En Defensa de la Fe


Primer Domingo de Cuaresma Ciclo C

Te comparto la reflexión correspondiente al Primer Domingo de Cuaresma Ciclo C, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2016, corresponde al Domingo 14 de Febrero.



La Cuaresma es un tiempo oportuno para revisar nuestras opciones de vida.  Las tentaciones siempre estarán presentes, vendrán, aparecerán y provocarán una especie de crisis en nosotros. Pero la crisis no es – necesariamente – algo negativo. Las crisis nos obligan a confrontarnos y a clarificar lo que realmente constituye nuestro horizonte de vida, nuestras decisiones mayores, nuestros valores y convicciones fundamentales.



Deuteronomio 26, 4-10

Profesión de fe del pueblo escogido

 

Dijo Moisés al pueblo: "El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios."

 

 

Algunas reflexiones

 

Un examen atento de nuestra vida (lo que sentimos, lo que pensamos, lo que hacemos, nuestros proyectos, etc.) nos permitirá identificar nuestros falsos dioses (nuestras idolatrías).

 

En el libro del Deuteronomio (descubierto en el Templo de Jerusalén en tiempo del rey Josías, hacia el año 622 a.C., según nos lo cuenta el 2º libro de los Reyes capítulo 22), los teólogos del Norte (Israel), quienes se encontraban refugiados en el sur del país (Judá) por causa de la persecución asiria, nos presentan los aspectos fundamentales de su reflexión teológica:

 

1.   La fe en un único Dios,

 

2.   Este Dios único merece reconocimiento, adoración, respeto, amor.

 

3.   La adoración debe hacerse en un único lugar (el templo de Jerusalén) [con esta norma se quería prevenir la propagación de cultos idolátricos en el país].

 

4.   Dios eligió al pueblo de Israel y quiso hacer con él una alianza eterna, una alianza de vida.

 

5.   Por haber sido elegido, ese pueblo debe permanecer unido [es la manera de lograr enfrentar y superar la división].

 

6.   La alianza no es algo automático; debe ser renovada por el pueblo, por cada creyente. Es una opción que debe hacerse “todos los días”.  

 

Ahora vemos claro por qué Moisés – en el libro del Deuteronomio –recuerda con insistencia al pueblo – antes de entrar en la Tierra Prometida- los deberes que tiene para con Dios.

 

El texto propuesto para hoy hace parte de un bloque mayor que presenta las normas y costumbres que el pueblo debe observar (practicar). Una de estas leyes pide que – en señal de reconocimiento y gratitud por los dones recibidos – el pueblo ofrezca a Dios los primeros frutos de su trabajo y renueve su fe y su adhesión a la Alianza (esta era una sociedad agrícola, sin embargo la actitud propuesta es para ser practicable en cualquier tipo de sociedad).

 

El gesto de ofrecer los primeros productos expresa tres elementos claves:

 

  • Gratitud hacia Dios.

 

  • Reconocimiento de que todo es don, y

 

  • No olvidar que a Dios debemos ofrecerle lo mejor (no las sobras).

 

Pero notemos que el ofrecimiento de los frutos va ligado a la confesión de fe (renovar la fe) y a un ejercicio de memoria (volver a repasar lo que Dios ha hecho por el pueblo).

 

Al celebrar la Eucaristía hacemos esto de otra manera: oramos con el CREDO (renovamos la fe). Lástima que se ha vuelto un acto mecánico, pero podemos rescatar su sentido. Y hacer memoria de lo que Dios ha hecho en nuestra vida personal (la oración, la meditación, son – en parte – para ello).

 

No olvidemos que una de nuestra mayores tentaciones es poner la esperanza y la seguridad de nuestra vida en realidades caducas, limitadas: dinero, poder, éxito, prestigio, imagen social, ciencia, técnica, etc. Todo esto es muy frágil. No es que estas cosas sean en sí mismas malas o negativas. No, pero son realidades muy limitadas e inciertas.

 

Al leer toda la Biblia podemos constatar, en diversos lugares, que el orgullo, la autosuficiencia y el egoísmo aparecen como obstáculos para alcanzar una verdadera comunión con Dios. Aún más, estas realidades afectan el corazón humano y llevan al hombre a alejarse de Dios, a prescindir de Él. Dios llega a ser visto como innecesario y hasta como un estorbo.  Pero Dios no es un estorbo, es la máxima posibilidad del ser humano y no es un antagonista, sino el compañero más fiel y amoroso con que podemos contar. Una pregunta puede quedar para nuestra meditación: ¿Hacia dónde puede ir un mundo que prescinde de Dios?



Romanos 10, 8-13

Profesión de fe del que cree en Jesucristo

 

Hermanos: La Escritura dice: "La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón." Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: "Nadie que cree en Él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará."

 

 

Algunas reflexiones

 

La carta a los Romanos, escrita por el Apóstol Pablo hacia el año 57-58 d.C., da testimonio de los esfuerzos que hacen Pablo y sus compañeros por consolidar la obra de la evangelización en un contexto en que la convivencia entre cristianos nacidos del judaísmo y cristianos surgidos de la gentilidad (es decir de los otros pueblos distintos de Israel) se hace difícil. Pablo escribe para subrayar no aquello que los distancia, sino aquello que los une y que puede servir de puente para un mejor entendimiento.  

 

Pablo insiste en que entre unos y otros debe primar el amor de Cristo que los hace capaces de acogerse y de reconocerse mutuamente.  Pablo subraya que el evangelio de Cristo (que él anuncia y en el que los creyentes – sin importar su origen – han sido bautizados) es la fuerza que congrega y salva a todos.  El apóstol recuerda que también hay un rasgo común: todos están (estamos) afectados por el pecado y todos necesitan (necesitamos) la salvación que Dios propone en Cristo Jesús. Por eso, lo que une a unos y otros es la fe en Cristo, que llega por el anuncio, que se hace posible gracias a la Palabra (que está cerca de ti, en tus labios y en tu corazón).

