Te comparto la
reflexión correspondiente al Domingo 29 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019,
sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este
día.
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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 20 de
Octubre.
Constancia,
perseverancia, insistencia, permanencia, tenacidad, firmeza, empeño son, entre
otras muchas, palabras claves en la experiencia espiritual. Ellas recogen lo
esencial del mensaje de las lecturas propuestas para este domingo.
Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel
En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: "Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano." Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a Amalec, mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.
El hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena
Querido hermano: Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."" Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"
Otras reflexiones:
El ejemplo propuesto por Jesús (a través de la imagen del juez y la mujer viuda) es una invitación a no desanimarnos en la tarea de implantar en la historia la lógica y los valores del Reino de Dios. Si se pierde el diálogo permanente con Dios (la oración) se perderá el norte y vendrá el cansancio y la falta de ardor. Hay que asumir la actitud de la mujer viuda como propia: ser constantes, insistir, perseverar. Aquí la voluntad es fundamental.
¿Cuánta injusticia hay en el mundo? ¿Cuánta gente muere sin que se le haga justicia? En el mundo este no es un problema menor. Desafortunadamente, de manera progresiva, hemos ido separando la vivencia de la fe de la práctica de la justicia. El resultado es que, aparentemente, podemos ser ‘perfectamente’ religiosos practicando la injusticia.
La Biblia está llena de reclamos de parte de Dios frente a esta incongruencia. Es necesario volver a unir estos dos aspectos: fe y justicia.
Recordemos lo que nos dice el Salmo 14:
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu
tienda
y habitar en tu monte santo?
2El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
3y no calumnia con su lengua,
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino (…)
El que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
5El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
La liturgia nos anima hoy a unir fe y justicia, a ser conscientes de la presencia de Dios en nuestra vida, a no desfallecer en la construcción de nuestro proyecto de vida desde los valores del Reino de Dios, a insistir en la oración, pidiendo a Dios fuerzas y sabiduría para perseverar en la construcción de un mundo mejor, a mantener la esperanza.
Esta constancia es la que se quiere subrayar no solo con la imagen de la mujer viuda en el evangelio) sino con la imagen de Moisés que ora (con los brazos levantados) para vencer en la batalla.
Claro, en clave cristiana no se trata de ‘acabar’ con los otros, sino de vencer la batalla contra el mal, contra el egoísmo, contra la insensibilidad, contra la comodidad que nos adormece espiritualmente y nos impide ser auténticos servidores.
Ya hemos hecho, al inicio de esta reflexión, una observación sobre el peligro de entender mal la oración y de ‘usarla’ para lo que no es. Con todo, el mensaje de la primera lectura es, también, el de la perseverancia en la oración.
En la segunda lectura san Pablo recomienda a su amigo Timoteo ser constante, permaneciendo en la sana doctrina y en las enseñanzas aprendidas a través de las Sagradas Escrituras. La Biblia, leída con fe e interpretada con inteligencia es una inagotable fuente de sabiduría, un apoyo seguro en la vida del creyente cristiano y en su experiencia de salvación.
San Pablo insiste a los cristianos que el encuentro con Dios debe realizarse a través de las Escrituras (la Biblia), la cual es útil para enseñar, reprender, corregir y educar en la práctica de la virtud. La Biblia nos enseña a ser íntegros y a practicar el bien (toda obra buena). Es algo que, quizá, nos falta rescatar: ¿Qué lugar ocupan la lectura y la meditación de los textos bíblicos en tu vida?
Terminemos nuestra reflexión orando con el…
Rta: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. R.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. R.
El Señor te
guarda de todo mal; Él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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