En Defensa de la Fe


Epifania del Señor (Año A)

La siguiente es la reflexión correspondiente a la Fiesta de la Epifania del Señor (Año A), con respecto a las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este Domingo.



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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 5 de Enero.

 

La palabra Epifanía aplicada a Jesús alude a su manifestación a toda la humanidad: esta manifestación universalista significa que la salvación de Dios no está hipotecada a un solo pueblo, sino que hay más «Pueblos de Dios». En el fondo, todos los pueblos son de Dios. No podemos identificar sin más (reduccionistamente) al Pueblo de Dios con el cristianismo o con el pueblo judío. Toda la humanidad es el pueblo de Dios.

 



Isaías 60:1-6

1 ¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!2 Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!
3 Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso. 4 »Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde lejos; a tus hijas las traen en brazos. 5 Verás esto y te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo; porque te traerán los tesoros del mar y te llegarán las riquezas de las naciones. 6 Te llenarás con caravanas de camellos, con dromedarios de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá, cargando oro e incienso y proclamando las alabanzas del Señor.

 



Te comparto algunas ideas para resaltar de la lectura anterior:

 

  • Este texto forma parte del llamado Tercer Isaías. El tema general del fragmento es un canto y un poema en honor de Jerusalén, Ciudad de Dios, entendida como aquella que deberá irradiar la luz de Dios a las naciones.

  • Jerusalén acaba de salir de su humillación (fue destruida por Nabucodonosor y sometida al exilio en Babilonia). Al volver del exilio debe emprenderse la tarea de la reconstrucción completa.

  • La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia.

  • Cuando el grupo de exiliados volvió a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo incendiado. Frente a esta realidad dramática unos se desanimaron completamente, otros vieron esta realidad como reto, como desafío, como posibilidad, como invitación, como compromiso.

  • Algunos optaron por pensar sólo en sí mismos y se dedicaron a reconstruir solamente sus casas. Ante esta actitud aparecieron personajes como Esdras y Nehemías que, abriéndoles los ojos, hicieron entender a las personas y a los grupos que el proyecto era más grande: reconstruir el país.

  • Ellos insistieron en una convicción fundamental: sin la fe en Dios esta reconstrucción sería imposible. Por eso dedican los primeros esfuerzos en reconstruir el templo: para significar la centralidad que Dios tenía en esta tarea. Debían aprender a confiar en la presencia amorosa de Dios y en su fidelidad.

  • El profeta Isaías anima la fe del pueblo, lo invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo e invita a los habitantes a buscar (y dejarse llenar de) la sabiduría de Dios, con la cual se lucharía contra el mal.

  • Para la época del profeta Isaías el alcance de este proyecto se restringía al pueblo antiguo de Israel. La experiencia espiritual y la reflexión teológica irá ampliando este proyecto a toda la humanidad. San Pablo (Segunda lectura) afirma que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”. Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción. Es un plan que se realiza en clave de familia humana y no en la lógica de unos favorecidos y otros excluidos.

 

 

Carta de San Pablo a los Efesios 1,3-6.15-18.

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. Por eso, habiéndome enterado de la fe que ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los hermanos,
doy gracias sin cesar por ustedes recordándolos siempre en mis oraciones. Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos.

 



Te comparto algunas ideas para resaltar de la lectura anterior:

 

  • Dios nos ha bendecido en Cristo. Jesucristo es – desde la perspectiva propia de la fe cristiana – el gran Mediador de salvación.

  • Dios nos ha elegido para que seamos santos e irreprochables, por el amor. Lo que Dios nos propone en Jesucristo es un proyecto de vida. Ese proyecto es la santidad. La santidad sólo es posible en, por y desde el amor. La transformación de la persona por el amor es la santidad.

  • San Pablo aprende a ver la acción de Dios en las comunidades creyentes, por eso puede escribir: “Doy gracias sin cesar por ustedes, por su fe”. Reconocer la acción de Dios en otros y la riqueza de la fe de esos otros es importante.

 


  • “Que Dios les conceda un espíritu de sabiduría y les permita conocerlo verdaderamente” Esto es lo que San Pablo pide para todos los cristianos. Es lo que debemos pedir también para nosotros.

