En Defensa de la Fe


Sexto Domingo de Pascua Ciclo C

Te comparto la reflexión correspondiente al Sexto Domingo de Pascua Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 1° de Mayo.




La liturgia de este domingo está centrada en la articulación de 6 temas (que son a la vez experiencias) claves:

 

1)   El discernimiento (Libro de Hechos)

 

2)   Lo esencial (Libro de Hechos)

 

3)   La presencia de Dios como experiencia espiritual fundamental (Libro del Apocalipsis)

 

4)   El valor de la promesa. (Evangelio de Juan)

 

5)   La venida del Espíritu Santo y la comunión espiritual con Él (Evangelio de Juan)

 

6)   La paz (Evangelio de Juan)




Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29

Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables

 

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: "Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de comer carne sacrificada a los ídolos, de sangre de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud."

 

 

Algunas reflexiones

 

La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta a la Iglesia naciente en crecimiento, pero confrontada con nuevas realidades y nuevos desafíos.

 

Van naciendo comunidades nuevas, pero muchos de sus integrantes no provienen del judaísmo, sino de diversos pueblos extranjeros, que hacen parte del imperio romano. No conocen las tradiciones judías, pero aceptan a Jesucristo. Entonces, surge la pregunta ¿deben hacerse primero judíos, conocer todas las tradiciones judías y observar minuciosamente la ley Mosaica (es decir, la ley de Moisés) o pueden vivir a la manera de Jesús sin tener que pasar por este camino de judaización? Algunos piensan que sí es necesario (son los cristianos llamados judaizantes) y otros que no. Pablo sostiene la segunda postura. 

 

El problema lleva a la necesidad de realizar un concilio. Hay que resolver el problema. Se trata del primer concilio de la Iglesia (El concilio de Jerusalén). Allí se llega a unas conclusiones sencillas, pero muy importantes para la vida posterior de la Iglesia:

 

  • Hay que ir a lo esencial,

 

  • No hay que imponerles a estos creyentes cristianos una carga innecesaria,

 

  • Los creyentes deben centrarse en Jesucristo, dejarse guiar por el Espíritu Santo y, además, deben asumir como suyo el proyecto del amor, del servicio y de una vida íntegra.

 

  • Se les recomienda, además, a los cristianos cuidarse de la idolatría.

 

Desde esta perspectiva, lo interesante de este relato es el discernimiento. Es fundamental discernir y aprender a discernir. Sin discernimiento podemos caer en la tentación de hacer lo primero que se nos venga a la cabeza o de permanecer en posturas obtusas, miopes y carentes de razonabilidad.

 

El problema que había que resolver no era sólo una cuestión de tradiciones, de costumbres o de disciplina interna, sino de saber si, desde el punto de vista teológico, la salvación debía pasar necesariamente a través de la Ley judía y si en Jesucristo era posible la salvación plena.

 

La comunidad cristiana de Antioquía no tenía claridad sobre el problema: Pablo y Bernabé sostienen que la relación viva, amorosa y honesta con Cristo es suficiente y que Él es camino seguro para llegar a Dios, para vivir la experiencia de la conversión y para lograr la salvación plena. La corriente de los judaizantes pensaban que no, que antes de acceder a Jesús había que hacer pasar a los nuevos creyentes por un proceso de judaización y que sin este proceso no era posible la salvación.

 

El texto nos muestra un proceso metodológico interesante:

 

  • 1. Ser capaces de reunirse para abordar el problema, en actitud de diálogo (recordemos que hay varias posiciones que reclaman escucha, comprensión y contextualización).

 

  • 2. Plantear el problema, identificar qué es lo que provoca el conflicto.

 

  • 3. Consultar a quienes están en capacidad de tratar el problema con seriedad y profundidad.

 

  • 4. Escuchar a las partes, pero dentro de una perspectiva propositiva. 

 

  • 5. Ir a lo esencial (aquí se trata de lo que es esencial en la fe, en la experiencia de Dios) y enfocarse en la solución: no sobrecargar a las personas con pesos innecesarios.

 

Esta decisión, tomada en el primer concilio de la Iglesia, es clave, porque ella permitirá cortar el “cordón umbilical” del cristianismo respecto del judaísmo y abrir la experiencia de la fe en Jesucristo a una perspectiva universal (realmente católica).  Además, nos llama la atención para no caer en la trampa de quedarnos en los ritos, de reducir la experiencia religiosa a prácticas rituales. La fe cristiana es, ante todo, una experiencia de vida fundamentada en la relación viva con la persona de Jesús.




Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

Me enseñó la ciudad santa, que bajaba del cielo.

