En Defensa de la Fe


Domingo 27 del Tiempo Ordinario Ciclo B

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 27 del  Tiempo Ordinario Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 4 de Octubre.




Génesis 2, 18-24

Y serán los dos una sola carne

 

El Señor Dios se dijo: "No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude." Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presento al hombre. El hombre dijo: "¡Ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne."

 

 

Algunas reflexiones

 

El texto de la primera lectura hace parte de un amplio relato que pertenece a una corriente teológica conocida como escuela Yahvista. El relato completo corresponde a Gn 2,4b-3,24.  Según los especialistas en Biblia se trata de un texto compuesto hacia el siglo X antes de Cristo, en Judá, en la época del rey Salomón.

 

La narración se presenta en un estilo colorido y pintoresco. Se insiste en detalles y hasta en las características psicológicas de los personajes que intervienen en el relato.  Sin embargo, no debemos olvidar que se trata de narraciones teológicas y que, en consecuencia, nuestro texto no pretende ser un reportaje de los acontecimientos sucedidos al comienzo de la humanidad. No se trata de una reconstrucción fáctica sino de una reflexión teológica que busca trasmitir algunas enseñanzas desde la fe.

 

La finalidad del autor no es científica, sino teológica: el autor no quiere enseñar cómo aparecieron el mundo y la humanidad, sino afirmar desde la fe judía que en el origen de la vida y de la existencia humana Dios ya estaba amándonos, deseando nuestra existencia y proponiéndonos su proyecto de amor.

 

Para presentar esta catequesis a las comunidades judías creyentes del siglo X a.C., los autores usaron elementos simbólicos y literarios tomados de las cosmogonías mesopotámicas (por ejemplo, la formación del ser humano con polvo de la tierra), pero adaptándolos a la religión Yahvista. Por eso las conclusiones teológicas que se derivan de este ejercicio son propias de la fe judía.

 

El texto nos habla de un JARDÍN. Se trata de un espacio ideal que simboliza lo mejor de la creación. Dios da al hombre (que también es criatura) este jardín. En él existen las condiciones necesarias para que el ser humano pueda vivir y desarrollarse. Es la forma en que los autores quieren afirmar que el ser humano no debería sufrir por estas condiciones. Sin embargo, en la historia humana estas condiciones son negadas a muchos. Los autores quieren decirnos que al ser humano Dios le ha dado todo lo necesario para ser feliz, pero que él – a lo largo de la historia – ha ido dañando este plan, traicionando así la propuesta divina.

 

El texto quiere también afirmar que el ser humano no podrá ser feliz en el individualismo, en la negación de la relación, pues él es relación (fue hecho para la relación). En consecuencia, el encuentro es una experiencia fundamental y estructurante de la vida humana. Es en la convivencia donde el ser humano nace y se hace, pero debe aprender a convivir. Este aprendizaje es siempre un reto y una tarea.   El gran problema es que el ser humano no sabe convivir, construye estructuras y relaciones de dominación, de violencia, de negación del otro y de destrucción del “jardín”. Entendemos, desde lo anterior, por qué en el texto se insiste tanto en la compañía para el hombre. “No es bueno que esté solo”. Preguntémonos: ¿Cuál es la calidad de nuestras relaciones? ¿Qué podemos decir de nuestra manera de habitar el planeta? 

 

Notemos que hay una profunda insistencia en la relación a nivel humano. Los narradores nos dicen que Dios llevó ante el hombre a todos los animales que había creado (aquí hay una dimensión ecológica interesante), pero no encontró en ellos un interlocutor adecuado, es decir, una alteridad que estuviera a su nivel. Los animales son importantes, pero no son suficientes.

 

 Según las ideas vigentes en aquella época en el Medio Oriente antiguo, el hecho de dar un nombre a las realidades es- hasta cierto punto – un acto de dominación y de posesión. Esto es válido para los animales, pero con la mujer no puede ser así (no debe ser así): la relación hombre-mujer no debe ser de dominación, sino de reconocimiento, de diálogo, de encuentro, de compañía solidaria, de ayuda.

