En Defensa de la Fe


Sexto Domingo de Pascua Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Sexto Domingo de Pascua Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 26 de Mayo.




El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre.El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre.




Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29

Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables

 

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsaba y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: "Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud".

 

 

Algunas reflexiones

 

El libro de los Hechos nos presenta la controversia de los apóstoles con algunas personas del pueblo que decían que los no circuncidados no podían entrar en el Reino de Dios.

 

No nos asustemos por que se presenten controversias, polémicas, desacuerdos. Es imposible que no se presenten; tendríamos que pensar y sentir todos exactamente lo mismo. Lo importante es el espíritu en que ellas se tratan. Si hay espíritu de apertura, de deseo de comprensión de reconocimiento del otro, de respeto, de amor por la verdad, de deseo de encontrar la mejor solución posible y, sobre todo, de amor, las cosas saldrán bien. Para eso se nos pide ser dóciles al Espíritu Santo, dejarnos guiar por Él.

   

Este episodio es muy importante para comprender no solo la evolución de la discusión teológica, sino para comprender las transformaciones históricas que la Iglesia vive: la Iglesia no es una realidad congelada en el tiempo: camina en la historia, afecta a la historia con su acción y es afectada por la historia, por los contextos.

 

Por eso no se puede ser creyente ‘en el aire’, sino en el tiempo. A nosotros nos corresponde vivir en este tiempo (siglo XXI) y tenemos la responsabilidad de hacer dialogar el Evangelio con nuestra época; es un problema de sentido histórico de la fe.  ¿Qué elementos y prácticas del cristianismo deberían ser revisadas, transformadas y reconfiguradas, en esta etapa de cambio cultural que estamos atravesando?

 

Para seguir nuestra reflexión sobre esta lectura:

 

  • Hay que tener mucho cuidado con lo que se enseña. No todo lo que brilla es oro. Hay que discernir. Los procesos educativos son complejos y dejan honda huella. Todo esto vale también (y tiene gran importancia para lo que se enseña en materia religiosa: Debemos hacer una revisión responsable de los procesos de formación teológica y de los procesos catequéticos y sus contenidos, métodos y articulaciones con la vida de las comunidades cristianas actuales).

 

  • Hay temas, asuntos y situaciones que, por su complejidad, requieren el aporte de miradas diversas. La consulta es un excelente ejercicio, pero requiere de humildad, de apertura y de reconocimiento tanto de la complejidad de lo que se debe tratar como de las propias limitaciones y alcances. Hay que seguir fortaleciendo dentro y fuera de la Iglesia, los espacios y ejercicios de consulta, de diálogo, de discusión respetuosa y rigurosa.

 

  • Notemos la importancia que – ya en su época – tenían Pablo y Bernabé. Eran reconocidos por las comunidades cristianas. Nos interesa aquí resaltar los aspectos en los que se ancla este reconocimiento:

 

          1)  Han dedicado su vida a la causa de Jesucristo.

 

          2)  Viven una experiencia personal de encuentro con Jesucristo.

 

          3)  Han hecho (y están dentro de) su propio proceso de conversión.

 

         4)  Se sienten responsables (ante Dios) por sus comunidades (celo misionero y pastoral).

 

        5)  No están pensando en ellos mismos sino en el Proyecto de Dios revelado en Jesucristo.

 

          Estas características deben servirnos para evaluar nuestra propia experiencia y nuestro propio compromiso.  También pueden servir para evaluar el ejercicio pastoral de los líderes de las comunidades cristianas.

 

  • Llama la atención cómo las decisiones (pastorales—evangelizadoras, en este caso) no son solo el resultado de las capacidades intelectuales humanas o de los caprichos de los evangelizadores. En realidad, las decisiones evangelizadoras (las decisiones de fe, en general) son el resultado de un proceso de discernimiento en el que el(los) creyente(s) se deja(n) guiar por Dios, por su Espíritu.  ¿Ponemos en manos de Dios las grandes decisiones que debemos tomar? ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu?

 

  • Cuán importante es no cargar a otros (o no cargarse a sí mismo) con más cargas que las indispensables. Con frecuencia se nos olvida esto y terminamos maltratando a otros o maltratándonos a nosotros mismos.

 

 

Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

Me enseñó la ciudad santa, que bajaba del cielo

 

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

 

 

Algunas reflexiones

 

El libro del Apocalipsis nos cuenta que Juan (el Anciano) vio, en sus revelaciones, la nueva Jerusalén que bajaba del cielo. En realidad, el autor se refiere a la Iglesia: se trata de una iglesia con tres características fundamentales:

 

1.  Es triunfante, porque está fielmente unida Jesucristo.

 

2.  Es portadora de la gloria de Dios y, por tanto, responsable de que por su presencia y acción (su misión) la humanidad perciba esta ‘gloria de Dios’.