 

Esa Palabra viva que está en el corazón y en los labios es el mismo Jesús, que debe ser acogido, amado y seguido. Pero también, esa palabra es el mensaje (sobre Jesucristo) anunciado por el Apóstol y por sus compañeros. Sin ese mensaje la Iglesia no hubiera nacido… Sin ese mensaje la fe en Jesucristo no se hubiera fortalecido. Sin ese mensaje la Iglesia (que debe ser continuadora de la obra de Cristo) no se hubiera extendido por el mundo. Lo que es realmente decisivo es acoger la propuesta de salvación que Dios ha hecho en Jesús y hacerla vida, personal y comunitariamente.

 

La segunda lectura nos recuerda que en la Palabra de Dios, que es Palabra de Vida, está la verdadera sabiduría. Nos recuerda que la Palabra debe ser guardada en el corazón (sólo así se hace natural, espontánea y vital en nosotros). Finalmente, recuerda que el servicio de la predicación (el anuncio de la Palabra, el testimonio) es clave para suscitar la fe en otros. ¿Cómo (los otros) van a creer si nadie les predica?



Lucas 4, 1-13

El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

 

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan." Jesús le contestó: "Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»". Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo." Jesús le contestó: "Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él sólo darás culto»". Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»". Jesús le contestó: "Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»". Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

 

 

Algunas reflexiones

 

El Evangelio nos sitúa al comienzo de la actividad pública de Jesús de Nazaret.  Acaba de ser bautizado por Juan en el Jordán (signo de solidaridad de Jesús para con toda la humanidad): el Espíritu de Dios (El Espíritu Santo) ha descendido sobre Jesús y Él ha entendido que este don lo mueve a la misión.

 

Recordemos que no se trata de un reportaje, sino de un texto teológico que pretende ser una catequesis (una enseñanza de fe y vida) para el que lee y/o escucha este relato.

 

Esta enseñanza de Lucas nos muestra que también Jesús experimentó en su vida las tentaciones; también sintió en su vida la tentación del poder, la tentación de la vida fastuosa, del mesianismo “espectacularista”.  Recordemos que asumió en todo la condición humana. Pero Jesús supo confrontarse a sí mismo, supo darle a su vida una orientación desde la Palabra (notemos cómo cada respuesta de Jesús al Tentador está apoyada en un pasaje del Antiguo Testamento), supo permanecer fiel y superar, desde su amor a Dios Padre, las pruebas que fueron apareciendo en el camino de su vida (no nos llamemos a engaño: el texto de Lucas parece condensar todas las tentaciones en un solo momento, pero – sin duda – ellas lo acompañaron a lo largo de su existencia).

 

Veamos algunos aspectos que pueden ayudarnos a meditar:

 

1.   Jesús, en sus respuestas al Tentador, se sitúa en la lógica de Dios. Y nosotros ¿En qué lógica nos situamos? ¿Tenemos claridad sobre esta “lógica de Dios”?

 

2.   Jesús sabe que el pan material es importante, pero que también hay un pan espiritual que es aún más importante. ¿Buscamos alimento espiritual? ¿Dónde? ¿Cuál es ese alimento?

 

3.   Jesús no cae en la tentación de poseer. ¿De qué le sirve al ser humano tenerlo todo si se pierde a sí mismo? ¿Cuáles han de ser los criterios de relación del ser humano con las riquezas?

 

4.   Dentro de cada uno de nosotros puede habitar el deseo de tener poder para dominar, para controlar, para situarse por encima de los otros. Pero Jesús recuerda: “El que quiera ser el más importante que se haga el servidor de todos” ¿Qué tan buenos servidores somos?

 

5.   Podemos, también, ceder a la tentación de usar a Dios o usar los dones de Dios para brillar y ganar aplausos y admiración.  Pero ¿es para esto el don de Dios?

 

Lucas, al presentarnos el episodio de lucha de Jesús contra el Tentador (y las tentaciones) nos quiere animar a tener, como Jesús, una opción fundamental firme por Dios, por el Amor.  Ni el materialismo exacerbado, ni el poder que domina, ni el éxito fácil son el verdadero camino para la realización humana. Lo único que realiza al ser humano es el Amor.

 

La postura de Jesús no es un rechazo de estas realidades (los bienes materiales, el poder, el éxito), sino su purificación:

 

Una cosa es la justa valoración de los bienes materiales y otra el materialismo consumista e injusto;

 

Una cosa es el poder en función del bien común (poder de servir) y otra cosa es el poder abusivo, subyugante, arbitrario (poder para dominar);

 

Una cosa es la fama fácil y la lógica del éxito y otra cosa es ser reconocido por lo que se es y por lo que de Dios se revela en cada uno de nosotros.

 

Jesús nos propone un cambio de lógica, de paradigma, de “chip”.

 

Un examen de las tentaciones nos ayudará a comprender que la principal lucha que tenemos no se libra fuera de nosotros, sino en nosotros: el orgullo, la autosuficiencia, el egoísmo, la insensibilidad, la falta de solidaridad… Todo esto acontece en nosotros. Por eso el verdadero cambio debe darse de dentro hacia fuera, pues de fuera hacia dentro lo que tendremos son pequeñas reformas, pero nada de fondo.  

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…



Salmo 90

Permanece conmigo, Señor, en la tribulación.

 

Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti." R.

 

No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. R.

 

Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. R.

 

"Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré." R.

 



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