En Defensa de la Fe


Fiesta del Bautismo del Señor Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente a la Fiesta del Bautismo del Señor Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 13 de Enero.



“Haz esfuerzos para no vivir en ti, sino en mí” (Él y Yo, 827) Esta frase de Jesús a Gabriela Bossis pueden resumir perfectamente la liturgia de este domingo centrada en el Bautismo de Jesús. Del bautismo de Jesús debemos ‘saltar’ a nuestro bautismo en Jesús, pues la liturgia debe llevarnos a tomar conciencia de la articulación que hay entre estos dos acontecimientos.



Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.



Veamos las lecturas.



Isaías 42, 1-4. 6-7

Mirad a mi siervo, a quien prefiero

 

Así dice el Señor: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre Él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas".



Hechos de los Apóstoles 10, 34-38

Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo

 

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él".




Lucas 3, 15-16. 21-22

Jesús se bautizó. Mientras oraba, se abrió el cielo

 

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego." En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto".

 

 

Algunas reflexiones

 

¿Qué sentido tiene el bautismo de Jesús y el bautismo en Jesús? Las lecturas de este día nos ofrecen algunas pistas para reflexionar sobre estas dos preguntas.

 

El profeta Isaías, nos habla de un Siervo (servidor) de Dios, que ha sido escogido para una misión. La relectura cristológica del Antiguo Testamento, por parte de los creyentes cristianos ha identificado a Jesús como el Servidor fiel de Dios. Aplicado esto a nuestra condición de bautizados en Cristo nos revela varias cosas:

 

  • Estamos invitados a contemplar a Jesucristo, pues, para los cristianos, Él es el auténtico y fiel servidor de Dios. Él mismo lo afirmó: “Porque yo no he bajado del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado.” (Jn 6, 38). 

 

  • Al ser bautizados en Jesús y permitiendo que Él habite en nosotros, nos vamos transformando nosotros mismos en servidores: Servidores de Dios, servidores de su proyecto de salvación (El Reino de Dios), servidores de los demás.  

 

  • Jesús es el servidor fiel en quien Dios ha puesto su Espíritu (“bajó el Espíritu Santo sobre Él”). Asimismo, Él es quien, a su vez, comunica el Espíritu divino a quienes abran su corazón a la gracia (“Él os bautizará con Espíritu Santo”).

 

  • Al ser bautizados en Jesús somos constituidos templos vivos del Espíritu de Dios y comunicadores de este mismo Espíritu: “¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes?” (1ª Corintios 6,19).

 

  • El ser constituidos templos vivientes del Espíritu Santo nos sitúa en perspectiva misionera: tenemos una tarea, que está estrechamente ligada a la justicia, al derecho y a la rectitud: “Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra”    

 

Hemos sido llamados a ser servidores de Dios y, para ello, Dios nos asiste con su Espíritu, para llevar a cabo – fiel y dignamente – la misión que Él nos confía. Se trata de una misión que debemos discernir en nuestro propio contexto.  Allí donde el cristiano esté tiene la tarea de hacer presente con su vida la actitud misericordiosa de Dios para con la humanidad.

 

Pero ¿cómo podrá el cristiano vivir seriamente esto si no toma conciencia del significado de su bautismo? Solo si el cristiano vive una experiencia personal del amor de Dios, de su misericordia y de su cercanía, podrá – con su testimonio – ser signo y presencia de Dios para quienes entren en contacto con él.

 

En un mundo plagado de desigualdades, injusticias e inequidades, la existencia del cristiano (y la presencia y acción de la Iglesia) debe promover la solidaridad y la justicia social. La práctica de la justicia y el compromiso por la construcción de una sociedad más humana y fraterna no es un añadido a la condición de bautizados, sino constitutivo del ‘ser cristiano’.

 

Desde esta perspectiva, podemos entender la intención de la liturgia al proponernos como segunda lectura el texto del libro de los Hechos de los Apóstoles. La intención central de este relato es afirmar de manera directa quién es Jesús:

 

  • Él es el Ungido de Dios, habitado plenamente por el Espíritu Santo.

 

  • Él es quien ha pasado por este mundo haciendo el bien y venciendo al mal.

 

  • Él ha podido vencer al mal, porque “Dios estaba con Él”.

  

En consecuencia, el seguimiento de Jesús (ser su discípulo) no depende de requisitos externos de raza, nacionalidad, condición social, etc., sino de la pureza del corazón, de la honestidad interior, de la disposición hacia el amor y la justicia y de asumirse como templo suyo: “Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.”

 

En este sentido, san Lucas (autor del libro de los Hechos y del Tercer Evangelio) busca afirmar que el mensaje de salvación, vivido y anunciado por Jesús, es para todos. Nadie es excluido…pero cada persona deberá acogerlo de manera consciente y comprometerse con él.

 

El mensaje del autor del libro de los Hechos de los Apóstoles nos deja claro que la única exigencia para ser partícipe de la obra de Dios es iniciar un proceso sincero de cambio y esforzarse por permanecer en él. Este proceso de cambio consiste en dejarnos transformar por Dios, que nos saca del egoísmo y nos conduce al amor, que se traduce en servicio.  A ejemplo de Jesús, todo bautizado tiene la tarea de «pasar por la vida haciendo el bien» no como resultado de un esfuerzo altruista, sino como consecuencia de ser habitado y animado por Dios.

 

El texto del evangelio de Mateo nos recuerda que el creyente cristiano (el bautizado) deberá conectarse con la misma actitud y preocupación de Jesús: discernir, identificar y realizar, en la cotidianidad de su vida, la voluntad de Dios Padre. Es esta comunión con la Voluntad de Dios y esta permanencia en ella la que nos transformará en auténticos ‘hijos’ suyos. Entonces Dios podrá decir ‘Este (también) es mi hijo, muy amado…”

 

La liturgia de hoy se ha centrado en el bautismo y en el significado de nuestro bautismo en Jesucristo. “El bautismo provoca y muestra la actitud de toda persona abierta a la divinidad y voluntad de Dios; y hace asumir, como modo normal de vida, el llamado a ser hijos de Dios, identificándonos en todo con el Padre y procurando, con nuestro actuar, hacer presente la justicia y el amor de Dios.” (Servicios koinonia). Por tanto, el bautismo no se reduce a un rito… El rito expresa algo mayor: la entrada en relación con el Dios de la vida.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 


Salmo 29

El Señor bendice a su pueblo con la paz.

 

Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.

 

La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. R.

 

El Dios de la gloria se ha dejado oír. En su templo un grito unánime: "¡Gloria!" El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno. R

 


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