En Defensa de la Fe


Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo C

Te comparto la reflexión correspondiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 22 de Mayo.



La idea en esta reflexión no es explicar el misterio de la Trinidad (Un solo Dios en tres personas). Esto sería muy pretencioso y sería no entender que Dios está más allá de nuestros conceptos y nuestras construcciones mentales. Tales construcciones son necesarias para guiarnos, pero siempre serán aproximaciones.

 

Lo que sí nos debe animar es el deseo de descubrir, en esta solemnidad, lo fundamental de la revelación bíblica sobre Dios: Dios es amor y el amor genera un movimiento de salida de sí, para ir al encuentro del otro, de los demás. Toda la Biblia nos habla de Dios que sale al encuentro del ser humano para amarlo y, amándolo, lo transforma, lo rescata, lo rehabilita, lo salva.

 

Ese movimiento “buscador” de Dios llega a su máxima expresión en la persona de Jesús de Nazaret (el Hijo). Por eso – en el evangelio de Juan – Jesús puede decir: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 15), es decir, quien ha visto al Hijo ha conocido al Padre, y este reconocimiento sólo es posible si el ser humano (creyente) se deja iluminar (esclarecer) por el Espíritu Santo.

 

El objetivo de esta experiencia es entrar en comunión con este Dios amoroso, dejarnos envolver por Él y, nutridos con su amor, trabajar por un mundo mejor, sabiendo que la plenitud que buscamos y deseamos está más allá de cualquier proyecto histórico.




Proverbios 8, 22-31

Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada

 

Así dice la sabiduría de Dios: "El Señor me estableció al principio de sus tareas, "al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres."

 

 

Algunas reflexiones

 

La primera lectura, nos invita a centrarnos en lo macro: la creación, el universo. Ella nos invita a sentir y descubrir la grandeza de Dios. Por eso san Pablo (en la carta a los Romanos) llegó a escribir que aún quienes no han conocido a Jesús no tienen excusa, porque a Dios también se lo puede conocer desde las maravillas de sus obras (obras que, por otra parte, al menos en lo que concierne al planeta, los humanos hemos venido dañando sistemáticamente. Es lo que denuncia el papa Francisco en la encíclica Laudato Si).

 

El libro de los Proverbios nos presenta una colección de dichos y máximas, que recogen la reflexión que los antiguos sabios del pueblo de Israel hicieron de la propia experiencia de vida y de la experiencia histórica del pueblo. De allí brota un caudal enorme de sabiduría, que nos ofrece pistas para vivir bien, para aprender a vivir en comunión con Dios, con la Naturaleza, con el prójimo y con nosotros mismos… una sabiduría que puede conducirnos a la auténtica felicidad.  

 

El texto propuesto nos presenta una especie de discurso puesto en boca de la sabiduría personificada (Doña Sabiduría). Se trata de un artificio literario, a través del cual el autor pretende dar fuerza dramática a la invitación que quiere lanzar a los creyentes. El autor invita a los creyentes a buscar la sabiduría divina e identificar -en la contemplación del mundo y de la vida- la Voluntad de Dios.  

 

Notemos que en la primera parte del discurso (los versos 1 a 11 del capítulo 8) el autor nos dice desde dónde habla la Sabiduría (ella habla desde la cumbre de las montañas, desde los caminos, desde las puertas de entrada a las ciudades, desde los umbrales de las casas).

 

Con esto queda muy claro que todos los lugares son propicios para encontrar a Dios. Por lo tanto, el ser humano está llamado a descubrir la asombrosa capacidad de revelación que hay en la cotidianidad si la sabemos observar (contemplar). Pero podemos ver sin MIRAR, sin DESCUBRIR los signos de la presencia de Dios.  MIRAR no es VER.

 

En la segunda parte del discurso (que es el texto propuesto como primera lectura, para nuestra meditación) el autor presenta las credenciales de la Sabiduría: la Sabiduría posee en un tipo de conocimiento; es reflexiva; dispone de un adecuado consejo; es justa. En realidad esto es lo que se espera del creyente que se deja formar por Dios, que se deja guiar por el Espíritu divino.

 

Desde la perspectiva bíblica, la verdadera sabiduría viene de Dios y, por tanto, para que el ser humano llegue a la sabiduría deberá buscar una relación amorosa (de auténtica comunión) con Él. Esta debe ser nuestra preocupación.

 

Si lo hacemos, podemos pensar en una renovación profunda del ser humano, de los creyentes cristianos, de la Iglesia, de su evangelización. Es aquí donde se ubica el ARDOR de la nueva evangelización de que se habla actualmente en la Iglesia.

