En Defensa de la Fe


Septimo Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017

Te comparto la reflexión correspondiente al Septimo Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A 2017, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2017, corresponde al Domingo 19 de Febrero.



El tema central de la liturgia de hoy (en las tres lecturas) es la santidad. El proyecto que se nos propone es entrar en comunión con Dios y aprender a ser como Él, es decir, llegar a ser plenamente amorosos. Es un aprendizaje que nos lleva toda la vida… Y no nos alcanza.

 

El camino para llegar a la santidad, para crecer en santidad y para vivir ‘santamente’ es el amor, pero el amor ‘a la manera de Jesús de Nazaret’: respeto por el otro; reconocimiento del otro; capacidad de hacerse próximo (prójimo) del otro; acogida, solidaridad y servicio. Un amor en el que prima la praxis sobre el discurso (aunque este sea atractivo).



“Dios puede hacerse presente a través de cada persona, y cada persona puede llegar a ser signo de Dios allí donde esté: La medida del amor es amar sin medida”“Dios puede hacerse presente a través de cada persona, y cada persona puede llegar a ser signo de Dios allí donde esté: La medida del amor es amar sin medida”



Levítico 19,1-2.17-18

Amarás a tu prójimo como a ti mismo

 

El Señor habló a Moisés: "Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tú hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.""

 

 

Algunos aspectos claves de esta lectura

 

  • 1.  El llamado a la santidad es para todos. Cada creyente, desde el estilo de vida que ha escogido y desde su cotidianidad, puede vivir santamente.

 

  • 2.  La gran motivación para la santidad es Dios mismo y la relación amorosa e íntima que Él mantiene con nosotros: “Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.”

 

  • 3.  Hay que poner mucho cuidado en el estado de nuestro corazón; si él se daña las relaciones se dañan.

 

  • 4.  Es muy difícil ‘amar bien’ a los demás si no nos amamos a nosotros mismos.

 

La primera lectura retoma un fragmento del llamado ‘código de santidad’ del libro del Levítico. Al tocar el tema de la santidad aparecen claramente dos temas:

 

  • 1) la santidad se da en nosotros como una participación en el ser de Dios: si estamos en comunión con Dios, Él nos participa de su santidad;

 

  • 2) La santidad tiene que ver con nuestra manera de convivir, es decir, tiene que ver con los otros, con nuestra manera de acogerlos, amarlos y caminar solidariamente con ellos por la vida. La santidad está mediada por la responsabilidad con el prójimo. Por eso el camino para la santidad comienza por el respeto a la vida y a la dignidad del otro. No somos sin los otros, no existimos sin los demás, no nos salvamos aislados… La experiencia creyente no debe transformarse en una carrera, en solitario, para pretender obtener (en lógica egoísta y autosuficiente) una especie de ‘diploma de grado’ llamado santidad.  


 

I Corintios 3,16-23

Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios

 

Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos." Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

 

 

Algunos aspectos claves de esta lectura:

 

1.  Meditemos sobre lo que significa ser habitado por Dios, ser ‘casa’ o ‘templo’ de Dios. ¿Qué se deriva de esto en el plano de nuestro estilo de vida? ¿Qué sentido da esto a nuestra vida?

 

2.  San Pablo establece una especie de tensión entre:

 

  • La Sabiduría humana (las grandes filosofías creadas por los humanos) y la sabiduría divina (El amor extremo que lleva a Jesús a la cruz).

 

  • La fortaleza humana (los grandes de este mundo, amparados en su poder) y la aparente fragilidad divina (revelada en Cristo crucificado, rechazado, abandonado).

 

  • La prepotencia humana (reflejada en grandes discursos, llenos de orgullo, pero desprovistos de amor) y la locura divina (reflejada en Cristo crucificado, en quien hay poco discurso pero total entrega).

 

¿Dónde nos situamos nosotros?

 

3.  Todo es nuestro (nos ha sido dado por Dios; Él nos lo ha confiado) y nosotros somos de Dios (somos sus criaturas, venimos de Él, vivimos en Él y caminamos hacia Él)

 

Si el ser humano es morada de Dios o templo de Dios, entonces cada persona es presencia de Dios en la historia. Dicho de otra manera: Dios puede hacerse presente a través de cada persona, y cada persona puede llegar a ser signo de Dios allí donde esté. De hecho, esto es lo que se espera de cada creyente: que sea signo de Dios. Lo puede hacer en su cotidianidad, a partir de las capacidades que Dios le dio. No necesita hacer cosas maravillosas. Lo que necesita es tomar en serio el amor, día a día.

 

Si cada persona es templo de Dios y morada de Dios, la comunidad creyente lo es con mayor razón. Una comunidad que cree en Dios, que lo celebra en la liturgia, que está en relación con Él por la oración, que asume su proyecto mediante el ejercicio de la misión, etc., se transforma en un gran signo colectivo de la luz de Dios en el mundo.

