En Defensa de la Fe


Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017

Te comparto la reflexión correspondiente al Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 12 de Febrero.



Alcanzar las metas propuestas es algo que todos deseamos. Pero sabemos que lograr esto requiere esfuerzo y pide tener unos focos de atención claros. Si perdemos los ‘focos’ y si no nos esforzamos, no llegaremos a nada. No basta con idear un proyecto, hay que entrar en el terreno de la acción.

 

Dios tiene un proyecto de salvación y actúa. Dios nos propone su PROYECTO y pide que nuestros proyectos entren en el suyo.



La corrupción reinante: ¡A qué grado de descomposición moral hemos llegado! Ignoramos a Dios; hacemos como si no existiera para seguir nuestros propios “proyectos”La corrupción reinante: ¡A qué grado de descomposición moral hemos llegado! Ignoramos a Dios; hacemos como si no existiera para seguir nuestros propios “proyectos”



Eclesiástico 15,16-21

No mandó pecar al hombre

 

Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones; Él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.

 

 

Subrayemos algunas ideas claves de este texto:

 

  • 1.     Vivir a la manera que Dios quiere es el proyecto; pero hay que quererlo. Si el querer no brota, la transformación no acontece.

 

  • 2.     La voluntad de Dios se sintetiza en aprender a amar, en amar efectivamente, en no confundir el amor de Dios con los reduccionismos que, frecuentemente, hacemos los humanos de este amor.

 

  • 3.     La vida se construye a través de pequeñas y grandes decisiones. Aprender a discernir y a tomar decisiones, desde los valores que Dios nos propone es crecer en la vida espiritual. Dios no nos manda pecar somos nosotros los humanos los que optamos por el mal.

 

Esta  lectura nos recuerda que el ser humano ha sido dotado de libertad y que haciendo uso de ella debe dar su respuesta a Dios. Dios propone al ser humano un proyecto y unos caminos que conducen a la verdadera felicidad, al desarrollo integral, a la vida plena, pero es el ser humano quien debe asumir la responsabilidad sobre la acogida o el rechazo de esta propuesta divina.

 

En la lógica del Antiguo Testamento, Dios le ofrece al ser humano los mandamientos como una ayuda valiosa para la toma de decisiones. Con ellos Dios señala el camino a seguir y, al mismo tiempo, alerta sobre el camino a evitar.  No hay que olvidarlo: los mandamientos no deben ser vistos como una carga, sino como una ayuda; pero la libertad humana entra en juego: Si quieres, guardarás los mandatos del Señor. No es fácil llegar al recto uso de la libertad. Hay que formarse para ello.

  

El libro del Eclesiástico (o de Ben Sirá) es un libro de tipo sapiencial. Presenta orientaciones de carácter práctico y enseña el arte de vivir y de ser feliz. Su autor parece haber sido un judío, que estaba convencido que la Ley (la Torá atribuida a Moisés) era una fuente de sabiduría.

 

El libro fue compuesto hacia el siglo II a. C. Recordemos que en esta época Alejandro Magno extendió su imperio y se apoderó de Egipto y de Palestina. Esto favoreció la extensión (imposición) de la cultura griega en muchos territorios. 

 

La influencia de la cultura griega aún persiste en nuestra cultura. Muchas grandes ideas y corrientes filosóficas han alimentado nuestra educación y nuestra manera de entender el mundo. No hay que ver esto como algo necesariamente negativo. En el mundo las influencias entre unos y otros son inevitables.

 

Con todo, volviendo a nuestra historia, la influencia griega en Palestina y sus alrededores fue provocando, en no pocos judíos, el olvido de su propia cultura, de sus propias tradiciones y de su religión. Muchos jóvenes abandonaron la fe de sus padres y fueron seducidos por esta cultura (que hoy llamaríamos ‘globalizadora’).  En este contexto, Jesús Ben Sirá escribe para ayudar a los israelitas a re-descubrir y re-enamorarse de su fe, de su cultura y de sus tradiciones, a fin de preservar la identidad del pueblo. Presenta, bajo un lenguaje sapiencial una pequeña síntesis de la religión tradicional y de la sabiduría de Israel.

 

El texto propuesto como primera lectura, hace parte de los capítulos 14 y 15 en los que el autor hace una reflexión sobre la felicidad y el camino para llegar a ella. Nos insiste en que Dios ha hecho al ser humano libre y que Él mismo se somete a nuestra libertad (podemos acogerlo o rechazarlo; caminar por sus sendas o salirnos de ellas).

