En Defensa de la Fe


Domingo 17 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 17 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 28 de Julio.




La experiencia del pecado; la experiencia de la tentación; la experiencia de la oración; la oración de intercesión; el sentido de la oración del Padre Nuestro; el lugar de la oración en la vida del cristiano y de la Iglesia…Son los temas claves de la liturgia de este 17º domingo del tiempo ordinario, del ciclo C.



Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.




Veamos las lecturas:



Génesis 18, 20-32

No se enfade mi Señor, si sigo hablando

 

En aquellos días, el Señor dijo: "La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré." Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?" El Señor contestó: "Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos." Abrahán respondió: "Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?" Respondió el Señor: "No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco." Abrahán insistió: "Quizá no se encuentren más que cuarenta." Le respondió: "En atención a los cuarenta, no lo haré." Abrahán siguió: "Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?" Él respondió: "No lo haré, si encuentro allí treinta." Insistió Abrahán: "Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?" Respondió el Señor: "En atención a los veinte, no la destruiré. "Abrahán continuo: "Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?" Contestó el Señor: "En atención a los diez, no la destruiré."

 

 

Algunas reflexiones

 

En la narración del libro del Génesis aparece Abraham como el gran orante e intercesor. Interceder por otros significa que se ha llegado a un estado de maduración espiritual en el que no se está pensando en sí mismo, sino en otros (en su situación, en sus necesidades, en su bien, en su salvación).

 

El relato aparece como una especie de negociación que Abraham hace con Dios. Lo que se busca con la narración es subrayar tres cosas:

 

a)     La magnitud del pecado (de Sodoma y Gomorra): Sodoma y Gomorra simboliza a la humanidad; más aún, puede simbolizar la situación de perversión, egoísmo y destrucción en que se puede encontrar una persona.  

 

b)    La insistencia orante de Abraham: la oración como diálogo confiado y audaz.

 

c)     El deseo de rescate por parte de Dios.

   

Insistimos en algunos puntos claves, que pueden motivar nuestra meditación sobre este texto de la Biblia:

 

1.     ¿Qué acusación podrían hacer contra mí? ¿Qué quejas tienen otros en mi contra?

 

2.      ¿Me tomo el trabajo de ir, de acercarme para verificar que la información que me llega (sobre algo, alguien, alguna situación) es correcta y corresponde a la realidad?

 

3.     En la historia, las cosas no se dan ‘químicamente puras’. No todo lo que sucede en la historia es negativo, perverso y destructivo. Tampoco todo lo que sucede en ella es positivo, bondadoso y constructivo.  En la historia coexisten el bien y el mal y convivimos, permanentemente, en medio de esta tensión. Esa tensión entre bien y mal no solo se da fuera de nosotros, también se da dentro de nosotros. San Pablo lo decía: Hago el mal que no quiero y dejo de hacer el bien que quiero (Romanos 7,19)  

 

4.      El tema de la suerte del inocente en las sociedades es clave, especialmente cuando el inocente termina siendo víctima de dinámicas y mecanismos de opresión, de injusticia y de exclusión.

 

5.      Abraham encarna la experiencia espiritual que ha llegado al nivel de una relación de confianza, de intimidad e, incluso, de osadía… Abraham se atreve a ir hasta el límite en su diálogo con Dios ¿Cómo es nuestra relación con Dios?

 

6.      El mensaje profundo del texto es el siguiente: mientras haya algo de bondad en el corazón humano, habrá oportunidad de cambio, de que el mundo mejore, de que la historia humana sea rescatada de la barbarie y del absurdo.  

 


Colosenses 2, 12-14

Os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados

 

Hermanos: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, y habéis resucitado con Él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en Él, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz.

 

 

Algunas reflexiones

 

San Pablo busca explicar a los cristianos de su tiempo en qué consiste la vida cristiana. Para él es un morir (al pecado, al egoísmo) y un resucitar (a una vida nueva, a la vida según el Espíritu Santo). Para ello, la persona deberá aprender a morir (por eso dice que hemos sido sepultados con Cristo), para poder resucitar (ese resucitar se entiende como situar la propia existencia en el horizonte de amor y transformación de Dios).

 

Pablo insiste en que la inserción al misterio de Cristo acontece en el bautismo, pero se funda en la fe, pues ‘haber resucitado’ significa en realidad vivir en Cristo, como consecuencia de haber obtenido el perdón de los pecados.

 

Insistimos en algunos puntos claves, que pueden motivar nuestra meditación sobre este texto de la Biblia:

 

1.      Es necesario volver sobre nuestra propia experiencia bautismal. Con frecuencia, lo que tenemos del bautismo son vagas ideas y el recuerdo (difuso) de una celebración (que nos contaron) y que quedó en el pasado.  Pero, ¿ahondamos en las implicaciones que se derivan de ser bautizado en Cristo? ¿Entendemos a qué nos comprometemos?

