En Defensa de la Fe


Solemnidad de la Epifania Ciclo C

Te comparto la reflexión correspondiente a la Solemnidad de la Epifania Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 3 de Enero.


La liturgia de este domingo nos invita a contemplar a Jesucristo como la Luz del mundo que atrae hacia sí a todos los pueblos de la tierra. La entrada de Jesús al mundo (Navidad) tiene como objetivo revelar a la humanidad (Epifanía), de manera plena, el amor de Dios y hacer llegar a todos su propuesta de salvación.



Isaias 60, 1-6

Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor,
porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti.
La oscuridad cubre la tierra,
la noche envuelve a las naciones,
pero el Señor brillará sobre ti
y sobre ti aparecerá su gloria.
Las naciones vendrán hacia tu luz,
los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer.
Levanta los ojos y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tus hijos vendrán desde lejos;
tus hijas serán traídas en brazos.
Tú, al verlos, estarás radiante de alegría,
tu corazón se llenará de gozo;
te traerán los tesoros de los países del mar,
te entregarán las riquezas de las naciones.
Te verás cubierta de caravanas de camellos
que vienen de Madián y de Efá;
vendrán todos los de Sabá,
cargados de oro y de incienso,
y proclamarán las acciones gloriosas del Señor.

 

 

Algunas reflexiones

 

Los capítulos 56 a 66 del libro de Isaías parecen pertenecer, en realidad, a un profeta anónimo del post-exilio, que ejerció su servicio profético en Jerusalén entre los años 537 y 520, en medio de la población que regresó de Babilonia. Estamos en la época de la restauración del país y de la reconstrucción de la ciudad. La memoria del sufrimiento aún está muy fresca y la situación de pobreza se deja sentir.  El texto propuesto exalta la ciudad de Jerusalén como la ciudad de la Luz (se trata de la luz de la Palabra y la Sabiduría de Dios) que – desde allí – iluminará a todos los pueblos.

 

Algunos aspectos pueden ser tenidos en cuenta en nuestra meditación:

 

1.    La alegría de los creyentes (simbolizados por la ciudad de Jerusalén o Sión) por la presencia de Dios.

 

2.    La necesidad de salvación (en toda la humanidad) y la propuesta salvadora de Dios (para todos). Propuesta ante la cual cada uno deberá decidir. Compete a cada uno acoger o rechazar esta salvación.

 

3.    La misión del pueblo de Israel (simbolizado en su capital Jerusalén) de dar luz a los demás pueblos (por eso el contraste entre luz y tinieblas).

 

4.    La unidad del pueblo (los hijos e hijas dispersos regresan)

 

Al hacer la lectura de este texto, pero desde la perspectiva cristiana, es necesario identificar la luz salvadora de Dios con la persona de Jesús. El evangelista Juan lo afirma: “En la Palabra estaba la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron” (Jn 1, 4-5).  El proyecto (del Reino de Dios) que Jesús propone es la luz. Pero ese proyecto requiere la participación responsable del creyente cristiano. ¿Es nuestro testimonio un servicio decidido para que esta luz llegue a todos?

 

En las catequesis cristianas de los primeros siglos, es la Iglesia la que se asume como la nueva Jerusalén, responsable de llevar luz a las naciones (es decir, llevar el evangelio de Jesús a todos). La misión de la Iglesia, que se entiende como nueva Jerusalén, es “evangelizar”. ¿Qué tan buenos evangelizadores somos? ¿Cómo entendemos la evangelización?  ¿Qué quiso decirnos el Papa Juan Pablo II al afirmar que se requería de una Nueva Evangelización, pero que esta debía ser nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión?

 

 Lo cierto es que para que la Iglesia pueda cumplir esta misión ella misma debe acoger, vivir y dejarse transformar por Jesús, de lo contrario se le podrá aplicar aquella frase de Jesús: “Si la sal se vuelve insípida ¿con qué se le devolverá su sabor?” (Mt 5, 13).




Efesios 3,2-3a.5-6

Por esta razón yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús para bien de ustedes, los que no son judíos. Pues ya sin duda sabrán que Dios me ha encargado anunciar a ustedes lo que Él, en su bondad, ha dispuesto. Por revelación he conocido el designio secreto de Dios, como ya les escribí brevemente. Al leerlo, pueden darse cuenta de que conozco este designio secreto realizado en Cristo, que no se dio a conocer a nadie en otros tiempos, pero que ahora Dios ha revelado a sus santos apóstoles y profetas por medio de su Espíritu. El designio secreto es éste: que por el evangelio Dios llama a todas las naciones a participar, en Cristo Jesús, de la misma herencia, del mismo cuerpo y de la misma promesa que el pueblo de Israel.