 

En este sentido el tema de la COSTILLA es clave. Recordemos que, al no encontrar entre los animales una ayuda adecuada, Dios sumerge al hombre en un profundo sueño, le saca hábilmente una costilla y con ella fabrica a la mujer. Es la manera de afirmar la profunda igualdad entre uno y otra: los dos están hechos del mismo material. Por eso no debe haber dominación. Son diferentes e iguales al mismo tiempo, están llamados a reconocerse y a completarse.

 

Luego de crear a la mujer, Dios la presenta al hombre. Dios acompaña a la mujer a la presencia del hombre; siguiendo la lógica de un rito matrimonial el autor sagrado presenta a Dios haciendo de “padrino” de esta relación, de este encuentro para el reconocimiento.

 

Algunos aspectos para nuestra meditación, a partir de esta lectura, pueden ser:

 

  • 1.     ¿Cuál es el concepto de creación que tenemos?


  • 2.     Fuimos creados para la felicidad, pero ¿qué entendemos por felicidad?


  • 3.     ¿Cuáles son las lógicas de relación y convivencia que imperan en nuestra sociedad?


  • 4.     ¿Cómo nos relacionamos con la naturaleza?


  • 5.     ¿Qué entendemos por diálogo y por encuentro?  



 

Hebreos 2, 9-11

El santificador y los santificados proceden todos del mismo.

 

Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.

 

 

Algunas reflexiones

 

Hoy sabemos que la Carta a los hebreos es un largo sermón de un autor cristiano anónimo. Este sermón fue elaborado aproximadamente hacia el año 70-75 después de Cristo.

 

El sermón fue dirigido a unas comunidades cristianas establecidas en Palestina y sus alrededores.  Recibió el título de carta a los hebreos por causa de las múltiples referencias que el autor hace a los textos del Antiguo Testamento.

 

Estas comunidades cristianas a las cuales se dirige el autor pasaban por una situación difícil: un ambiente hostil a la fe cristiana, persecuciones y tensiones.  Los cristianos de estas comunidades corren el riesgo de abandonar la fe, algunos tienen miedo. Otros se encuentran desanimados y viven un cristianismo superficial. Algunos pocos luchan para mantenerse fieles “al primer amor” con Jesús y trabajan con ahínco por animar a sus comunidades.  Entendemos, desde este contexto, por qué el autor busca fortalecer la fe de estas comunidades invitándolas a contemplar – desde una perspectiva sacerdotal – a Aquel que es su Centro, Su Salvador, su Modelo: Jesucristo. Él es el auténtico mediador de la salvación.

 

El autor recuerda a los creyentes que es en virtud del sacrificio de Cristo que ellos están ahora integrados al plan de salvación, a la comunidad de fe y que, por tanto, están llamados a hacer de sus vidas un continuo sacrificio de alabanza, de entrega en el amor. El autor insiste en que ellos son una comunidad sacerdotal.

 

El texto propuesto recoge varios temas que pueden servirnos para nuestra meditación:

 

  • 1.La encarnación de Jesús (asumir la condición humana para transformarla y salvarla)


  • 2.La pasión y la muerte de Jesús (asumir la caducidad de la vida, la finitud de la existencia. Asumir el sufrimiento no desde una perspectiva masoquista, sino como consecuencia del compromiso con la misión)


  • 3.La resurrección y glorificación de Jesús (es el acontecimiento fundamental de la fe cristiana. Es la que posibilita y da sentido al seguimiento de Jesús. Sin resurrección no habría Iglesia.)


  • 4.La actitud de Jesús, que acepta despojarse de todo en favor de la humanidad.


  • 5.La cruz (entendida como expresión máxima del amor de Jesús y como lugar de la revelación de Dios, que se desprende de lo que más ama para salvar).




Marcos 10, 2-16

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

 

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio." Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

 

 

Algunas reflexiones

 

El domingo anterior Jesús estaba en Galilea. Este domingo sale de allí y se dirige hacia Jerusalén, capital del país. Allí deberá enfrentar la etapa decisiva de su misión.  En el episodio de hoy Jesús se encuentra con la multitud y se dedica a enseñarles.  Recordemos que su enseñanza está centrada en el Reino de Dios, es decir, en la presencia amorosa de Dios que actúa transformando.

 

En este contexto entran en escena los fariseos. El evangelista nos advierte: se dirigen a Jesús para ver cómo ponerle zancadilla, para acabar con su proyecto. Buscan usar lo que diga para acusarlo. Los temas propuestos son candentes: matrimonio y divorcio. Obvio, tampoco en la época de Jesús había acuerdo sobre estos temas entre las corrientes religiosas (fariseos, esenios, zelotes, escribas, etc.).