 

Pero Jesús Ben Sirá nos dirá que si optamos por salirnos de sus sendas estaremos caminando hacia nuestra propia destrucción, pues la felicidad se haya sólo en Él. Por eso no pocos salmos rezan: muéstranos Señor, tus caminos… Pero hay que decidir, hay que optar. Este problema de la OPCIÓN ha inquietado al ser humano siempre (tanto desde el punto de vista de la teología como desde la filosofía). No podemos vivir sin tomar decisiones y, no pocas veces, no tomar decisión es ya tomar una decisión.

 

Para Jesús Ben Sirá y otras personas piadosas de Israel, el tema de la decisión está ligado a la historia, al curso de la historia de las personas y de los pueblos. Si el ser humano escoge el camino del egoísmo, del orgullo, de la violencia y de la autosuficiencia, separándose de Dios, está preparando un futuro (personal y/o colectivo) de muerte. Pero si, por el contrario, camina en el ‘temor de Dios’ estará construyendo su felicidad.

 

En esta misma línea vale la pena leer Deuteronomio 30, 15-20:

 

Moisés dijo al Pueblo: Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal; pues te ordeno hoy amar al SEÑOR tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus juicios, para que vivas y te multipliques, a fin de que el SEÑOR tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y los sirves, yo os declaro hoy que ciertamente pereceréis. No prolongaréis vuestros días en la tierra adonde tú vas, cruzando el Jordán para entrar en ella y poseerla. Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando al SEÑOR tu Dios, escuchando su voz y allegándote a Él; porque eso es tu vida y la largura de tus días, para que habites en la tierra que el SEÑOR juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.

 

La reflexión sapiencial está convencida de que cuando el ser humano acoge con amor y respeto las orientaciones dadas por Dios y se compromete con ellas, el pueblo es capaz de construir una sociedad más fraterna, más solidaria y justa. Pero, cuando el pueblo se separa de Dios, vienen la violencia, el egoísmo, la injusticia… y la sociedad se descompone.

 

Un detalle clave de esta lectura es la insistencia en que Dios respeta de manera absoluta la libertad del ser humano. Con ello subraya que el ser humano no es un títere en las manos de Dios, sino un sujeto que tiene en sus manos su propio destino y que su felicidad o infelicidad depende de sus decisiones.

 

Jesús Ben Sirá nos hace un llamado a comprender la experiencia de fe desde el horizonte de la responsabilidad.

 

Esta lectura puede conducirnos a una reflexión seria. Propongo algunos puntos:   

 

  • 1.     Existen muchos caminos; hay que discernir para no perderse. ¿Qué caminos estoy andando?

 

  • 2.     No podemos vivir humanamente sin asumir el riesgo del ejercicio de la libertad. ¿En qué consiste ser libre?

 

  • 3.     Es necesario formarse (educarse) para un ejercicio responsable y creativo de la libertad. ¿Me he educado para ello?

 

  • 4.     Siempre hay el riesgo de dejarnos llevar por ‘la corriente’ (es decir, lo que todos hacen) sin meditar en el sentido, el contenido y la desembocadura de esta corriente. ¿Cuáles son las corrientes dominantes en nuestra sociedad?

 

  • 5.     Se habla mucho de felicidad (siempre se ha hablado de ella), pero ¿Qué es? No todos están de acuerdo en el contenido de esta palabra. Incluso algunos dicen que no existe.



 

I Corintios 2,6-10

Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria

 

Hermanos: Hablamos, entre los santos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman." Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

 

 

Subrayemos algunas ideas claves de este texto:

 

  • 1.     La santidad no debe ser algo excepcional. Debe ser la preocupación de todo creyente. Ser santo es aprender a ser como Dios: amoroso, misericordioso, justo, recto, verdadero.

 

  • 2.     El contacto con Dios permite al creyente el acceso a una sabiduría enraizada y decantada en el amor. Esa sabiduría no la conocen quienes se dejan llevar por la prepotencia, por el deseo de poder y por el dominio del ego.

 

  • 3.     Lo que debe preocuparnos, en tanto que creyentes, es nuestra cercanía o lejanía de Dios, nuestra comunión o nuestra ruptura con su Espíritu Santo.

