En Defensa de la Fe


Domingo 21 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 21 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 25 de Agosto.



La unidad, el servicio a Dios, el valor de la corrección, la perseverancia en la fe, la correcta elección del camino, la sintonía con el Reino de Dios y la entrada en él… Son los temas que nos proponen las lecturas escogidas para este domingo 21 del tiempo ordinario ciclo C.



Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta.Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta.






Isaías 66, 18-21

De todos los países traerán a todos vuestros hermanos

 

Así dice el Señor: "Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas" -dice el Señor-.



Hebreos 12, 5-7. 11-13

El Señor reprende a los que ama

 

Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: "Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos." Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.



Lucas 13, 22-30

Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa en el reino de Dios

 

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos."

 

 

Algunas reflexiones:

 

Jesús continua su viaje a Jerusalén, junto con sus discípulos que, a su lado, van viviendo una experiencia de formación centrada en el reino de Dios. Esta experiencia cambiará radicalmente sus vidas.

 

Toda situación es la posibilidad de un nuevo aprendizaje, de una nueva enseñanza. En este caso, aparece un hombre, que – como cualquiera de nosotros- se pregunta por la salvación: ¿Son muchos o pocos los que se salvan? La pregunta se centra en el número, pero Jesús – con su respuesta – nos envía a otro nivel: el de la calidad.

 

La salvación es una propuesta, un don de Dios, pero conectar con ella, entrar en ella, vivir en ella solo es posible en y por el amor. Esa es la puerta ‘estrecha’ por la que hay que entrar, ese es el camino ‘llano’ que hay que transitar.

 

Dios nos ha dado ese camino, se llama Jesús. Jesús nos ha mostrado, con su ejemplo, que es posible amar, amar hasta el extremo, amar bien, amar sin componendas. Con su propia vida, Jesús ha dejado claro que el egoísmo sí es superable y que, desde el amor, se puede construir un mundo diferente, cualitativamente mejor. ¿He logrado comprender la relación que hay entre don de Dios y responsabilidad propia? ¿Cómo entiendo las metáforas del ‘camino llano’ y de la ‘puerta estrecha’?

 

Cuando se escribe el evangelio de san Lucas estamos en la última parte del siglo I después de Cristo. Los cristianos se inquietan: vivir el camino trazado por el maestro no es fácil y, además, están las incomprensiones y las persecuciones. ¿Valdrá la pena perseverar en este ‘camino’? San Lucas escribe su evangelio, recogiendo la enseñanza de Jesús, para animar a los cristianos y decirles que sí es posible y que vale la pena. ¿Qué pienso hoy al respecto?

 

La pregunta planteada por este hombre que se encuentra con Jesús nos interesa porque también hoy estamos frente al mismo problema. Las circunstancias han cambiado, estamos quizá en otros modelos de cultura y sociedad, pero la inquietud de fondo (de aquel cristiano y de nosotros) es la misma: deseamos la salvación de Dios, queremos comprender el Reino de Dios, nos gustaría saber cómo llegar a la plenitud de la salvación que Dios nos propone.  Hay cosas que cambian y cosas que permanecen. Debemos discernir para no confundirnos.

   

Lo que Jesús no dice es que para salvarse no basta el hecho de pertenecer a un pueblo determinado, a una raza específica, ni siquiera a una tradición religiosa. Uno puede reclamarse de tal o cual religión, de tal o cual corriente o escuela religiosa, pero permanecer en el egoísmo, en el desamor, en la insensibilidad, en la indolencia.

 

Para Jesús, lo que nos sitúa en el camino de la salvación es la acogida del amor personal de Dios y la decisión de dejarnos transformar por ese amor poniendo nuestra vida al servicio de Dios y del prójimo. Eso es el reino de Dios: hacernos sensibles a los sufrimientos de tantas personas y pasar por este mundo curando ese sufrimiento, aliviándolo, consolando. Eso fue lo que hizo Jesús: pasó, conducido por el Espíritu de Dios, haciendo el bien y curando a muchos.

 

Las dos metáforas son sugestivas: el camino, hay muchos caminos: ¿Cuál tomar? En sentido amplio, se trata de dos caminos: el del amor y el del egoísmo. Hay que optar. La propuesta de Jesús es entrar por el camino del amor de Dios. Pero esa opción no funciona de manera automática. En la vida pasamos por incontables situaciones y, en cada una de ellas, hay que discernir para verificar que la decisión que tomamos está en armonía con EL GRAN CAMNO QUE DECIDIMOS RECORRER. Ese gran camino es Jesús: su proyecto, sus valores, sus sentimientos. Yo soy el Camino, nos dice el mismo Jesús (Jn 14, 6). Pido la gracia de conectarme realmente con este Jesús que me dice constantemente: ¡Sígueme ¡

 

La puerta: aquí la metáfora de la puerta va acompañada de un adjetivo: estrecha. Con esta precisión se busca subrayar el esfuerzo, la dificultad, la perseverancia, el empeño serio y personal por la búsqueda del reino de Dios. ¿Qué puedo decir de mi empeño personal por el reino de Dios?

 

La vida nos muestra que no basta con decir, un día, a Dios que Sí, que queremos seguirlo.  Algunas veces fallamos, nos desviamos, nos dejamos arrastrar (sea desde fuera, sea desde dentro). Siempre necesitamos la ayuda de Dios que nos habla en nuestro interior. Muchas veces necesitamos la ayuda de otros que nos corrigen, que nos llaman al orden, que nos hacen caer en cuenta de algo inconveniente, de algo que no corresponde con la lógica de Dios. Esos ‘otros’ son valiosos, son ayudas que Dios nos suscita en el camino. ¿Las valoro? ¿Las aprovecho?

   

Al celebrar la Eucaristía, estamos invitados a renovar la opción fundamental por el reino de Dios.  La vida cristiana es un desafío permanente para no cruzarnos de brazos. Una vez que hemos hecho el compromiso de seguir a Cristo Jesús, debemos permanecer atentos.

 

¿De qué sirve al ser humano ganar todo el mundo si al final se malogra a sí mismo?

 

Recogemos, a continuación, algunas frases de las lecturas de hoy, para animar la meditación:

 

De la primera lectura:

 

  1. Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua.
  2. Hasta mi monte santo de Jerusalén.
  3. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas.

 

De la segunda lectura:

 

  1. No rechaces la corrección del Señor (…) porque el Señor reprende a los que ama.
  2. Dios los trata como a hijos.
  3. Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz.
  4. Fortalezcan las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes:
  5. Caminen por un camino llano.

 

Del evangelio:

 

  1. De camino hacia Jerusalén.
  2. ¿Serán pocos los que se salven?
  3. Esfuércense en entrar por la puerta estrecha.
  4. Él les replicará: - No sé quiénes son. Aléjense de mí, malvados.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 116

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

 

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.

 

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

 


¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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