En Defensa de la Fe


El Sínodo de la Amazonía y el Coronavirus, parte 2

La relación entre el Sínodo de la Amazonía y el Coronavirus está claramente explicada en la entrevista concedida por Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Santa María de Astaná (Kazajstán), publicada por el portal Adelante la Fe el 27 de marzo de 2020.




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El Coronavirus representa la copa de la justa ira de Dios, luego de la apostasía idolátrica en el propio Vaticano, durante el Sínodo de la Amazonía.El Coronavirus representa la copa de la justa ira de Dios, luego de la apostasía idolátrica en el propio Vaticano, durante el Sínodo de la Amazonía.






El Pecado de Infidelidad al Primer Mandamiento

Dice Monseñor: “El culto de que fue objeto el ídolo pagano de la Pachamama al interior del Vaticano, con el aval del Papa, fue sin duda un grave pecado de infidelidad al Primer Mandamiento del Decálogo, una abominación.


Todo intento de restar importancia a ese acto de veneración se derrumba por el peso de la prueba y de la razón.


Yo diría que esos actos idolátricos fueron la culminación de una serie de infidelidades en lo que se refiere a guardar el sagrado depósito de la Fe por parte de muchos miembros de los grados más altos de la jerarquía en las últimas décadas.

No tengo certeza absoluta de que el brote del coronavirus haya sido castigo de Dios por lo de la Pachamama en el Vaticano, pero no tiene nada de rebuscado entenderlo así”.





El Coronavirus es sin duda una intervención divina

“En mi opinión, la epidemia del coronavirus es sin duda una intervención divina para castigar y purificar al mundo pecador, y también a la Iglesia.

 

No debemos olvidar que Nuestro Señor Jesucristo veía las catástrofes físicas como castigos de Dios.

Leemos, por ejemplo, lo siguiente: «En aquel momento llegaron algunas personas a traerle la noticia de esos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Y respondiéndoles dijo: “¿Pensáis que estos galileos fueron los más pecadores de todos los galileos, porque han sufrido estas cosas?  Os digo que de ninguna manera, sino que todos pereceréis igualmente si no os arrepentís. O bien aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?  Os digo que de ninguna manera sino que todos pereceréis igualmente si no os convertís”» (Lc.13, 1-5)”.






Cristo le diría lo mismo al papa Francisco y a los otros obispos

La entrevista prosigue:

 

“Evocando la amenaza de castigo y la exhortación al arrepentimiento que dirige el Señor a los obispos en el Apocalipsis (Apoc. 2, 14-16), monseñor Schneider declaró estar convencido de que «Cristo le diría lo mismo al papa Francisco y a los otros obispos que consintieron el culto a la Pachamama» en el Vaticano y «avalan implícitamente las relaciones sexuales fuera de un matrimonio válido al permitir que los divorciados que se han vuelto a casar reciban la Sagrada Comunión»”.

 

“Cristo amenazó con castigos y exhortó a las iglesias a arrepentirse: «Tengo contra ti algunas pocas cosas, por cuanto tienes allí a quienes han abrazado la doctrina […]para que comiesen de los sacrificios de los ídolos y cometiesen fornicación. Arrepiéntete, pues; que si no, vengo a ti presto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca» (Apoc. 2, 14-16)”.





¿Qué nos grita el Señor desde el cielo?

¿Qué nos grita el Señor desde el cielo, en estos momentos de zozobra, cuarentena, aislamiento, enfermedad, muerte y, lo más grave, de cierre de iglesias por todo el mundo y la consiguiente supresión de la Santa Misa y la administración de los sacramentos? ¿Por qué en muchos países, entre ellos, países emblemáticos del catolicismo como Italia y España, están muriendo fieles completamente solos, aislados de sus seres queridos y sin ni siquiera poder contar con el auxilio de una última confesión?

 

Dios nos habla a voz en cuello y nos dice: “Ya basta”. Por muchos años lo hemos venido negando, lo hemos sacado de todos los ámbitos de la sociedad, de la educación, de la política, de la justicia, de nuestras vidas particulares. Incluso al interior de la Iglesia, se ha venido diluyendo su esencia, desacralizando la Eucaristía como presencia viva de Jesucristo.

 

Se olvida que fue la Iglesia fundada por Jesucristo mismo para llevar el mensaje en torno a su Plan de Salvación a toda la humanidad. La Iglesia ha dejado de hablar de Pecado, de Infierno, de Condenación Eterna. En estos momentos de su historia parece una organización más preocupada por el bienestar material y el medio ambiente, y menos por la Salvación de las Almas. En otras palabras, ha olvidado la Ley Divina.





El Coronavirus ha develado nuestra fragilidad humana

Con la aparición del Coronavirus, en tan solo unos pocos días ha quedado develada nuestra fragilidad humana, han caído por tierra nuestras falsas seguridades. Tenemos pánico de morir porque no tenemos Fe en que Dios existe. La falta de Fe nos lleva a la desesperanza.

 

Por supuesto, al no creer en Dios y en que Él tiene un Plan de Salvación, no de nuestros cuerpos físicos sino de nuestras almas, ignoramos que en un momento dado, luego de nuestra muerte física, estaremos enfrentados al juicio definitivo y sujetos a tres opciones: o bien disfrutar de la Vida Verdadera y para siempre en el cielo, o bien sufrir la condenación eterna en el infierno, o reparar nuestras faltas en el Purgatorio.





El Coronavirus es el instrumento para llamar a la puerta de cada conciencia

La apostasía idolátrica del Sínodo de la Amazonía, en especial la violación del primer mandamiento de la Ley de Dios, ha sido la gota que rebozó la copa de la justa ira de Dios. Y el Coronavirus es el instrumento que Él utiliza para llamar a la puerta de cada una de las conciencias sobre la faz de la tierra.

¿Será este llamado suficiente para que nos volvamos a Él y recordemos cuál es la razón de nuestra existencia, cuál es el verdadera meta de nuestras vidas?

O, por el contrario, ¿necesitaremos que el llamado sea más dramático o, dicho en otras palabras, que nos suceda algo peor?










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