En Defensa de la Fe


Solemnidad de Santa Maria, Madre de Dios - Ciclo A 2017

Te comparto la reflexión correspondiente a la Solemnidad de Santa Maria, Madre de Dios - Ciclo A 2017, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 1° de Enero.



La imagen materna marca la vida de todo ser humano; nuestra existencia depende de ella. La imagen materna marcó profundamente la vida de Jesús. La liturgia nos invita a meditar en el sí de María a la propuesta divina: ‘Dios te ha escogido para ser la Madre del Mesías, del Salvador.’ Propuesta interesante y feliz, pero también altamente compleja y cargada de incertidumbres. El sí de María está ligado a la entrada de Jesús en la historia humana y, con dicha entrada, a la posibilidad de que la paz –construida desde Dios – sea posible para toda la humanidad.



"Dios te ha escogido para ser la Madre del Mesías, del Salvador.""Dios te ha escogido para ser la Madre del Mesías, del Salvador."



Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

 

El Señor habló a Moisés: "Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz". Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré."

 

 

En la primera lectura, se subraya la presencia de Dios en los diversos caminos por los que transita la humanidad. Una presencia de la que no siempre nos damos cuenta, pero de la que depende la plenitud de nuestra vida.

 

Dentro de la narración bíblica del Antiguo Testamento, este texto nos sitúa en el Sinaí, frente al monte en el que se selló la alianza de Dios con el antiguo pueblo de Israel. Se nos cuentan que Dios dio allí a Moisés algunas instrucciones, antes de que el pueblo entrara en la Tierra Prometida.

 

El texto nos presenta una fórmula con la cual Moisés – de parte de Dios- deberá bendecir al pueblo. Esta bendición se retomará constantemente y los sacerdotes deberán pronunciarla sobre el pueblo.

 

Recordemos que la bendición, en los pueblos semitas, es considerada como una comunicación real de la vida divina y como signo de la presencia de Dios que ama, cuida y acompaña. La bendición es un don que – una vez concedido- no puede ser retirado ni anulado. El contenido de esta oración es hermoso y en él debemos centrarnos:

 

  •         Dios bendice, es decir, dice-bien de nosotros. No habla mal de nosotros a pesar de nuestras incongruencias, infidelidades y extravíos. Somos sus hijos.

 

  •         Dios nos protege del mal, siempre que seamos dóciles a su acción. Esta protección no significa que nos ahorrará las preocupaciones, problemas y sufrimientos propios de nuestra condición humana. Lo que significa es que nos dará la fuerza, la sabiduría y la lucidez para asumirlos y enfrentarlos.

 

  •         Dios no se esconde de nosotros (no nos esconde su rostro), al contrario, nos ilumina con su rostro. Retirar el rostro es –según el texto - la imagen de la ruptura de la relación. Retirar el rostro es no querer ver al otro. Dios, en cambio, quiere vernos, encontrarnos.

 

  •         Dios nos concede la paz, su paz: ‘Gloria a Dios en el cielo, y paz en la tierra…’  Pero hay que tener cuidado para no confundirnos: no es cualquier tipo de paz, sino la paz como Él la quiere. La paz que proviene del amor y de la reconciliación. 

 

La bendición nos recuerda que todo es don de Dios; que Él nos comunica su vida y se quiere relacionar con nosotros como alguien que, porque nos ama, es favorable a nuestra realización y se empeña en ella. Es desde esta perspectiva que estamos invitados a vivir la alianza con Dios. ¿Estamos en la perspectiva adecuada?



 

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús


En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

 

 

El texto del evangelio de este domingo es continuación del texto que fue leído el día de Navidad. Luego de que el ángel de Dios anunció a los pastores el nacimiento del Salvador, los pastores se dirigieron a Belén y, allí, encontraron al niño. Recordemos que el texto es una catequesis y que el evangelista Lucas no está interesado en hacer una especie de reportaje para contarnos los hechos sucedidos, sino que pretende – a través de su narración – darnos un mensaje de fe, que busca decir quién es – desde el punto de vista teológico – este niño y cuál es su misión:

 

  •         Es el Mesías esperado.

 

  •         Es el Salvador que libera.

 

  •         Es el portador de la Paz de Dios.

 

También, la narración quiere subrayar la actitud humana ante la propuesta que Dios hace a través de Jesús:

 

  •         Unos pastores sencillos, pero atentos y abiertos a la acción de Dios.  Obedientes a las palabras del mensajero divino. ¿Qué podemos decir de nuestra atención a Dios? ¿Buscamos a Jesús con el ardor e interés con que los pastores buscaron al Niño del pesebre?

 

  •         Unos pastores capaces de comunicar – con naturalidad y honestidad – lo que les ha sido revelado acerca de este niño. ¿No necesitamos una Iglesia viva, que dé testimonio con ardor de su fe y sepa comunicar con sencillez las maravillas de Dios? 

 

  •         María y su actitud meditativa. ¿Qué lugar ocupa esta actitud contemplativa y esta actividad meditativa en nuestra cotidianidad?