 

 

Evangelio según San Juan 1,1-18.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

 

Te comparto algunas ideas para resaltar del Evangelio anterior:



  • En la Palabra está la vida. Esta Palabra es Jesucristo. Debemos tener cuidado para no reducir el concepto teológico de Palabra simplemente a su acepción gramatical. Además, debemos meditar sobre el tipo de vida del que se trata aquí. No es solamente el concepto biológico de vida.

 

  • La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron. La lucha entre luz y tinieblas aparece en todas las culturas antiguas. A través de ella se expresa la tensión entre el bien y el mal. Esa lucha existe dialécticamente en la historia humana; ninguna persona puede sustraerse a este problema.

 

  • “Juan vino para dar testimonio de la luz (Jesucristo), para que todos creyeran por medio de él”. Esta misma tarea encomendada a Juan (Bautista) puede (y debe) ser asumida por todos los creyentes cristianos. ¿La estamos asumiendo? ¿Lo hacemos con lucidez?

  • “La Palabra (Jesucristo) estaba en el mundo y el mundo no la reconoció… no la recibió”. Este reproche sigue siendo actual. Dos temas aparecen con frecuencia en la Biblia: el de la acogida de Dios y de sus dones y el del reconocimiento de la presencia y la acción de Dios en la historia humana. Estos dos temas siguen siendo desafíos para el creyente actual.

 

  • “A todos los que recibieron la Palabra se les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”. En la “doctrina” cristiana fundamental se nos insiste que “Por el bautismo nos hacemos Hijos de Dios”. Pero ¿tenemos conciencia de lo que es ser bautizados? ¿Entendemos bien en qué consiste esta filiación?

 

  • “La Palabra de Dios se hizo carne (se hizo persona) y habitó entre nosotros”. El tema de la encarnación es clave. Asumir la condición humana. Esta es la primera tarea de toda persona: asumir su condición humana y – desde ella – vivir la experiencia de la comunión con Dios. Esta experiencia es la que lleva – según la fe – nuestra humanidad a su plenitud.

 

  • “De la plenitud de esta Palabra (de la persona de Jesús), todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia”. Es lo que san Pablo ha tratado de expresar con el himno de la Carta a los Efesios (segunda lectura). Esta participación en los dones de Dios está inexorablemente ligada a una gran responsabilidad, pues los dones están siempre en función de una misión de una tarea en el mundo.

 

  • “Nadie ha visto jamás a Dios. Es Jesucristo, el Hijo, quien lo ha revelado”. Esta es una de las maneras en que los creyentes del cristianismo primitivo comprendieron a Jesucristo: (su misión y su identidad): Él es quien muestra (revela) el verdadero rostro de Dios.

 



Sumarizo con un par de comentarios generales sobre las lecturas para este domingo, Fiesta de la Epifanía del Señor (Año A):

 

  • El evangelio según san Juan confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa esta misma universalidad por medio del relato (y la figura) de los Reyes Magos. San Mateo articula en su relato tanto la salvación del pueblo judío (anunciada en el AT) como la salvación de toda la humanidad. El relato de los reyes Magos es claramente simbólico.

 

  • “La epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual”. La Iglesia (las iglesias) no puede(n) transformarse en un club, esto es, en un(os) grupo(s) cerrado(s) que solo vela(n) por su bien y se cree(n) la comunidad perfecta. La iglesia (las iglesias) es(son) instrumento de irradiación del plan de Dios, de la lógica y valores de lo que teológicamente se ha llamado el Reino de Dios. Esta lógica dista mucho de una actitud proselitista que impone a todos la misma religión. Si así fuera no tendría sentido el diálogo interreligioso y la libertad religiosa. Hay que tener cuidado para no confundir las cosas.

 



Terminemos nuestra meditación orando con el...

Salmo 147

¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
a tu Dios alaba, oh Sión!
Dios refuerza las trancas de tus puertas
y bendice a tus hijos dentro de ti;

Dios guarda en paz tus fronteras,
te da del mejor trigo en abundancia.
Él envía su mensaje a la tierra,
su Palabra corre rápidamente;

A Jacob le revela su palabra,
sus leyes y sus juicios a Israel.
Con ningún otro pueblo ha actuado así,
ni les dio a conocer sus decisiones.
¡Aleluya!


Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:

 

Dios, Padre nuestro, haz que quienes te buscamos sepamos leer los signos que Tú pones en nuestro camino y te encontremos. Haz que quienes ya te han encontrado pasen por este mundo irradiando tu sabiduría y puedan contemplar un día la gloria de tu rostro. Amén.

 



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