En Defensa de la Fe


Domingo de Ramos Ciclo B

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo de Ramos Ciclo B, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2015, corresponde al Domingo 29 de Marzo.




Libro de Isaías 50,4-7.

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, Él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.





Carta de San Pablo a los Filipenses 2,6-11.


Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".





Evangelio según San Marcos 14,1-72.15,1-47.

Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle.2Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo.»3Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza.4Había algunos que se decían entre sí indignados: « ¿Para qué este despilfarro de perfume?5Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres.» Y refunfuñaban contra ella.6Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí.7Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre.8Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.9Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.»10Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo.11Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno.12El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: « ¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?»13Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle14y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?"15El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.»16Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.17Y al atardecer, llega él con los Doce.18Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.»19Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: « ¿Acaso soy yo?»20El les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato.21Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»22Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.»23Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella.24Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.25Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»26Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.27Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.28Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.»29Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.»30Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.»31Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Lo mismo decían también todos.32Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»33Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia.34Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.»35Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora.36Y decía: « ¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»37Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar?38Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»39Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras.40Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle.41Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 42¡Levantaos! ¡Vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»43Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.44El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.»45Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso.46Ellos le echaron mano y le prendieron.47Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja.48Y tomando la palabra Jesús, les dijo: « ¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos?49Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.»50Y abandonándole huyeron todos.51Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen.52Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.53Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se reúnen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.54También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba sentado con los criados, calentándose al fuego.55Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban.56Pues muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios no coincidían.57Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio:58«Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.»59Y tampoco en este caso coincidía su testimonio.60Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: « ¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?»61Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: « ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?»62Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.»63El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: « ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?64Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte.65Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes.66Estando Pedro abajo en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote67y al ver a Pedro calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de Nazaret.»68Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo.69Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.»70Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos pues además eres galileo.»71Pero él, se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!»72Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar.151Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.2Pilato le preguntaba: « ¿Eres tú el Rey de los judíos?» Él le respondió: «Sí, tú lo dices.»3Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.4Pilato volvió a preguntarle: « ¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.»5Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.6Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.7Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.8Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.9Pilato les contestó: « ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?»10(Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)11Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás.12Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?»13La gente volvió a gritar: « ¡Crucifícale!»14Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»15Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.16Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte.17Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen.18Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!»19Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.20Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.21Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.22Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.23Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.24Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.25Era la hora tercia cuando le crucificaron.26Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»27Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.29Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: « ¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, 30¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»31Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. 32¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él estaban crucificados.33Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.34A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - « ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»35Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.»36Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.»37Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.38Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.39Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»40Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé,41que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.42Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado,43vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.44Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.45Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José,46quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.47María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.



Te comparto algunas reflexiones acerca de las lecturas anteriores:

 

Ir hasta las últimas consecuencias en el amor y en la responsabilidad que de él brota es el mensaje fundamental de la celebración del domingo de ramos.

 

Notemos que hay una relación estrecha entre la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y el drama de la pasión y de la muerte en cruz. El triunfo sobre el mal y sobre el egoísmo solo es posible pasando por la donación de sí mismo y asumiendo el sufrimiento que la fidelidad a este proyecto puede provocar.

 

Dar la vida puede hacerse de diversas formas, pero en el caso de Jesús de lo que se trata es de dar la vida por amor. En esta perspectiva la propuesta de las lecturas de hoy es coherente.

 

La primera lectura sacada del libro del profeta Isaías, nos presenta uno de los cuatro poemas que nos hablan de un personaje misterioso llamado el Siervo de Yahvé. No sabemos con exactitud quién era este siervo. Algunos dicen que era el profeta Isaías, otros dicen que era el profeta Jeremías, otros aún dicen que se trata de todo el pueblo de Israel. Lo cierto es que este personaje de la lectura profética Isaiana pasó a ser el modelo del fiel servidor de Dios.

 

Como se puede ver por la lectura, su misión tuvo que ver con la Palabra de Dios que él comunicó al pueblo. A causa de su misión, tuvo que sufrir. Parece que su vida terminó en el fracaso (por lo menos desde el punto de vista humano). Sin embargo, la teología va más allá y descubre en esta figura y en esta misión un valor redentor (rescate). Es por esto que los poemas conocidos como Cánticos del Siervo de Yahvé contenidos en el libro del profeta Isaías, son retomados posteriormente por los cristianos y aplicados, con justa razón, a la persona de Jesús.