 

Notemos que la Sabiduría es presentada también como ARQUITECTO. El arquitecto imagina, crea, proyecta, pasa a la acción y sabe orientar dicha acción, sorteando atinadamente los obstáculos, problemas y contingencias que se presentan.

 

En el texto hay 3   palabras que dominan el ritmo del texto.  Dios (Yahweh) – la sabiduría – los hombres. El texto está confeccionado de tal manera que se entiende que:

 

1.  Hay que buscar la verdadera fuente de la sabiduría (Dios).

 

2.  La sabiduría de Dios debe entrar en el corazón de los hombres. 

 

3.  Esa sabiduría es la sabiduría del amor.

 

4.  Es esta sabiduría la que tiene la capacidad de poner en contacto a los hombres con Dios y de impedir que esta relación sea desfigurada.

 

¿Dónde estamos buscando esta sabiduría?

 

Podríamos sintetizar el mensaje de la primera lectura en los siguientes aspectos:

 

  • Dios es sabio, pero su sabiduría es la del amor; no se trata de mero conocimiento academicista. Dios no es una especie de súper-computador frío.

 

  • Aprender a actuar con la sabiduría del amor es uno de los grandes retos que se desprenden de la experiencia espiritual.

 

  • La contemplación del universo es uno de los caminos para encontrarnos con Dios, pero hay que educar esta capacidad contemplativa. Con frecuencia descuidamos este tipo de educación para la contemplación.



Romanos 5, 1-5

A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu

 

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

 

 

Algunas reflexiones

 

En la segunda lectura, san Pablo nos invita a descubrir lo que – a través de su Hijo Jesús – Dios (Padre) realiza: nos rescata, nos justifica y lo hace gratuitamente. Por la mediación del Hijo y la efusión del Espíritu, Dios nos enriquece con sus dones… Dones que están ligados a la vida y al deseo de que la vida llegue a su plenitud. 

 

Cuando san Pablo escribe esta carta a los cristianos de Roma, está casi al final de su tercer viaje misionero y se dispone a ir a Jerusalén, desde donde se proponía hacer un nuevo viaje, pero esta vez hacia el Occidente, con el objetivo de llegar a España. 

 

Pablo aprovecha la carta para contactar la comunidad cristiana de Roma y presentarles una síntesis bastante elaborada (quizá esta es la carta más elaborada de Pablo) de su manera de concebir la fe, la vida cristiana, el misterio de Cristo, la acción salvadora de Dios.  Estamos entre los años 57 y 58 del primer siglo.

 

En la carta, Pablo insiste que el Evangelio de Jesucristo (o, el Evangelio, que es Jesucristo) es la fuerza de Dios que salva, por la fe, a todos, sin distinción de raza, lengua, clase social, etc.  Debemos examinar si esta convicción nos acompaña  y si es así, entonces debemos procurar la sabiduría que hay en este EVANGELIO.

 

Pablo parte de la convicción de que todos los que creen en Cristo (sin importar si son judíos, griegos o romanos) han sido justificados por Dios. Dios es fiel con todos y no puede traicionarse a sí mismo: Él es amor y el amor es compasivo y misericordioso. Al hablar de justificación, Pablo quiere dar a entender que por iniciativa de Dios el ser humano pecador es rescatado y puesto en un nuevo horizonte de vida: el horizonte que se ha revelado en Jesucristo.

 

Así, quien quiera realizar plenamente su humanidad no tiene sino que contemplar y entrar en comunión con Él.  Y esto ha sido dado gratuitamente. Lo que se pide al ser humano es que acoja esta gracia con humildad y confianza plena.  No es un problema de meritocracia, sino de misericordia.  Si el ser humano acoge este amor y se deja habitar por él, entonces se transformará en una nueva criatura, en una nueva creación.

 

Ahora bien, ¿cuáles son los frutos que resultan de este acceso a la salvación? La paz, la esperanza, el amor. Es, en el horizonte marcado por este trípode que la vida del ser humano adquiere un nuevo sentido.

 

¿Qué tipo de paz podremos construir si no es la paz de Dios la que alimenta nuestras vidas?

 

¿Qué es lo que realmente esperas al término de tu vida?

 

¿Cómo comprendes el amor?




Juan 16, 12-15

Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará."

 

 

Algunas reflexiones

 

En el evangelio se nos invita a reconocer que el amor – en la práctica – nos sumerge en una experiencia de donación, de servicio, de entrega etc. El amor busca la construcción de los amados, su realización. Sería contradictorio pensar que el amor busca la destrucción, la perdición, la condenación de aquellos a quienes se dirige.