 

3.   No se ha dejado devorar por las lógicas ‘del mundo’ (entendiendo aquí mundo como las fuerzas contrarias a Dios).

 

Notemos que la Nueva Jerusalén que Juan describe en el Apocalipsis no necesita templo, porque Dios mismo estará allí, manifestando su gloria y su poder en medio de la comunidad constituida por los fieles seguidores de Jesucristo.

 

Ahora bien, el templo no es otra cosa que el símbolo de unas estructuras judías fuertemente clericalizadas y excluyentes. Lo que el autor quiere advertir es que a la Iglesia, nacida de Jesucristo, no le debe pasar lo mismo. Para ello, en lugar de estar centrada en prácticas excluyentes, debe estar centrada en Dios y en su Cordero (Jesucristo)…Entonces ya no necesitará otro tipo de luz, sino la que le viene de Dios, porque Dios estará en ella presente irradiando su amor. 

 

Para seguir nuestra reflexión sobre esta lectura:

 

  • Una ciudad capaz de traer (portar) la gloria de Dios. Eso es lo que se espera de la Iglesia (y de cada bautizado en particular) ¿Somos conscientes desde ser portadores y comunicadores de la gloria de Dios? Si no lo somos ¿Cómo podríamos decir que lo que hacemos es para ‘la gloria de Dios’?

 

  • Notemos que el autor está construyendo su visión alrededor del número 12: Doce puertas; 12 tribus; 12 basamentos; 12 Apóstoles. El número doce indica totalidad. La totalidad del pueblo de Israel (12 tribus) y la totalidad de la Iglesia (representada en los 12 apóstoles) = la totalidad del Antiguo y del Nuevo Testamento). Y todo esto está centrado en Cristo (El Cordero). El Cordero, que es Jesucristo, es la clave que le da sentido a TODO: a la totalidad de la historia; a las promesas del Antiguo Testamento, a la esperanza de que es portador el Nuevo Testamento, a la vida de la Iglesia.

 

  • Esta afirmación del autor es muy importante: Lo más importante no son los santuarios materiales. Ellos cumplen, claro está, una función, pero de nada sirven estos santuarios (estos templos) si el bautizado no se descubre y asume como templo vivo de Dios.

 

  • Ser iluminado por Dios para poder ser luz, para otros, en la historia humana. Esta debe ser una de las grandes preocupaciones del creyente cristiano. 

 


Juan 14, 23-29

El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado. Pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado". Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo".

 

 

Algunas reflexiones

 

En el pasaje del evangelio de Juan, Jesús, que se está despidiendo de sus discípulos, insiste en el vínculo que debe ser el fundamento de la experiencia de quienes han acogido Su propuesta acerca del Reino de Dios: el Amor. El amor ocupa el centro… Y Dios es amor.

 

Jesús sabe que no podrá estar por mucho tiempo acompañando físicamente a sus discípulos, pero tiene claro que hay otra forma de estar con ellos. Por eso los prepara para que aprendan a experimentarlo espiritualmente, a fin de que permanezcan fieles a Él y, en últimas, fieles al amor de Dios, que es Padre de todos. Por eso les promete el Espíritu Santo, que será – en adelante – la fuerza y el motor de la vida de cada discípulo y de la comunidad creyente.

 

Este Evangelio nos prepara de esta forma para acercarnos con corazón abierto a la fiesta de Pentecostés, la fiesta de la efusión del Espíritu Santo.

 

Para seguir nuestra reflexión sobre esta lectura:

 

  • Nos cuesta dejar ir a las personas que amamos. Queremos retenerlas. Sin embargo, todos estamos de paso. Debemos concentrarnos más en la huella que dejamos impresa en el corazón de los demás y en lo que aprendemos de aquellos que nos rodean, que – como nosotros – también dejarán esta existencia terrena.

 

  • Jesús quiere que seamos fieles a su palabra y que seamos testimonio del amor de Dios (Padre) en este mundo. Para ello, nos envía el Espíritu Santo para que nos ayude en el camino y nos mantenga unidos a Él.

 

  • El Espíritu nos ayudará a conocer mejor la Palabra de Dios y a ponerla en práctica. Pero esto no sucederá si no estamos atentos al Espíritu, si no somos dóciles a su acción y orientación dentro de nosotros.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 67

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

 

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

 

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

 

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

 


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