En Defensa de la Fe


Domingo 30 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 30 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 27 de Octubre.




Jesús fue un duro crítico del fariseísmo. Las actitudes farisaicas persisten en nosotros. La liturgia de hoy nos llama a un serio examen.



El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo:¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo:¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.




Veamos las lecturas.



Eclesiástico 35, 12-14. 16-18

Los gritos del pobre atraviesan las nubes

 

El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.

 

 

  • El Señor es un Dios justo. No podemos dejar de pensar en las situaciones de injusticia que abundan en el mundo. Debemos examinar con cuidado los sistemas de justicia instalados en nuestras sociedades. Podríamos reflexionar sobre el valor de la justicia en la propia manera de vivir. Y, en últimas, ¿Qué es lo específico de la justicia de Dios?

 

 

  • Dios escucha las súplicas del oprimido. Casi siempre nos han contado la historia desde los héroes, desde los fuertes, desde la lógica de los que dominan (lo grandes imperios, los grandes poderes). Pero casi nunca nos cuentan la historia desde el enfoque, la perspectiva y los intereses de los ‘oprimidos’.  Seguramente se trata de un relato distinto, que nos permite ver cosas que no hemos podido ver o que las otras maneras de contar la historia no nos han dejado ver.  Los oprimidos ocupan un espacio especial en la Biblia y ocuparon un lugar especial en la vida, praxis y enseñanza de Jesús.




II Timoteo 4, 6-8. 16-18

Ahora me aguarda la corona merecida

 

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

  • El momento de mi partida es inminente. No siempre asumimos seriamente que nuestro paso por esta vida es fugaz. El tiempo pasa inexorablemente y así como entramos también salimos. Es clave revisar la vida y ver qué hemos hecho, cómo hemos vivido, qué hemos dejado, en qué o quién hemos puesto nuestra esperanza, en qué obra o proyecto hemos gastado nuestro tiempo y nuestras energías. ¿Qué ha quedado? ¿Qué va a aquedar?

 

 

  • He corrido hasta la meta.  ¿Cuáles han sido nuestras metas temporales? ¿Tengo clara que mi gran meta es Dios mismo, es decir, el encuentro con Él? La Biblia compara – con frecuencia, la vida a un camino o a una carrera. Correr (la carrera) requiere deseo, preparación, disciplina, constancia, visión…y no perderse en el camino. ¿Cómo va nuestra carrera? Jesús nos dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Juan 14, 6).

 

 

  • He mantenido la fe. En la vida nos vamos cargando de muchas cosas. Hay cosas que vale la pena mantener. Hay otras que nos conviene desechar, sacar…liberarnos de ellas, porque no nos dejan avanzar, porque nos destruyen, porque nos alejan de lo esencial. Dentro de aquellas que vale la pena conservar está la fe. ¿Qué sería del ser humano sin la fe en sí mismo, en los otros, en la importancia de los proyectos que emprende? Y, más allá de todo esto, ¿Qué sería del ser humano sin la fe en Dios?

 

  • La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió.  San Pablo nos comparte su propia experiencia. Su seguimiento de Cristo no fue fácil…nunca lo será. Persecución, soledad, enfermedad, peligros… La fe no nos blinda de los problemas. Pero el mismo san Pablo nos anima diciendo: “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? Como dice la Escritura: 'Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.' Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8) y agrega, en el texto de hoy: El Señor me libró de la boca del león. El seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.”




Lucas 18, 9-14

El publicano bajó a su casa justificado y el fariseo no

 

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo:"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. "Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

 

 

  • Algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás. La verdadera espiritualidad no nos debe transformar en jueces implacables de los demás.

 

  • No soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros… La tarea más importante es sobre nosotros mismos. Con frecuencia, somos expertos en observar, analizar y juzgar a los otros, pero no en ‘mirarnos al espejo’.

 

  • ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. La humildad es la actitud fundamental ante Dios. Pero ella debe ir acompañada de un honesto esfuerzo de cambio, renovado cada día. Los ‘golpes de pecho’ por sí solos no son suficientes.

 

Otras reflexiones.

 

Esta parábola contada por Jesús nos sitúa en la ciudad de Jerusalén, en el recinto del templo, el lugar propicio para – según la mentalidad religiosa de la época- obtener la purificación de los pecados.

 

Recordemos que Jerusalén era la capital política, pero también religiosa de toda la nación. Allí debían peregrinar todos, por lo menos una vez al año y pagar sus impuestos (los impuestos al imperio y los impuestos a la nación. También había impuestos de carácter estrictamente religioso).

 

Para entender mejor la parábola, en la que se contraponen las figuras del fariseo y del publicano es necesario contextualizar un poco: en tiempos de Jesús, el cobro de impuestos no lo hacían directamente los romanos. Ellos otorgaban puestos de aduanas a los mejores postores, que solían ser gente de las élites judías urbanas. Estas élites, por su parte, subcontrataban a gente sencilla para que cobrara los impuestos (recaudadores), que recibía a cambio un salario de subsistencia. Estos eran los publicanos. Tales recaudadores de impuestos usaban su cargo para robar y extorsionar a los pobladores, especialmente campesinos que iban a Jerusalén a pagar los impuestos.   Por tal razón, el pueblo tenía hacia los publicanos una marcada aversión. Los consideraba colaboracionistas del imperio romano y, además, pecadores no merecedores de la salvación de Dios.  Ahora entendemos por qué el publicano de la parábola es despreciado por el fariseo que, por el contrario, era considerado uno de los representantes legítimos de la religión judía.

   

¿Qué es lo que Jesús busca comunicar con esta parábola que pone en tensión a estos dos personajes?:

 

1.     Que la verdadera espiritualidad no debe transformarse en un negocio con Dios ni en un carné que autoriza a despreciar a los demás.

 

2.     Que la verdadera relación con Dios pide superar el egocentrismo (yo, yo, yo).

 

3.     Que ante Dios debemos presentarnos con amor, humildad y confianza. La arrogancia queda excluida.

 

4.     Que la relación con Dios no se reduce al cumplimiento de cosas (yo hago esto y aquello, por tanto, tengo derecho a…) y que debe transformar a la persona en canal del amor de Dios.

 

5.     Que no basta con el cumplimiento de actos piadosos, sino que hay que abrir el corazón a los demás y examinar también aquello que dejamos de hacer (lo que llamamos actualmente los pecados de ‘omisión’).

 

“El mensaje de la parábola es sorprendente, pues subvierte el orden establecido por el sistema religioso judío: hay quien, como el fariseo, cree estar dentro, y resulta que está fuera; y hay quien se cree excluido, y sin embargo está dentro.” (servicios koinonía). El fariseo resulta ser un cumplidor religioso, pero, en realidad, es un hombre injusto y poco abierto a la misericordia. Recordemos que Jesús fue desacreditado y calificado como amigo de publicanos y de pecadores.

 

Para ahondar en la reflexión

 

  • ¿Cómo es mi manera de tratar con Dios?

 

  • ¿Cómo hago oración?

 

  • ¿Cómo trato a los demás?

 

  • ¿Tengo conciencia de mi pecado?

 

  • ¿Abro mi corazón al amor gratuito de Dios?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 33

Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha.

 

 

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

 

El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.

 

El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él. R.

 

 

¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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