericó. Se trata de la última etapa de su viaje hacia la capital de su país (Jerusalén).  Recordemos que no se trata simplemente de un itinerario geográfico, sino de una experiencia de transformación existencial/espiritual que Jesús está haciendo con sus discípulos (especialmente con el grupo apostólico).

 

Esta vez un hombre que se aproxima a Jesús y le formula una pregunta fundamental para cualquier creyente: ¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Se trata, entonces, de las condiciones para entrar en la vida eterna. No olvidemos que la expresión VIDA ETERNA es un concepto teológico.

 

Jesús aprovecha esta oportunidad para formar a sus discípulos acerca de la incompatibilidad entre el Reino de Dios y el apego a las riquezas.  Notemos que el problema no está en las riquezas en sí mismas, sino en el apego a ellas, en la incapacidad de compartir, de depender de ellas, en la relación pervertida y esclavizante que podemos llegar a tener con ellas.  De hecho, en la perspectiva bíblica, la reflexión teológica no se centra en las riquezas sino en la relación que la persona establece con ellas.  Esta relación revelará si la persona confía más en ellas que en Dios o si – de manera consciente – Dios ocupa, en la vida de la persona, el primer lugar. La enseñanza de Jesús es clara: las riquezas materiales así como llegan se van. Por eso el ser humano no debe poner en ellas su felicidad.

 

Los bienes materiales son bendición si:

 

  • 1) son bien adquiridos,


  • 2) son usados razonablemente para satisfacer las necesidades vitales


  • 3) son usados solidariamente para socorrer al prójimo necesitado.  Hay en todo esto una pedagogía interesante en relación con los bienes materiales.

 

El narrador nos dice que este hombre se acerca y se arrodilla delante de Jesús. En la biblia, arrodillarse y postrarse son actos de respeto, de reverencia, de reconocimiento.  A diferencia de algunos fariseos y escribas (que buscan ponerle trampas a Jesús), el hombre de nuestro relato no tiene segunda intención. Es un hombre limpio, honesto. Pregunta porque quiere saber y no está buscando hacer mal. Hay en todo esto una intención clara del evangelista: afirmar que Jesús es el Maestro, el Señor, el Mesías, el Salvador… ante Él bien vale la pena arrodillarse (es alguien en quien el ser humano encuentra una grandeza auténtica). ¿Qué he descubierto yo en la persona de Jesús?

 

La pregunta aborda el tema de la vida eterna. ¿Qué es la vida eterna? En el Antiguo testamento, la idea de la vida eterna aparece, por primera vez, en el libro de Daniel (Dn 12,2) y es retomada por otros autores en textos posteriores. Para algunos teólogos de la época del Judaísmo helenístico, la vida eterna era la posibilidad de salir del sheol o de no entrar en él. Recordemos que el sheol es el lugar a donde van a parar los muertos. Un lugar de letargo. Según la teología del Antiguo testamento, los justos, es decir aquellos que permanecen fieles a Dios y a la Ley (Mosaica) resucitarán a una vida nueva (que sólo Dios puede dar). Esta idea la encontramos ya en el 2º libro de los Macabeos 7 (la lectura de este capítulo puede ayudarnos a comprender la reflexión teológica sobre la resurrección).   La vida eterna está asociada a la idea de INMORTALIDAD. Encontramos esta idea de inmortalidad en el libro de la Sabiduría (que meditamos en la primera lectura): Sab 3,4; 15,3.

 

A la base de la pregunta hay una inquietud profunda, un deseo radical, una preocupación humana fundamental: ¿Qué es la vida humana? ¿Hay – después de esta vida terrena –otra vida? Si la hay ¿Cómo es? ¿Puedo aspirar a una vida que no esté amenazada y sujeta a desaparecer? ¿Cuál es, entonces, el sentido de esta existencia? Y, si hay una vida, después de esta vida terrena ¿cómo llegar a ella? ¿Qué debo hacer?

 

Jesús convida a su interlocutor (y a través de él a todos nosotros) a descubrir un nuevo horizonte: el horizonte del desprendimiento de las cosas materiales, de la confianza plena en Dios, de la sensibilidad hacia el otro, de la solidaridad hacia el necesitado.  Por eso los pobres aparecen con toda nitidez. Jesús nos plantea una experiencia aún más exigente que el cumplimiento estricto de la Ley Mosaica.

 

Pero este hombre no está todavía preparado para dar este nuevo y gran salto (quizá nosotros tampoco).  Es un hombre piadoso, íntegro, honesto, pero aún le falta algo… está incompleto. Todos nosotros lo estamos. Somos y estamos en un permanente proceso de crecimiento, de maduración, de descubrimiento, de aprendizaje. Somos seres inacabados, inconclusos. Siempre hay algo por aprender, algo por cambiar, algo por soltar.

 

Una cosa queda clara: El Reino de Dios es incompatible con el egoísmo, con el aislamiento y con la lógica del tener por encima del ser.

 

Algunos aspectos que pueden orientar nuestra meditación:

 

  • 1.La cuestión de la vida eterna está ligada a la manera de vivir esta vida en la tierra. Por eso es importante asumir los valores del Reino de Dios y construir la vida basados en ellos.


  • 2.Desde el punto de vista teológico cristiano, la vida eterna pide esfuerzo por parte del creyente, pero esto no significa que ella sea algo que el ser humano pueda conquistar por su propio esfuerzo. La vida eterna es, ante todo, un don de Dios.


  • 3.Cuando hablamos de la vida eterna no estamos hablando sólo de una vida después de la muerte, sino de una vida (ya aquí) llena de calidad, una vida que lleva al ser humano a su realización en el amor; una vida jalonada por el respeto, la justicia, la verdad, el servicio. Esta vida debe comenzar ya, en nuestro aquí y ahora.


  • 4.Cada día estamos llamados a renovar nuestra fe  y a ser coherentes con ella a través de nuestras opciones cotidianas… la gran opción de la vida, SER SANTO, se teje con opciones pequeñas, cotidianas.


  • 5.En la lógica de Jesús, la vida eterna pasa por la adhesión al Reino de Dios, es decir a su presencia amorosa, a su acción transformadora.


  • 6.La vida de consumo parece decirnos que la verdadera vida está en la acumulación, en el gastar, en el éxito, en el prestigio, en el precio económico de lo que nos ponemos, de lo que usamos, de los que nos rodea. Pero el texto de hoy nos dice que todo eso es efímero, que esta manera de pensar es, simplemente, un modo de vivir. Hay otra manera de vivir, otros criterios.  

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 89

Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría.

 

Enséñanos a calcular nuestros años, / para que adquiramos un corazón sensato. / Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? / Ten compasión de tus siervos. R.

 

Por la mañana sácianos de tu misericordia, / y toda nuestra vida será alegría y júbilo. / Danos alegría, por los días en que nos afligiste, / por los años en que sufrimos desdichas. R.

 

Que tus siervos vean tu acción, / y sus hijos tu gloria. / Baje a nosotros la bondad del Señor / y haga prosperas la obras de nuestras manos. R.




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