 

El texto de la primera lectura corresponde al tercer cántico y allí el profeta Isaías nos presenta al siervo de Dios dando testimonio de la Palabra de Dios en medio de las naciones. Queda claro que a pesar del sufrimiento y de la persecución el servidor confía en Dios y lleva a cabo su misión. De hecho los primeros cristianos vieron en este personaje misterioso un pre-anuncio de Jesús. Para el creyente cristiano Jesús es el Siervo perfecto de Dios que realizó con toda su vida (palabras y obras) aquello que el siervo de aquellos cánticos del antiguo testamento anunciaban.

 

Llegar a ser servidor de Dios es la aspiración profunda de todo cristiano. ¿Acaso no hablamos de esto frecuentemente en la Iglesia? Debemos preguntarnos: ¿Corresponden nuestros discursos sobre el servicio con la acción?

 

La misión que este siervo debe desarrollar tiene que ver claramente con el anuncio de la Palabra divina, por eso se insiste tanto en la actitud de escucha de esta Palabra, en la obediencia a su contenido y en la acción coherente que transforma la Palabra en obra. Preguntémonos: ¿Escuchamos atenta y respetuosamente la Palabra de Dios?, ¿Pasamos de la escucha a la obediencia?, ¿Nos aseguramos de alcanzar una adecuada comprensión, interpretación y actualización de la Palabra de Dios?

 

El texto insiste en que, en la vida del Siervo de Dios, hay una dimensión de sufrimiento. El Siervo sufre por causa de las resistencias que los destinatarios de la Palabra ponen a la acción de Dios. Sufre también porque por causa de esta misma Palabra es perseguido, rechazado y humillado. Preguntémonos: ¿Puedo decir que conozco esa dimensión de sufrimiento que brota de la misión?

 

Lo que mantiene fiel al Siervo es la experiencia de la cercanía amorosa de Dios, que lo acompaña y lo fortalece. El Siervo ha puesto su confianza en Dios y sabe que, a pesar de las contradicciones, no será defraudado. El creyente vive de la certeza de no estar solo en el camino del bien y que su esfuerzo está acompañado por la gracia de Dios.

 

La segunda lectura es un himno cristológico muy bonito y profundo. Él sintetiza de manera admirable la vida de Jesús. Nos dice que Jesús no fue ni orgulloso ni arrogante.

 

Al contrario, Él escogió el camino de la humildad, de la obediencia, del abajamiento y la donación para vivir con sentido su paso por el mundo y para realizar en sí mismo la Voluntad de Dios.

 

Es este el camino propuesto a todos los cristianos, pues seguir a Jesús no es otra cosa sino continuar en la propia vida la vida y la misión de Jesús. Por eso san Pablo insiste a los cristianos en su vocación diciendo: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2, 5).

 

La comunidad cristiana fundada por Pablo en Filipos era una comunidad entusiasta, generosa y comprometida; atenta a las necesidades de los hermanos (de las otras comunidades) y de los misioneros (de hecho, ayudaron mucho a san Pablo en su servicio apostólico). Preguntémonos: ¿Tienen nuestras comunidades cristianas estas características de la comunidad de Filipos, es decir, son entusiastas, generosas y comprometidas?

 

Sin embargo, el orgullo podía amenazar el verdadero espíritu de la comunidad cristiana y del seguidor de Jesús. Delante de este peligro san Pablo les recuerda a los cristianos de Filipos quien es Jesús y el espíritu con el cual Él vivió y actuó: humildad, generosidad, abajamiento, sacrificio. Es esto lo que Pablo quiere de las comunidades cristianas que él acompaña. Preguntémonos: ¿No es este el espíritu que debe habitar al interior de la Iglesia?

 

Con este himno Pablo toca lo fundamental de la espiritualidad cristiana: los sentimientos y las tendencias de los cristianos deben ser los sentimientos y las tendencias de Jesucristo.