 

2.      Una cosa es creer en la existencia de Dios. Otra es creerle a Él. Otra es creer en lo que Dios puede hacer en nuestra vida. Estas dimensiones no se deben separar ¿Cómo articulamos estos diferentes niveles del CREER?

 

3.      El pecado ha sido, durante mucho tiempo uno de los conceptos claves en la elaboración de la teología cristiana.  La noción de pecado ha ejercido, además, una influencia fuerte en la manera en que los creyentes cristianos entienden y viven su relación con Dios.  ¿Soy consciente de la noción de pecado que manejo y de la influencia que ella ejerce en mi vida y en mi manera de ser cristiano? Una distorsionada comprensión del pecado puede llevarnos a la vivencia de una experiencia religiosa tortuosa, enfermiza.

  


Lucas 11, 1-13

Pedid y se os dará

 

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos." Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."" Y les dijo: "Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"

 

 

Algunas reflexiones

 

En perspectiva cristiana, la oración forma parte de la vida (no está separada de ella ni acontece al margen de la historia personal).  Cuando se vive una sana relación con Dios lo más normal es que hablemos con Él. No se entendería una relación en la que no hay diálogo, comunicación e intimidad. Jesús de Nazaret aprendió a orar (en familia, con otros en el templo, en la soledad y el silencio). En el desarrollo de su misión, su oración es una de las fuentes de las que saca la sabiduría y las fuerzas que requiere.

 

Insistimos en algunos puntos claves, que pueden motivar nuestra meditación sobre este texto de la Biblia:

 

1.     Estaba Jesús orando: La oración ocupa un lugar clave en la vida del creyente cristiano. Jesús oró y enseñó a orar a sus discípulos ¿Por qué? ¿Qué aporta la oración a mi vida? ¿Podría pensarse en vida cristiana sin oración?

 

2.     Padre: La oración, en perspectiva cristiana, nos pide asumir delante de Dios una postura específica: la postura de hijos que se sienten amados por Dios, que aman a Dios y que confían en Él. Dios quiere una relación padre-hijos. ¿Qué tipo de relación me he acostumbrado a establecer con Dios?

 

3.     Santificado sea tu nombre: El nombre es la persona. Por tanto, lo que se debe desear es que la santidad de Dios sea reconocida. ¿Qué es la santidad divina? ¿Cómo entendemos la santidad en las personas? ¿Qué significa aquello de ser llamados a la santidad?  

 

4.     Venga tu reino: El reino de Dios es la presencia amorosa y la acción transformadora de Dios. Eso es lo que pedimos que venga y opere en nosotros. Pero recordemos que Dios no nos salva ‘sin nosotros’, no actúa ‘sin nosotros’, sin contar con nuestra libertad y nuestra voluntad. Entonces, al pedir que el reino de Dios venga, debemos examinar si realmente nos vamos a comprometer con Él. De lo contrario ¿para qué pedimos que venga?  Debemos desear que Jesús viva y reine en todos, en cada uno.

 

5.     Danos cada día nuestro pan: Es la petición de lo necesario y de la no-acumulación. No pedimos que nuestra despensa quede llena para los próximos 10 o 20 años, sino lo necesario para vivir. Nuestro mundo de consumo se ha vuelto también el mundo de la acumulación y esto crea desigualdades. Lo que se busca, desde Dios, es que todos tengan lo necesario para vivir dignamente.

 

6.     Perdónanos…nosotros perdonamos: Perdonar es vivir gravitando en torno al don (per-don). Es renunciar a toda venganza y a toda posible humillación del ofensor, del agresor. Es el máximo signo de amor. Jesús suplica por sus agresores: ¡Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen ¡¿Son nuestra familias y comunidades cristianas ‘escuelas de perdón’?

 

7.     No nos dejes caer en la tentación: La tentación siempre estará presente (con mayor o menor intensidad). La petición no pretende que no haya tentaciones, que no haya situaciones que nos lleven a ser infieles a Dios y a la vocación a la santidad (esto sería pedir salirnos de la historia y de la condición humana). Lo que pedimos a Dios es que nos de la lucidez, la fuerza de voluntad y la determinación necesarias para no caer en ellas. Pidamos a Dios la sabiduría y el discernimiento para situar nuestra decisión y nuestra acción en el momento en que nos veamos exigidos.

 

 La parábola que sigue a la oración del Padre Nuestro es propuesta para hablar de la osadía en la oración; es una invitación a la confianza en Dios, al abandono total…sin temor a importunarlo, a incomodarlo. Dios, que es AMOR, prefiere que lo importunemos a que nos separemos de Él. En nuestra oración, con frecuencia, pedimos cosas muy específicas. Deberíamos acostumbrarnos a pedir lo fundamental: el don del Espíritu Santo y la realización de la Voluntad divina. Es más, pedimos el Espíritu para poder situarnos en el horizonte de Dios, para hacer su voluntad y no la nuestra.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

Salmo 137

Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.

 

Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

 

El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo. R.

 

Y tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

 


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