En Defensa de la Fe


Domingo 26 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 26 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 29 de Septiembre.



La liturgia de hoy nos interroga sobre varias realidades:

 

  •         La pobreza y la desigualdad.
  •         La solidaridad.
  •         La suerte de los pobres en el mundo.
  •         La relación entre fe y transformación social.



"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso él encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso él encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”





Veamos las lecturas:



Amós 6, 1a. 4-7

Los disolutos encabezarán la cuerda de cautivos

 

Así dice el Señor todopoderoso: "¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria! Os acostáis en lechos de marfil; arrellanados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos."



Salmo 145

Alaba, alma mía, al Señor.

 

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, Él hace justicia a los oprimidos, Él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R. //

 

 El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R. //

 

 El Señor sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.



I Timoteo 6, 11-16

Guarda el mandamiento hasta la manifestación del Señor

 

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él honor e imperio eterno. Amén.

 



Lucas 16, 19-31

Recibiste bienes y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. " Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso él encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""

 

 

Algunas reflexiones:

 

Con frecuencia, hay gente que se pregunta si la experiencia de Dios tiene consecuencias sociales. Sí, las tiene. Es claro que el objetivo de los profetas del Antiguo Testamento al igual que de Jesús no es hacer política, en el sentido que a esta palabra hemos dado en los últimos siglos.

 

No les interesa fundar un partido político, no representan una ideología política, no buscan ser elegidos para gobernar un país… no les interesa hacerse con el poder. Tanto los profetas como Jesús (a quien también se le consideró un gran profeta…y mucho más que profeta) viven una profunda experiencia de la cercanía y del amor de Dios y, desde allí, interpretan el mundo que ven.  De esta experiencia y de esta manera de situarse en el mundo es que surge la preocupación social.

 

En efecto, los profetas hablan del Dios que ama la justicia y que, por tanto, pide del ser humano que sea justo, que no tuerza el derecho, que no entre en componendas corruptas, que respete a los demás y que mantenga un corazón sensible hacia los pobres, hacia los que sufren. Todos los profetas (y no sólo ellos) piden tener cuidado con los pobres, los excluidos, los que sufren.

 

Jesús habla de Dios como el Padre amoroso, que hace llover sobre buenos y malos y que deja claro que las relaciones entre los humanos no debe basarse en el dominio de unos sobre otros sino en la solidaridad (recordemos la parábola del Buen Samaritano), en el servicio (“Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. [Mt 20, 25-28]), y la fraternidad.

 

El Dios de que hablan los profetas y que anuncia Jesús es el Dios que está a favor de la vida (de la vida digna); el Dios del amor, que es incompatible con la injusticia, la opresión, la insensibilidad y el maltrato. Quien ha descubierto el amor de Dios y ha comprendido la vida y la predicación de Jesús y ha dejado que su corazón sea habitado por el Espíritu, participa de esta misma incompatibilidad.

  

Desde esta perspectiva entendemos los sentimientos de indignación del profeta Amós (hacia el siglo VIII antes de Cristo), que veía la insensibilidad de los gobernantes y ricos de su país ante la miseria y el sufrimiento de los pobres. Por eso grita: "¡Ay de los que se acuestan en lechos de marfil, pero no se conduelen de la situación de su pueblo!”

 

Seguramente, si Amós pasara por el mundo en este momento también gritaría lo mismo. Amós denuncia la injusticia, la indolencia, la ceguera y el cinismo de quienes usan el poder para oprimir, explotar y enriquecerse, sin importar las consecuencias de un tal proceder.

 

¿Cómo pueden – se pregunta Amós- estos poderosos insensibles ir al templo a adorar a Dios? ¿Qué tipo de adoración podrá ser esta? Pero Amós no solo denuncia esta situación, sino que anuncia la intervención de Dios que se mantiene fiel y quiere la justicia: El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente. El Señor hace justicia a los oprimidos.

 

También, desde esta misma perspectiva podemos entender las orientaciones que da san Pablo a su amigo Timoteo a quien ha puesto al frente de algunas comunidades cristianas. Así, deja claro que el primero que debe ser justo, sensible y compasivo debe ser aquel que – desde la perspectiva espiritual – lidera, conduce y acompaña a las comunidades creyentes.

 

Por eso los pastores deben ser adecuadamente escogidos y formados. A ellos se les pedirá cuenta de esta enorme responsabilidad. San Pablo dice a Timoteo (y en él a todos los pastores de la Iglesia):

  

  • Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza.

 

  • Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado.

 

  • Te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche.

 

Finalmente, desde esta perspectiva que articula la fe con la justicia social, se nos propone (a todos los creyentes) esta extraordinaria narración del hombre rico que banqueteaba y el méndigo Lázaro. Solo que aquí se articulan el ‘más allá y el ‘más acá’. El texto no es un análisis del tema de la resurrección, pero nos permite entender que aquello que nos espera dependerá, en mucho, de nuestra manera de vivir en nuestro paso por este mundo.

 

Recogemos aquí dos frases claves de la narración:

 

  • Un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.

 

  • Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.

 

¿Qué se espera de quiénes escuchamos estas lecturas? Lo que se dice al final de la narración del Evangelio: que seamos capaces de prestar atención a la Ley y los Profetas…que seamos capaces de dejarnos tocar por la persona y el mensaje de Jesús… que nos decidamos a entrar en un proceso de conversión que nos haga más amorosos, más sensibles, más solidarios, más justos, más respetuosos de los demás…que nos dejemos transformar por Dios en más humanos…que nos dejemos humanizar.

 

Para reflexionar:

 

1.     ¿En nuestra comunidad cristiana hay proyectos que busquen mejorar el nivel de vida de las personas más pobres?

 

2.     ¿Qué podemos decir de las políticas sociales en nuestro país?

 

3.   ¿Hemos desarrollado una mentalidad crítica que nos permita ver la injusticia y los mecanismos que la generan?

 

Terminemos nuestra reflexión orando con un texto del profeta Isaías, que viene como anillo al dedo:

  

4 Si quieren que el cielo atienda sus ruegos,
    ¡ayunen, pero no como ahora lo hacen!
¿Acaso el ayuno que he escogido
    es solo un día para que el hombre se mortifique?
¿Y solo para que incline la cabeza como un junco,
    haga duelo y se cubra de ceniza?
¿A eso llaman ustedes día de ayuno
    y el día aceptable al Señor?

»El ayuno que he escogido,
    ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia
    y desatar las correas del yugo,
poner en libertad a los oprimidos
    y romper toda atadura?
¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento
    y dar refugio a los pobres sin techo,
vestir al desnudo
    y no dejar de lado a tus semejantes?
Si así procedes,
    tu luz despuntará como la aurora,
    y al instante llegará tu sanidad;
tu justicia te abrirá el camino,
    y la gloria del Señor te seguirá.”

 

(Isaías 58, 4-8)



¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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