 

En esta lectura, ya en una perspectiva específicamente cristiana, San Pablo nos presenta el proyecto salvador de Dios. Es lo que él llama el ‘misterio’ de Dios revelado a todos en Cristo Jesús. Ese proyecto es LA SALVACION POR EL AMOR.

 

Recordemos que en esta 1ª Carta a los Corintios Pablo se esfuerza por distinguir la verdadera sabiduría de la falsa. Nos dice que la verdadera sabiduría viene de Dios y que se logra por la comunión del creyente con el Espíritu divino (es decir, el Espíritu Santo). Por eso en esta carta y también en la carta a los Romanos insistirá en que es necesario dejarnos guiar por el Espíritu Santo (Cfr. Carta a los Romanos capítulo 8).

 

La fe cristianas es, pues, para Pablo una experiencia de comunión espiritual con Dios y no una filosofía hecha simplemente de ideas. Ah, y la comunión con Dios sólo es posible en el amor, por eso – para Pablo – el único Maestro confiable de este tipo de sabiduría es Cristo, quien amó hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta la muerte en cruz.

 

 En la forma en que Pablo ve la historia humana como historia de salvación es claro que:

 

  • 1) Dios nos ha amado desde siempre y nos ha hecho un llamado para ser santos (la santidad es ser como Él en y por el amor);

 

  • 2) sólo el amor puede conducir al ser humano a la realización plena y a la felicidad total;

 

  • 3) en Jesucristo, Dios nos ha mostrado – en concreto – cómo debe ser comprendido y vivido el amor  [amar es dar la vida];

 

  • 4)  Dios no trata al ser humano como un títere, no lo obliga a hacer lo que no desea: cada uno debe tomar sus decisiones y asumir las consecuencias de las mismas;

 

  • 5) Lo que Dios hace es sembrar nuestro camino de señales orientadoras…  ¿sabemos identificar estas señales e interpretarlas correctamente?



  

Mateo 5,17-37

Se dijo a los antiguos, pero yo os digo

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ["No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.] Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.] Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.] Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno."

 

 

Subrayemos algunas ideas claves de este texto:

 

  • 1.     Dar plenitud a la ley es ir a su fundamento, a su espíritu.

 

  • 2.     La Ley de Dios (es decir, su instrucción) es una ayuda que nos ha sido dada, pero es necesario meditar sobre el contenido y el sentido que ella tiene y la forma como la actualizamos en nuestra vida.

 

  • 3.     Uno de los peligros, en relación con los mandamientos, es reducirlos a normas externas, a una especie de ‘recetario’ que hay que cumplir, aunque no se comprenda su sentido y su finalidad.

 

  • 4.     Ser mejor que los escribas y fariseos (frase pronunciada por Jesús) significa no sólo saber lo que hay que hacer, sino interiorizarlo y vivirlo en el amor.

 

  • 5.     Es necesario avanzar hacia la construcción de caminos de reconciliación y rescatar el sentido de la fraternidad.

 

  • 6.     Es fundamental cultivar el sentido del otro, reconocer al otro en la convivencia como un auténtico otro que es mi prójimo (próximo) y del cual yo me puedo hacer prójimo (próximo).

 

  • 7.     Hay que velar por la salvación del todo, aunque para ello haya que hacer algunos sacrificios (eso es lo que significan las frases: Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.)  

 

En realidad, este texto del evangelio viene a completar la reflexión de este domingo, proponiendo la actitud con que el creyente debe abordar el camino de los mandamientos (entendidos como ayudas y herramientas que Dios da al ser humano para su felicidad).   No se trata de cumplir reglas externas, sino de asumir una actitud profunda de adhesión amorosa a Dios y de solidaridad amorosa hacia el prójimo y hacer que esta sea la ‘base’ sobre la cual se construye el edificio de la vida.

 

Recordemos que seguimos meditando el Sermón de la Montaña (que Jesús pronuncia, en el evangelio de Mateo). Con el evangelio de Mateo nos debemos situar en el comienzo del cristianismo (más o menos hacia el año 80 del primer siglo de la era cristiana), en el desarrollo de las primeras comunidades cristianas (en este caso, la comunidad en la que participa el evangelista).