 

¿Qué podemos decir de nuestras comunidades cristianas? El desafío no era sólo para la comunidad cristiana de Corinto (del siglo I). Cada comunidad cristiana –allí donde esté – está llamada a abrazar este proyecto.

 

Lo que Pablo busca es advertir a los cristianos sobre los peligros que acechan a la comunidad:

 

  • 1.  Peligro de distracción: afirmamos que somos cristianos pero vivimos ocupados en todo menos en ello.

 

  • 2.  Peligro de olvido de la propia identidad: olvidamos lo que somos, perdemos de vista que somos ese templo de Dios.

 

  • 3.  Peligro de orgullo: transformamos la experiencia de fe en un instrumento para aparecer y alimentar el propio ego.

 

  • 4.  Peligro de comodidad: celebramos la liturgia cómodamente, pero cuando se trata de servir nos escondemos. Nos cuesta la entrega, la donación, el sufrimiento que se puede derivar de la misión. Por eso Pablo habla en la carta de Cristo Crucificado.

 

  • 5.  Peligro de insensibilidad: tal vez rezamos, pero poco tenemos que ver con los sufrimientos de los demás, con los marginados. Por eso Pablo habla en su(s) carta)s) de los pobres, de los que sufren, de los que requieren ser consolados.

 

Esta manera paulina de comprender la experiencia de fe nos invita a superar la tendencia a reducir la presencia de Dios a un lugar físico (templos, capillas, catedrales. Estas construcciones son interesantes y útiles pero no son lo esencial del cristianismo), y nos ayuda a entender que ‘si yo soy templo’ y si ‘el otro también lo es’, entonces, el lugar de ‘culto’ es toda la humanidad. Son las personas el verdadero lugar donde debemos y podemos dar culto a Dios. Por tanto, no es cuestión de lugar físico, sino de relación.        



 

Mateo 5,38-48

Amad a vuestros enemigos

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo evites. Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."

 

 

Algunos aspectos claves de esta lectura

 

  • 1.  “se les dijo… Ahora, yo les digo”: Con Jesús se produce un hondo desplazamiento; una nueva manera de vivir la experiencia de Dios; un nuevo estilo de vida.

 

  • 2.  El verdadero amor no tiene límites…siempre se puede ‘ir más allá’: “a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos”.

 

  • 3.  El amor a los enemigos es el gran reto, el gran desafío: “si amáis a los que os aman, (…) ¿qué hacéis de extraordinario?”

 

  • 4.   El llamado a la santidad se renueva (con otras palabras): “Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.”

 

En este texto, el evangelista Mateo insiste en lo que es fundamental en el proyecto cristiano: el amor.

 

  • Es un amor que supera el mandamiento antiguo, el cual contemplaba la posibilidad del odio al enemigo: “Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo…”

 

  • Es un amor con capacidad universal: no se restringe a un grupo de personas con las que se puede lograr cierta afinidad. El amor del que habla Jesús implica una postura de acogida, reconocimiento, respeto y cuidado de los otros, sin distinción.

 

  • Es un amor alimentado y afincado en valores claves: la transparencia, la verdad, la misericordia, la justicia, la solidaridad. Si hay verdadero amor habrá todo esto y más.

 

  • Es un amor que – respondiendo a nuestra naturaleza relacional – no puede brotar, crecer y expandirse sino en el contacto con los otros, por eso es un amor que sólo se da en la convivencia. Aprender a convivir aparece, entonces, como una tarea fundamental. No podemos convivir bien sin cuidar la calidad de nuestras relaciones.

 

  • Es un amor que no está preocupado tanto por los límites (no puedes hacer esto, no puedes hacer aquello), sino por la insondable capacidad de bondad que se puede desarrollar y desplegar para trasformar el mundo.

 

  • Es un amor que conduce a la santidad.

  

Para continuar profundizando

 

  • 1.  ¿En qué se fundamentaba la formación cristiana que recibí? ¿En el temor o en el amor?

 

  • 2.  ¿Cuáles son las ideas más comunes que la gente tiene sobre el amor y sobre la santidad?

 

  • 3.  Las catequesis y la formación que se proponen actualmente ¿nos preparan para el amor o nos mantienen en el temor y en el cumplimiento de ritos, celebraciones y prácticas desconectadas del horizonte de las relaciones con los demás?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



 

Salmo 103

El Señor es compasivo y misericordioso.

 

Bendice, alma mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios. R.

 

Él perdona todas tus culpas / y cura todas tus enfermedades; / Él rescata tu vida de la fosa / y te colma de gracia y de ternura. R.

 

El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia; / no nos trata como merecen nuestros pecados / ni nos paga según nuestras culpas. R.

 

Como dista el oriente del ocaso, / así aleja de nosotros nuestros delitos. / Como un padre siente ternura por sus hijos, / siente el Señor ternura por sus fieles. R.



 

¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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