 

 

Algunas reflexiones

 

Parece que cuando Pablo escribió esta carta a los Efesios se encontraba preso (en Cesarea o en Roma). La carta parece haber estado destinada a varias iglesias de Asia Menor. Debía tratarse de una especie de “documento” que las comunidades debían hacer circular entre ellas. El pensamiento central de la carta es lo que Pablo llama “el misterio de Cristo”, que no es otra cosa sino el proyecto salvador de Dios, revelado a todos en la persona de Jesús de Nazaret (muerto y resucitado).

 

San Pablo escribe a los cristianos de Éfeso y les recuerda que fue Dios mismo quien le reveló este misterio de Cristo y lo escogió para evangelizar. Recuerda, además, que ese “evangelio de Jesucristo” que él anuncia es para todos los pueblos, sin ningún tipo de exclusión. Jesucristo debe ser anunciado a todos. Los destinatarios son libres de acoger o de rechazar esta propuesta de salvación. Pablo insiste, en esta y en otras cartas, en la universalidad de la salvación. Ya no importa si se es judío o de otro pueblo. Lo que importa es la actitud interior, la disposición del corazón. Pero esta universalidad de la salvación reclama de cada creyente una visión amplia de la experiencia espiritual; un corazón abierto para acoger a todos y una capacidad grande de aceptación de la diversidad. ¿Tenemos estas actitudes?

 

Algunos aspectos pueden ser contemplados en nuestra meditación:

 

1.    La presencia salvífica de Dios, que llama a todos y que, a todos, entrega su amor.

 

2.    Entender a la Iglesia como la comunidad de comunidades de fe que acogen el misterio de Cristo, es decir, el proyecto amoroso de Dios que salva a través de Jesús.

 

3.    La igualdad fundamental de todos los seres humanos y la exigencia de fraternidad que se deriva de la fe en Cristo.

 

4.    La fraternidad, que no puede quedarse en mera idea y que no es algo que aparece de manera mágica. Es una construcción que reclama la voluntad y el esfuerzo cotidiano del creyente.  




Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo en que Herodes era rey del país. Llegaron por entonces a Jerusalén unos sabios del Oriente que se dedicaban al estudio de las estrellas, y preguntaron:

— ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos salir su estrella y hemos venido a adorarlo.

El rey Herodes se inquietó mucho al oír esto, y lo mismo les pasó a todos los habitantes de Jerusalén. Mandó el rey llamar a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dijeron:

—En Belén de Judea; porque así lo escribió el profeta:

“En cuanto a ti, Belén, de la tierra de Judá,
no eres la más pequeña
entre las principales ciudades de esa tierra;
porque de ti saldrá un gobernante
que guiará a mi pueblo Israel.”

Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios, y se informó por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Luego los mandó a Belén, y les dijo:

—Vayan allá, y averigüen todo lo que puedan acerca de ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a rendirle homenaje.

Con estas indicaciones del rey, los sabios se fueron. Y la estrella que habían visto salir iba delante de ellos, hasta que por fin se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. 10 Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho.11 Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose le rindieron homenaje. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. 12 Después, advertidos en sueños de que no debían volver a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

 

 

Algunas reflexiones

 

La atención del oyente o del lector del evangelio de este día se centra en los tres magos venidos de Oriente, que buscan a Jesús, de quien se les ha dicho es el “rey de los judíos”. En realidad la atención se debe centrar en Cristo. El término Magos puede aludir a realidades muy diversas (hechiceros, astrólogos, sacerdotes persas, etc.) Independientemente de esto, estos Magos representan a aquellos pueblos extranjeros de que habla la primera lectura (de Isaías): esos pueblos que van a adorar y a ofrecer sus riquezas.  Los magos vienen a adorar al rey de los judíos. Pero este título – aparentemente político – contrasta con aquello para lo cual estos magos lo buscan: “Vinimos a adorarlo”. No se trata entonces de un rey cualquiera, sino del rey esperado que inaugura el Reino de Dios. Recordemos que en repetidas ocasiones Jesús insistió en que su Reino no era “de este mundo”, es decir, que no funcionaba según las lógicas mezquinas del poder y del egoísmo, sino desde la lógica del amor de Dios.

 

Contrasta con la actitud de búsqueda y de piedad de los magos la actitud arrogante, desconfiada, inescrupulosa y asesina de Herodes. Él representa a los reyes y reinos de este mundo.