 

Estamos en el contexto de la Última Cena y del discurso de despedida de Jesús. En este contexto Jesús da a sus discípulos el mandamiento del amor y – lavando los pies de los discípulos – les muestra que el amor debe hacerse concreto en el servicio. Si no se pasa a la acción, el amor se transforma en mero discurso. 

 

Ahora, Jesús pasa a definir la misión de la comunidad: la envía al mundo.

 

Ser cristiano no es ni salirse del mundo, ni encerrarse, ni hacerse el de “la vista gorda”. Por el contrario, es ejercer una presencia creadora y constructiva en el mundo con los valores del Evangelio.

 

Pero Jesús advierte a sus discípulos que esta manera de estar en el mundo (esta misión) desencadenará incomprensiones y oposiciones, porque en el mundo hay poderes contrarios al amor.

 

Con todo, los discípulos contarán con la asistencia del Espíritu Santo, que los fortalecerá, los confortará, los iluminará con su sabiduría para que sepan sortear los problemas y hacer frente a los retos de las nuevas circunstancias históricas.

 

¿Qué aspectos podemos subrayar?

 

  • 01. El tema central de este texto del evangelio es la presencia y la asistencia del Espíritu Santo a los discípulos de Jesús en su caminar por el mundo y en el ejercicio de su misión.

 

  • 02.  Históricamente hablando no lo podemos comprender todo, pues nuestra capacidad de conocimiento y de experiencia es limitada (caminamos entre luces y sombras). Además, Dios está siempre más allá de nuestros conceptos y esquemas mentales. Por eso “hay muchas cosas que Ustedes no pueden comprender ahora” – Dice Jesús a sus discípulos.

 

  • 03. Lo que hay que buscar es la verdad, pero esto no es tarea fácil. De entrada nos chocamos con varias preguntas:

 

¿Qué es la verdad?

 

¿Qué tipos de verdad podemos distinguir?

 

¿A qué verdad se refiere Jesús? ¿A una verdad científica, a una verdad histórica, a una verdad espiritual?

 

Lo cierto es que si es el Espíritu el que guía la experiencia de fe, la Verdad debe ser situada en este registro: el de la relación con Dios. El Espíritu será, pues el guía en el camino de la fe, en la tarea de buscar la verdad sobre Dios y la verdad acerca del sentido de la vida. Además, asistirá al creyente en la interpretación de la historia, en la interpretación de los signos de los tiempos, en la interpretación de las Escrituras.

 

  • 04. El Espíritu Santo nos ayuda a mantenernos en el camino propuesto por Jesús, en su horizonte, en su enseñanza. No se trata de que el Espíritu enseñe algo que Jesús no reveló, sino que hará de la vida, de la palabra y de la enseñanza de Jesús, la referencia para todos sus seguidores.

 

Podemos preguntarnos:

 

¿Nos mantenemos en esta perspectiva?

 

Es en este sentido que  Jesús, en el texto, afirma que “el Espíritu recibirá de lo mío y se los comunicará a Ustedes”.

 

  • 05. La última expresión del texto propuesto subraya la comunión existente entre Dios (Padre) y su Hijo (Jesús): esa unidad da testimonio y garantiza la unidad entre el plan de salvación del Padre, la obra de Jesús y la misión de la Iglesia.

 

  • 06. Podemos preguntarnos:

 

A.  ¿Ha(n) sabido la(s) iglesia(s) estar atenta(s) – en su caminar histórico – a las interpelaciones del Espíritu Santo?

 

B.  En tu caminar diario en la fe ¿Buscas la ayuda del Espíritu Santo, para que Él te aclare y te ayude a comprender el testimonio y la enseñanza dejados por Jesús?

 

C.  ¿Eres consciente de los nuevos desafíos – para el cristiano y para la Iglesia - que van apareciendo en la permanente transformación de la sociedad?

 

D. Si la celebración de la solemnidad de la Santísima Trinidad es la confesión de un Dios en tres personas, que se aman y hacen comunidad de amor ¿No deberíamos reflexionar sobre nuestra forma de hacer de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad una auténtica comunidad? ¿No hablamos, acaso, de comunidad humana?  

 

La celebración de esta solemnidad de la Santísima Trinidad debe ser, ante todo, un ejercicio amoroso de contemplación de la relación con Dios que es amor, en comunidad.

 

 

Terminemos nuestra reflexión, orando con el…


 

Salmo 8

Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

 

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R.

 

Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

 

Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R.




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