 

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

 

 

Algunas reflexiones

 

Estamos en la parte final del libro del Apocalipsis (palabra que no significa catástrofe, sino revelación).  Ya – en esta parte del libro – el autor nos presenta, en un lenguaje simbólico - el resultado de todo el proceso de lucha entre el bien y el mal: Dios triunfa sobre el mal y nace una humanidad nueva, una creación nueva y definitiva, en la que ya no hay mal y el sufrimiento ha desaparecido. Esta es la esperanza que nos mueve y la tarea que tenemos en nuestras manos: trabajar (colaborar) para que la historia humana camine hacia esa gran utopía. ¿Lo estamos haciendo?

 

Esa creación nueva es lo que el autor presenta como la Nueva Jerusalén que baja del cielo (es decir, que es obra de Dios). En la presentación de esta nueva Jerusalén llama la atención la presencia del número 12: este número simboliza totalidad (lo viejo y lo nuevo; el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento; el antiguo pueblo de Israel y la Iglesia; las doce tribus de Israel y los doce apóstoles de Jesús).

 

No lo olvidemos, 12 significa totalidad: el amor de Dios es para todos, el plan de Dios quiere abarcar a la totalidad de la creación, nadie debe quedar por fuera (tenemos que aprender a construir el mundo desde una lógica incluyente).

 

Notemos que las puertas de la muralla de la que se habla están mirando hacia los 4 puntos cardinales (Estamos nuevamente en la idea de totalidad: quiere decir que todos los pueblos podrán venir y entrar a la salvación que Dios ofrece y encontrar allí – junto a Dios – la felicidad plena, que no es otra cosa, sino el resultado del encuentro pleno con Él. Por eso se habla del encuentro cara a cara con Él). Por eso ya no se necesita santuario (no vio santuario ninguno).

 

Se dice que toda la ciudad está bañada de luz: la luz indica la presencia divina (por eso en los íconos rusos siempre aparece luz tanto alrededor de la cabeza y/o el rostro de los personajes que son representados).  Dios y su Cordero (Jesucristo) son ahora la luz de la nueva creación.

 

El texto nos sugiere varias experiencias claves:

 

1.    El encuentro de Dios con la humanidad.

 

2.    La transformación de todo, la renovación de todo, los procesos de transformación.

 

3.    La universalidad del amor de Dios y de la salvación.

 

4.    La superación de las limitaciones históricas.

 

5.    La lucha contra el mal y la superación del mismo.

 

6.    El amor de Dios como respuesta ante el sufrimiento humano.

 

7.    La fuerza de la esperanza y de la utopía como motor de la vida.

 

8.    El trabajo que debemos hacer, en nuestro paso por la historia, para contribuir con este proceso de transformación que, sólo Dios podrá completar y llevar a plenitud.




Juan 14, 23-29

El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amárais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo."

 

 

Algunas reflexiones

 

En el texto del evangelio, Jesús está despidiéndose de sus discípulos y les insiste en mantenerse unidos a Él. ¿Qué han de hacer? Varios elementos son claves:

 

  • 1. Amar: esta es la experiencia fundamental.

 

  • 2. Guardar su Palabra: su enseñanza y todo lo que les ha mostrado acerca del Reino de Dios, es decir, de la presencia amorosa de Dios, que actúa transformando.

 

  • 3. Acoger la paz que Jesús da, y comunicarla (construirla) allí donde van a estar.

 

Estos tres aspectos continúan siendo actuales en la constitución de una manera auténticamente cristiana de vivir. Ellos pueden ayudarnos a hacer nuestra propia revisión de vida.

 

Ya, en estos textos del evangelio de Juan que venimos meditando, aparece clara la transición al tiempo del Espíritu Santo. Jesús debe irse y la vida del discípulo y de la iglesia dependerá ahora de la conexión (comunión) que tengan con el Espíritu Santo (en la perspectiva de los evangelios sinópticos, Jesús será asesinado por sus opositores. En la perspectiva del evangelista Juan, Jesús entregará su vida por la vida de muchos y volverá al Padre Dios, luego de haber cumplido su misión).

 

Interesante notar que Jesús no deja solos a sus discípulos. Ellos contarán en adelante con la asistencia del Espíritu Santo, que cumplirá varios roles:

 

1.    Los mantendrá en el amor (en el verdadero amor).

 

2.    Les recordará lo que Jesús les ha enseñado.

 

3.    Los confortará en las tribulaciones y dificultades.

 

4.    Los guiará a la verdad plena.

 

5.    Les dará el valor necesario para afrontar los peligros.

 

6.    Los capacitará para ser constructores de paz (una paz construida desde los criterios del amor, la compasión y la solidaridad. Por eso no es una paz como la da el mundo, que es una paz de las armas). 

 

Si la comunidad (y cada discípulo) se deja guiar por este Espíritu será progresivamente configurada con su maestro Jesús, al punto de que ella (y cada creyente) se transformará en signo vivo de Jesús allí donde esté. ¿Estará sucediendo realmente esto?  ¿Estamos atentos a la voz interior del Espíritu? ¿En qué espíritu acogemos al Espíritu?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 66

R/ Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

 

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

 

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

 

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.






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