 

En aquella época y cultura (marcadamente patriarcal), cuando un hombre tomaba por esposa a una mujer, podía redactar un documento de divorcio si descubría algo inconveniente en ella (Dt 24,1). Sin embargo, en esta práctica las razones de “despido” de la mujer no eran claras y se cometían con frecuencia desgarradoras injusticias.  Cabe anotar que la mujer sólo podía obtener el divorcio si el marido se encontraba afectado por la lepra o si su oficio era incompatible con la fe.

 

Es interesante notar que ante la cuestión propuesta (¿Puede un hombre repudiar a su mujer?), Jesús comienza por recordar a todos la referencia a Moisés (el gran legislador del pueblo). Esto no significa que Jesús estuviera totalmente de acuerdo con la cuestión del divorcio.  La ley mosaica permitía el divorcio, pero Jesús explica su postura haciendo – en ese momento – una distinción clave: lo que ha sido permitido, por un lado, y el ideal propuesto por Dios, por otro.  Así, Jesús afirma que lo que fue permitido por Moisés lo fue por causa de la dureza del corazón humano (es, pues, una adaptación histórico-cultural). Con ello Jesús deja claro que las normas de Moisés no definen el ideal del amor querido por Dios, sino que regulan el compromiso matrimonial, teniendo en cuenta, la pobreza de espíritu humano y la poca capacidad de compromiso.

 

Pero Jesús no sólo denuncia la pobreza de la ley tal como está siendo aplicada, sino que insiste en el proyecto original que Dios tiene para el amor humano, para la pareja. Se vale de los textos del libro del Génesis y, a través de ellos, explica que hombre y mujer fueron creados el uno para el otro, para el encuentro y la convivencia constructivos. Por tanto, ellos deben completarse y ayudarse mutuamente, motivados por el amor y construir, de esta manera, un proyecto común de fidelidad y apoyo. Eso es lo que se quiere expresar con las palabras “una sola carne”. La fuerza de este vínculo, de este proyecto, de este amor es tal que mueve a cada uno de los dos a salir de los límites de la dinámica familiar (la relación con los padres), para constituir una nueva familia.

 

Esta manera profunda de comprender el amor explica por qué en la respuesta que Jesús da a la pregunta que le proponen no está prevista la separación ni se contempla el documento de divorcio, pues el amor – según Dios – es total y permanente. El amor total de la pareja (alimentado por el amor total de Dios) da como resultado un amor inquebrantable, estable, capaz de resistir los embates de cualquier mal. Así las cosas, desde la perspectiva del Reino de Dios (que es lo que Jesús está anunciando) el ser humano debe apuntar a lo más alto posible. Es una enseñanza exigente esta que nos da Jesús.

 

Llamará, sin duda, la atención a los lectores que el texto termine por una alusión a los niños. Nos da la impresión de que hay con esto un corte en la lectura y que se pasa a otro episodio. No es así, en realidad, los niños simbolizan lo contrario al orgullo, testarudez y cerrazón del corazón de los fariseos (que quieren sorprender a Jesús). Los niños simbolizan la sencillez, la vida espontanea, la transparencia y la sana dependencia (que es la que el creyente debe tener hacia Dios). Los niños, tal como aquí se los toma, viven en estado de sinceridad, sin preocuparse con la defensa de sus intereses y privilegios (que es, precisamente, lo que hacen los fariseos ante Jesús). En definitiva, lo que Dios nos propone es: vivir una relación libre, honesta, generosa y confiada con Él… Esto es lo que debe acontecer en nuestra cotidianidad.       

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 127

Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.

 

Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos. / Comerás del fruto de tu trabajo, / serás dichoso, te irá bien. R.

 

Tu mujer, como parra fecunda, / en medio de tu casa; / tus hijos, como renuevos de olivo, / alrededor de tu mesa. R.

 

Ésta es la bendición del hombre, / que teme al Señor. / Que el Señor te bendiga desde Sión, / que veas la prosperidad de Jerusalén / todos los días de tu vida. R.

 

Que veas a los hijos de tus hijos. / ¡Paz a Israel! R.



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