En Defensa de la Fe


Domingo 23 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 23 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 8 de Septiembre.




Humildad, asombro, respeto, confianza, fraternidad, el seguimiento de Jesús y la cruz son algunos de los temas propuestos por la liturgia de este domingo.



Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo míoQuien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío




 Veamos las lecturas:



Sabiduría 9, 13-18

¿Quién comprende lo que Dios quiere?

 

¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo? ¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde el cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.

 

 

¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Un dios que se pueda explicar no es Dios, es una idea falseada, una teoría humana puesta al servicio de unos intereses.

 

Hay que ser cuidadosos y respetuosos. Lo que tenemos son aproximaciones sobre Dios, y tal vez, sea mejor así, no solo para no engañarnos espiritualmente, sino para no faltarle el respeto al Creador y mantenernos en actitud de humildad y, al mismo tiempo, de confianza.

 

Apenas conocemos las cosas terrenas… Conocer a Dios no es tanto una conquista cuanto un don. Por eso, podemos orar humildemente:

 

Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos; guíame, encamíname en tu verdad, pues tú eres mi Dios y Salvador. ¡En ti confío a todas horas! Señor, acuérdate del amor y la ternura que siempre nos has manifestado, pero no te acuerdes de mis pecados ni del mal que hice en mi juventud. Señor, acuérdate de mí, por tu gran amor y bondad. (Salmo 25)



Filemón 9b-10. 12-17

Recíbelo, no como esclavo, sino como hermano querido

 

Querido hermano: Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.

 

 

Te lo envío como algo de mis entrañas. Es san Pablo quien habla. Y se refiere a un esclavo que se había escapado y con quien ha trenzado una profunda amistad espiritual.

 

Pablo le ha ayudado a Onésimo (el esclavo) a conocer a Cristo Jesús; lo ha ayudado a ‘nacer para Cristo’ y por eso se considera como una ‘mamá’. Esto explica que al escribir a su dueño (el famoso Filemón, destinatario de la carta) le dice: Te lo envío como algo de mis entrañas.

 

¿Hemos llegado a vivir una amistad espiritual de esta envergadura? ¿Puedo decir que he ‘engendrado’ a alguien ‘para Cristo’?

 

No he querido retenerlo. Es otra de las grandes lecciones de san Pablo. Con frecuencia, pensamos en nosotros mismos, en nuestro bienestar, en nuestra necesidad, pero no en la necesidad de otros.

 

Pablo está pensando en el bienestar del esclavo Onésimo y quiere que se encuentre bajo la protección de su dueño (Filemón). Hubiera podido manejar las cosas para que Onésimo se quedara acompañándolo y asistiéndolo en la cárcel, pero lo suelta. Y, además, pide a Filemón algo extraordinario (y este es el centro del mensaje de la carta): que lo reciba no como a un esclavo (que ha recuperado), sino como a un hermano: Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido.

 

Pasar de las relaciones de dominio a las relaciones fraternas es uno de los ejes fundamentales del mensaje de Jesús. Decirlo es fácil, pero vivirlo en la cotidianidad no lo es tanto.  La tarea que le confía san Pablo a Filemón es profunda, exigente, liberadora.

 

¿Cuál es la razón aducida por san Pablo para darle semejante encargo a su amigo de antaño? Hay una única razón, su opción de fe. Por eso le dice: Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano.

 

¿He comprendido la fraternidad como eje fundamental de la fe en Cristo Jesús? ¿Mi corazón está realmente abierto a la fraternidad? Entre los siglos XII y XIII existió un santo que lo entendió bien y se relacionaba con todo en clave de fraternidad: hermano lobo, hermana muerte, hermano sol… San Francisco de Asís.

 

Lucas 14, 25-33

El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

 

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío."

 

…y no pospone: Ser cristiano no es negar la condición humana ni las responsabilidades históricas que hay que asumir, ni las experiencias gratificantes de la vida, ni la dimensión problemática que en ella emerge.  Ser cristiano es vivir todo esto, pero desde Dios, poniendo a Dios en el centro o, si se prefiere, a la base de todo.  Esta es una de las cosas que más nos cuesta. Pensamos, proyectamos cosas, deseamos, nos esforzamos…pero – con frecuencia – Dios no aparece en nuestro horizonte de conciencia.  Terminamos viviendo como si Dios no existiera, aunque digamos con los labios que creemos en Él.

 

Su cruz: hemos reducido la cruz a un adorno, a algo que nos colgamos sin saber exactamente por qué.  La cruz es expresión de la misericordia absoluta de Dios y de la entrega amorosa de Jesús. Llevar la cruz es atreverse a entrar en la pasión de Jesús, es decir, en su amor profundo y en su donación vital cotidiana, permanente. Esa es la cruz. La cruz es el esfuerzo permanente por asumir – desde la caridad – las responsabilidades propias del estilo de vida asumido, pero desde la lógica y los valores de Jesús.

 

Las cruces materiales que nos colgamos o que cargamos son una manera de expresar aquello, pero si no corresponden a esta experiencia quedan sin sentido.

 

Las palabras de Jesús apuntan a varios aspectos que nos deben hacer pensar:

 

1.      Querer seguir a Jesús: Si quiere venirse conmigo…

 

2.     Estar dispuesto a subordinarlo todo a la adhesión a Jesús.

 

3.     Asumir la cruz (en la lógica que hemos explicado arriba) cotidianamente.

 

4.    Actuar con prudencia, con mesura y con inteligencia. (por eso los ejemplos de la construcción de la torre y la salida a la batalla).

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 89

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

 

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de Adán." Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R.

 

Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.

 

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.

 

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.


 

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