 

Interesante la alusión a la ciudad de Belén de Judea, que siendo una insignificante ciudad es el lugar de origen del Mesías. Esto la hace grande. Es grande lo que sale de ella como es grande el amor que puede brotar del corazón humano cuando se deja guiar por el Espíritu de Dios. Recordemos que Belén fue la tierra natal del rey David. Con esta alusión se conecta a Jesús con la historia del pueblo y las expectativas de un nuevo rey como David. El Mesías – según la tradición – debía ser descendiente de David.

 

Recogiendo las expectativas y las tradiciones del antiguo Israel, el relato nos presenta a Jesús como el jefe, el rey, el pastor que pastoreará al pueblo. Recordemos que – después de la desaparición de David – el pueblo de Israel esperaba la llegada de un rey que fuera digno de ese nombre. Debería ser un rey justo, piadoso y sabio.

 

El evangelista subraya en Herodes la doble intención: decir una cosa pensando en hacer otra. Herodes es un astuto manipulador, pero las cosas no le salen como las planea. De hecho, su intención no es como la de los Magos, que querían encontrar a Jesús para Adorarlo. Herodes quiere matar. Ve en Jesús un enemigo, un competidor. Las lógicas de competición y lucha requieren de un ganador y de un perdedor. ¿No podemos pensar de otra manera?

 

Los Magos ven recompensada su búsqueda: lo encuentran, se alegran, lo adoran y regresan a su tierra “por otro camino”… Un camino que los aleja de Herodes, un camino que no es el de Herodes (el camino del odio, del deseo de poder, de la incapacidad de reconocer al Mesías).

 

La estrella juega un papel clave en la narración: recordemos que la tradición judía anunciaba la llegada del Mesías como una estrella que surge de Jacob (Ver, libro de los Números 24, 17). Con este y otros recursos el evangelista Mateo quiere afirmar que Jesús es el Mesías (hay que suponer que en la época de Mateo había tensión aún sobre la identidad teológica de Jesús).

 

Recordemos que no estamos delante de un reportaje televisivo, sino delante de una narración teológica, de una catequesis sobre Jesús, de un testimonio que busca enfatizar varios aspectos:

 

1.    La búsqueda espiritual honesta del ser humano (simbolizada en los Magos).

 

2.    El reconocimiento de Jesucristo como Salvador (los Magos simbolizan al mundo conocido en la época).

 

3.    Los juegos de poder y de mentiras que habitan el corazón humano en todas las épocas (simbolizado en la figura de Herodes).

 

4.    La muerte de los inocentes (los niños que Herodes manda asesinar) ¿Cuántos inocentes (no sólo niños) son asesinados a diario?  

 

Los Magos son presentados como hombres capaces de leer los signos. ¿Somos capaces de leer los signos de la presencia de Dios en el mundo actual? ¿Somos capaces de leer los engaños que pueden presentarse en el terreno de la vida espiritual?

 

Los Magos son capaces de salir de sus lugares, de ponerse en camino, de desinstalarse para buscar a Dios. ¿Cómo definiríamos nuestra búsqueda de Dios? ¿Somos capaces de desinstalarnos para vivir una profunda experiencia espiritual?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…




Salmo 71

Rta / Te adorarán, Señor, todos los pueblos de la tierra.

 

(1b) Concede, oh Dios, al rey,
tu propia justicia y rectitud,
para que con rectitud y justicia
gobierne a tu pueblo y a tus pobres.
Ofrezcan las montañas y los cerros
paz y rectitud al pueblo.


¡Que haga justicia el rey a los pobres!
¡Que salve a los hijos de los necesitados
y aplaste a los explotadores!

¡Que tenga el rey temor de ti por siempre,
mientras el sol y la luna existan!


¡Que sea como la lluvia y el rocío
que riegan la tierra y los pastos!
¡Que abunden la paz y la rectitud
en los días de su reinado,
hasta que la luna deje de existir!


¡Que domine de mar a mar,
del río Éufrates al último rincón del mundo!
¡Que sus enemigos, que habitan en el desierto,
se rindan humillados ante él!


10 ¡Que le traigan regalos y tributos
los reyes de Tarsis y de las islas,
los reyes de Sabá y de Sebá!
11 ¡Que todos los reyes se arrodillen ante él!
¡Que todas las naciones le sirvan!


12 Pues él salvará al pobre que suplica
y al necesitado que no tiene quien lo ayude.
13 Tendrá compasión de los humildes
y salvará la vida a los pobres.
14 Los salvará de la opresión y la violencia,
pues sus vidas le son de gran valor.



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