 

  •         Los padres de Jesús (María y José) y su obediencia, poniendo al niño el nombre que el ángel les había dicho: JESÚS = Dios salva. Comprender que toda vida humana, vista desde Dios, está ligada a una misión (que es dada y que hay que descubrir).

 

En el evangelio se nos muestra la llegada del proyecto liberador de Dios en la persona de Jesús. Este acontecimiento maravilloso (la llegada de Jesús) provoca la alegría profunda de muchos, especialmente de aquellos que son excluidos y no tienen la posibilidad de acceso a la salvación. La presencia de Jesús (su nacimiento, pero también su vida, su predicación y su acción posteriores) debe hacernos pensar en los marginados y excluidos del mundo y en los mecanismos que generan tanto dolor y sufrimiento. 

 

María se destaca como la mujer que, históricamente, hizo posible esta entrada de Jesús al mundo y este encuentro con la salvación de Dios.  Los autores del Nuevo Testamento subrayarán varios rasgos de María:

 

  •         Su sensibilidad espiritual y diálogo con Dios (‘¿Cómo sucederá esto?’).

 

  •         Su atención y obediencia comprometida a la Palabra divina. (‘Hagan lo que Él les diga’).

 

  •         Su capacidad para meditar profundamente las cosas que Dios va realizando (María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón). Escuchar, observar, conservar y meditar significa tener la sensibilidad necesaria para comprender los signos de la presencia y de la acción de Dios. No podemos ser creyentes adultos sin buscar profundizar en la experiencia de fe. Una vida cristiana superficial no vale la pena y es un flaco servicio que prestamos a la credibilidad del evangelio.

 

  • Su disponibilidad para realizar en su vida la Voluntad de Dios (‘Hágase en mí según tu Palabra’).




Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

 

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: "¡Abbá! (Padre)." Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

 

 

En la segunda lectura, el autor afirma que Dios, que siempre nos ha amado, nos ha expresado la plenitud de ese amor en la persona de Jesús. En Él encontramos la clave que nos libera de toda esclavitud y el horizonte en el cual nos descubrimos y realizamos como hijos de Dios, hijos del amor.

 

Recordemos que entre las comunidades cristianas del norte de Galacia hubo una grave crisis. Llegaron a estas comunidades algunos predicadores judaizantes, que cuestionaban la legitimidad del evangelio de Jesucristo vivido y predicado por san Pablo. Se acusaba a Pablo de predicar un evangelio diferente del predicado por los apóstoles establecidos en Jerusalén.  Sostenían que la fe en Cristo debía ser completada por el cumplimiento riguroso de la Ley de Moisés.

 

Pablo estaba convencido que la experiencia de seguimiento de Jesús no debía confundirse con una religión de formalismos y de ritos externos, sino que debía fundarse en la misericordia de Dios, pues la salvación es, ante todo, un don y no una conquista humana.

 

Preocupado por esta situación, Pablo escribe a los gálatas, llamando su atención con firmeza. Les recuerda que la experiencia de unión con Cristo es libertad y que esa libertad viene de Dios. Les invita a volver al evangelio por él predicado. Pero la opción por Cristo debe ser seria. En el texto que es propuesto como segunda lectura, Pablo recuerda a los gálatas la encarnación de Cristo y el objetivo de su venida a este mundo: hacer que los que a Él se adhieren lleguen a ser hijos de Dios libres.

 

¿Qué nos queda de este texto?

 

  • 1.     Que la propuesta de Cristo es un proyecto de libertad. Hay que evitar todas las formas de esclavitud y la peor de ellas es el egoísmo.

 

  • 2.     Que la gran vocación es ser hijo de Dios y vivir una vida coherente con ella. De la manera como vivimos esta vocación depende la credibilidad histórica del evangelio.

 

  • 3.     Que la experiencia de Dios es, ante todo, una experiencia de encuentro amoroso. Hay que superar una religión del miedo.

 

  • 4.     Que si somos hijos de Dios, entonces todos somos hermanos y debemos aprender a vivir, en la cotidianidad, esa hermandad. La fraternidad humana sigue siendo una tarea inconclusa.

 

  • 5.     Que la fe en Cristo no es una experiencia reducible a prácticas rituales externas, desligadas de un serio compromiso de vida.

 

  • 6.     Que hay una gran diferencia entre ser esclavo y ser hijo de Dios, servidor de Cristo.

 

Este texto es el único lugar en el que el apóstol Pablo se refiere a María, la madre de Jesús: ella es la mujer de la cual nace el hijo de Dios. Sin embargo, el texto no está centrado en María, sino en Jesús, el Cristo. Él es el Salvador del género humano.    

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



 

Salmo 67

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

 

El Señor tenga piedad y nos bendiga, / ilumine su rostro sobre nosotros; / conozca la tierra tus caminos, / todos los pueblos tu salvación. R.

 

Que canten de alegría las naciones, / porque riges el mundo con justicia, / riges los pueblos con rectitud / y gobiernas las naciones de la tierra. R.

 

Oh Dios, que te alaben los pueblos, / que todos los pueblos te alaben. / Que Dios nos bendiga; que le teman / hasta los confines del orbe. R.



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