En Defensa de la Fe


Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 17 de Febrero.




Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombreDichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre




Jeremías 17, 5-8

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor

 

Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto."




I Corintios 15, 12. 16-20

Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido

 

Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.




Lucas 6, 17. 20-26

Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!

 

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: "Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas."

 

 

Algunas reflexiones:

 

Dios no nos invita a desconfiar de los demás o a considerar las relaciones humanas como intrascendentes. El problema, según el mensaje del profeta Jeremías, no consiste en desconfiar de los demás (pues, sin confianza no habría vida social posible), sino en apartarse de Dios al poner la confianza en ciertos poderes humanos.  Por eso se subraya: Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.

 

¿Dónde están puestas nuestras raíces? ¿Cuál es el tipo de confianza que Dios nos pide? Desde la perspectiva bíblica, el ser humano sin Dios es fragilidad y caducidad. Es en Dios que encuentra su posibilidad de plenitud, de trascendencia y la fortaleza y lucidez que requiere para vivir sabia y piadosamente. La advertencia del profeta Jeremías es a desconfiar de las autoridades de su tiempo, que - devoradas por la corrupción - se han hecho débiles y se han separado del proyecto de Dios.  Quien no confía en Dios se vuelve estéril. Quien opta por Dios experimenta lo que propone el salmista: Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.

 

Por eso, a través de la segunda lectura, se nos insiste en buscar la dimensión de trascendencia. Aspirar a algo mejor de lo que se tiene aquí en este mundo, pero pasando responsablemente por este mundo. No se trata de asumir una actitud de irresponsabilidad frente a la construcción de la historia so pretexto de la aspiración a una vida eterna resucitada.

 

Todo el capítulo 15 de la 1ª carta a los corintios se centra en el tema de la resurrección de los muertos, ya que en la comunidad cristiana fundada por san Pablo se generan algunas dudas al respecto.  En este sentido, la afirmación de la resurrección (que hace san Pablo) no solo es la clave para vivir plenamente el cristianismo, sino la puerta a la plenitud de la dimensión de trascendencia. Cristo abre esta posibilidad a todos, por eso san Pablo afirma: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

 

Pero hay que hacer opciones. La Biblia es insistente en indicar que el ser humano está permanente confrontado, por las situaciones de la vida, a tomar decisiones. Estas decisiones pueden tomarse en un clima de unión con Dios o en un clima sin Dios. Son dos maneras de vivir. Desde la perspectiva de Dios, tales opciones van a definir la orientación de la vida de la persona.

 

Lo que el mensaje del evangelio de san Lucas quiere subrayar es la diferencia entre felicidad (Dichosos los que…) e infelicidad (Ay de los que…). Tanto en los salmos como en la literatura sapiencial bíblica, se considera ‘feliz’ a la persona que vive unida a Dios y cumple fielmente su ley. En oposición, los infelices son aquellos que – separados de Dios – pervierten su vocación fundamental: ser auténticamente humanos y dar gloria a Dios.

 

En definitiva, las bienaventuranzas nos presentan un proyecto de vida, que Dios nos sugiere para nuestra propia realización. Este proyecto de vida propuesto por Dios nos interpela desde la situación de inequidad, desigualdad y exclusión que las sociedades han generado, Por eso, el texto del evangelio está construido sobre la tensión entre los pobres y los ricos.

 

Sin embargo, los conceptos de pobreza y riqueza no se restringen, en este contexto, sólo a la dimensión material: El pobre no es automáticamente bueno por carecer de posibilidades y/o de oportunidades. Claro, hay que crear unas dinámicas sociales que le permitan lo que requiere para llevar una vida digna. El rico no es malo por el hecho de disponer sobradamente de bienes. Lo será, si – por egoísmo – cierra su corazón al necesitado.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 1

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

 

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

 

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

 

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.

 


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