 

Dicha comunidad estaba formada por creyentes que venían del judaísmo, es decir, que estaban fuertemente influenciados por las tradiciones del pueblo de Israel y, por supuesto, por los mandamientos de la Tradición Mosaica, es decir, la Torá.

 

La pregunta que estos cristianos se hacen es más o menos la siguiente: nosotros que ahora vivimos la fe en Cristo,   pero que provenimos del judaísmo (es decir, somos judíos y al mismos tiempo cristianos) ¿continuamos obligados a cumplir la ley de Moisés? ¿Esa ley no quedó abolida con la presencia y la enseñanza de Jesús? Es claro que Mateo intenta conciliar las tendencias existentes:

 

1.     En la primera parte del texto, el evangelista afirma que Cristo no vino a abolir esa ley Mosaica, sino a darle cumplimiento y a revelar su verdadero sentido. Por tanto, la ley mosaica conserva su validez, pero debe ser entendida y asumida no como un conjunto de prescripciones externas, sino como expresión de una adhesión amorosa y total a Dios. Esto, responde, seguramente a las posturas de algún grupo de entre los fariseos que habían caído en una especie de casuística y pensaban que por el cumplimiento de las normas ya tenían garantizada la salvación. Esto los volvía autosuficientes y orgullosos.   Mateo quiere afirmar que la propuesta de Jesús va mucho más allá de esto, pues de lo que se trata es de asumir una actitud amorosa de comunión con Dios y de compromiso con su proyecto de salvación.

 

2.     En la segunda parte del texto, Mateo alude a 4 ejemplos concretos relacionados con esta nueva forma de entender la Ley de Moisés.

 

  • A.   El primer ejemplo tiene que ver con las relaciones fraternas (no se trata sólo de no matar, sino de aprender a reconocer al otro como hermano, tratarlo con delicadeza y renunciar a toda forma de hacerle daño, de herirlo). Se trata, entonces, de un respeto absoluto por el otro (sin importar si nos cae bien o mal). Por eso Mateo insiste en la urgencia de la reconciliación: “…si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliar con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.”

 

  • B.   El segundo ejemplo tiene que ver con el adulterio. Efectivamente, la ley de Moisés exige no cometer adulterio, pero la enseñanza de Jesús es clara: hay que ir más allá de lo mandado por la ley de Moisés. Hay que atacar el problema de raíz; hay que sanar el corazón humano, pues es allí donde se ‘cocina la vida’ y se toman las decisiones. Es a nivel del corazón donde se produce la auténtica conversión.

 

  • C.   El tercer ejemplo ser refiere al divorcio. Es claro que la ley de Moisés permite al hombre divorciarse (la postura es claramente machista. La mujer no podía hacerlo). Ahora bien, en la perspectiva de Jesús, el divorcio es un recurso extremo que no estaba contemplado en el plan original de Dios, pues su plan era la realización de un amor pleno, permanente y total.

 

  • D.   El cuarto ejemplo se refiere a la necesidad o no necesidad de jurar. La ley de Moisés pide que haya fidelidad a los compromisos y que esto sean sellados por un juramento (Cfr. Lev. 9,12; Núm. 20, 3; Dt 23, 22-24). Sin embargo, en la perspectiva de Jesús, la necesidad de jurar supone la existencia de un clima de desconfianza que es incompatible con la lógica del amor (la lógica del Reino de Dios). Si es Dios el que está en el corazón de la relación, entonces habrá un altísimo nivel de respeto, de confianza y de honestidad y por ello basta con decir SÍ o NO; no hay necesidad de hacer juramentos adicionales. Es lo que ha pasado con los contratos actuales, a los que hay que ponerles mil mecanismos de control y mil candados para que funcionen, para que se asegure su cumplimiento. Esto ya revela el grado de descomposición que hay. Aún con tantos candados ya vemos lo que pasa.

 

¿No son estos ejemplos un llamado a entrar en otro horizonte y en otra lógica de vida?    

 

 

Terminemos nuestra meditación orando con el…



 

Salmo 119

Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

 

Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor; / dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón. R.

 

Tú promulgas tus decretos / para que se observen exactamente. / Ojalá esté firme mi camino, / para cumplir tus consignas. R.

 

Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras; / ábreme los ojos, y contemplaré / las maravillas de tu voluntad. R.

 

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, / y lo seguiré puntualmente; / enséñame a cumplir tu voluntad / y a guardarla de todo corazón. R.



 

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