 

 Preguntémonos: ¿Qué podemos decir de este proyecto cristológico que nos propone san Pablo?  

 

El himno pone el acento en el abajamiento y el despojamiento de Cristo: Él no afirmó con arrogancia su condición divina, sino que aceptó con amor asumir la condición humana para servir y dio su vida para revelar a la humanidad el Amor de Dios.

 

San Pablo insiste en que Jesús llegó a aceptar una muerte infame con tal de cumplir la misión encomendada por Dios Padre. A los  ojos humanos esta donación (y muerte en cruz) puede ser interpretada como un fracaso. Sin embargo, a los ojos de Dios esa donación y ese aparente fracaso son un acto de realización y de libertad plenos.  Una donación que despunta en la resurrección, en la gloria y en el reconocimiento.

 

 Por eso: “Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor"”. 

 

Preguntémonos: ¿Cómo vivimos el hecho de esta donación amorosa de Jesús?, ¿Hacemos verdaderos esfuerzos en nuestras comunidades para vivir estos dinamismos de Jesús?

 

El texto del evangelio nos introduce en la pasión y muerte de Jesús: es el momento supremo al que llega una vida comprometida con el Amor. Es un Amor que se transforma en servicio y donación para todos. Así las cosas, el crucificado revela a través de su testimonio el Amor de Dios. Por eso san Pablo en una de sus cartas escribe: “No quiero saber entre ustedes de otra cosa, sino de Cristo crucificado”.

 

El evangelista Marcos procura presentar a Jesús como el Mesías enviado por Dios a los hombres, para revelarles el Reino de Dios. También lo presenta como el Hijo de Dios que, para cumplir la misión encomendada, pasa por la muerte. Igualmente, Marcos enfatiza que como respuesta amorosa de Dios a esta entrega acontece la resurrección, que legitima la pretensión de Jesús.

 

La lectura del evangelio corresponde al relato de la Pasión de Jesús según Marcos. Se trata de un relato de tipo teológico (fundamentado en acontecimientos concretos) que pretende ser una catequesis cuyo objetivo es lograr que los nuevos creyentes acojan a Jesús como el Hijo de Dios y Salvador. Marcos pretende  a través de este relato provocar una auténtica conversión en los oyentes.

 

En esta Semana Santa vale la pena, una vez más, sacar el tiempo necesario para meditar este relato que sin duda nos llevará a reconocer – como lo hizo san Pablo- que Jesús es Aquel que nos amó al extremo y se entregó por nosotros. Contemplar la cruz donde se manifiesta el Amor y la entrega de Jesús, significa asumir la misma actitud que Él asumió y solidarizarse con aquellos que son maltratados, marginados y excluidos en este mundo. Mirar al Crucificado pide denunciar todo lo que genera odio, división y miedo y anunciar con la propia vida la esperanza que brota del verdadero Amor.

 

Uno de los elementos destacados en el relato de san Marcos es la forma como Jesús se comporta durante el duro proceso de la pasión: Jesús es profundamente humano, sufre, se angustia, experimenta la soledad, pero no se echa para atrás, se mantiene fiel a su opción fundamental enfrentando su destino en la cruz. Esto no significa que Jesús sea un héroe inconsciente e insensible. Lo que Marcos quiere proponernos teológicamente es la actitud de responsabilidad de Jesús; actitud de aquel que sabe que el Padre le confió una misión y que ella justifica la donación total.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…




 Salmo 22(21)

Los que me ven, se burlan de mí, 
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
«Confió en el Señor, que Él lo libre; 
que lo salve, si lo quiere tanto.»

Me rodea una jauría de perros, 
me asalta una banda de malhechores; 
taladran mis manos y mis pies.
Yo puedo contar todos mis huesos.

Se reparten entre sí mi ropa 
y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; 
tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, 
te alabaré en medio de la asamblea:
«Alábenlo, los que temen al Señor; 
glorifíquenlo, descendientes de Jacob; 
témanlo, descendientes de Israel.»




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