En Defensa de la Fe


Domingo 15 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 15 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 14 de Julio.



¿Qué debemos hacer para alcanzar la Vida Eterna? ¿Qué debemos hacer para permanecer en comunión con Dios? ¿Qué debemos hacer para contribuir en la construcción de una humanidad nueva?



¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? Él contestó: El que practicó la misericordia con él. Jesús le dijo: Vete y haz tú lo mismo¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? Él contestó: El que practicó la misericordia con él. Jesús le dijo: Vete y haz tú lo mismo



Veamos las lecturas:



Deuteronomio 30, 10-14

El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo

 

Moisés habló al pueblo, diciendo: "Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma. Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: "¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"; ni está más allá del mar, no vale decir: "¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?" El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo."

 

 

Algunas reflexiones

 

Hay experiencias que nos cuestionan hondamente, que confrontan nuestra manera de vivir y de obrar. Hay experiencias que nos obligan a preguntar – desde lo más hondo de nosotros mismos – por el sentido de la vida. El destierro en Babilonia (hacia el siglo VI antes de Cristo), fue para el antiguo pueblo de Israel una de esas experiencias. 

    

La experiencia del destierro fue para Israel una situación dolorosa que confrontó el camino de fe vivido por ese pueblo hasta entonces: ¿Por qué hemos sido desterrados de la Tierra Prometida? ¿Hemos fallado nosotros? O, acaso, ¿Es Dios quien nos ha olvidado? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué nos cabe esperar? ¿Hay posibilidad de restaurar la Alianza que Dios había hecho con nosotros? Estas y otras preguntas acosaban la conciencia del pueblo de la Biblia durante el destierro.

  

Los profetas fueron claros: Dios no nos ha olvidado. Nosotros (el pueblo entero) hemos olvidado a Dios y hemos quedado a merced de nuestros enemigos y debemos asumir las consecuencias de nuestras decisiones. ¿Qué hacer? Hay que volver a Dios, entrar en un serio proceso de conversión. En efecto, la buena noticia anunciada por los profetas en aquel tiempo era que las puertas no estaban cerradas, que había una posibilidad de sanación y de restauración. Esa buena noticia es también para nosotros: Dios no cierra las puertas, nos deja abierto el camino de la conversión, su amor es incondicional.

 

Dios siempre nos espera y nos acoge si así lo deseamos. Eso es lo que plantea el libro del Deuteronomio: volver a Dios de todo corazón. El camino que el libro del Deuteronomio propone para este retorno a Dios y para el reencuentro de nuestra propia realización es: 1) recuperar la conciencia de estar en alianza con Dios; 2) escuchar su palabra y 3) obedecer sus mandamientos. 

 

Hoy, al igual que el antiguo pueblo de Israel, necesitamos estar abiertos a la palabra que Dios nos dirige. Pero se requieren cuatro (4) momentos claves: 1) escuchar con atención, 2) interiorizar con fe, 3) creer con esperanza y 4) emprender decididamente el camino de retorno a Dios, que es inseparable del amor al prójimo.

  

En esta primera lectura el tema planteado es la fidelidad de Dios, la infidelidad humana y la posibilidad de restaurar la Alianza. El profeta nos invita a dar a Dios el lugar central en nuestra vida y a amarlo comprometiéndonos a fondo con El.  Como ayuda para que el creyente pueda vivir mejor esta experiencia de fe, se le proponen unos mandamientos. Tales mandamientos son una pedagogía para permanecer fiel a Dios, para permanecer en el camino de la Alianza con Dios, pero es importante que el creyente no se confunda. Debe entender que los mandamientos son una ayuda para amar…quedarse con mandamientos, pero sin amor sería fatal.

 

Desde el punto de vista formal, el mensaje del libro del Deuteronomio es presentado bajo la forma de un conjunto de discursos de Moisés (el patriarca que lideró el proceso de liberación de la esclavitud en Egipto y la peregrinación hacia la Tierra Prometida). Precisamente, antes de entrar en la Tierra Prometida, Moisés pronuncia estos discursos que buscan subrayar lo fundamental: No olvides lo que Dios ha hecho por ti y permanece fiel a ElSi te olvidas de Dios perderás lo que El te ha dado y construirás tu propia perdición.

 

En realidad, aunque el libro nos sitúe antes de la entrada del pueblo de Israel a la Tierra Prometida, parece haber sido redactado en la etapa final del exilio del pueblo de Israel en Babilonia, cuando ya el pueblo de Israel había perdido la tierra y se preparaba para volver al país y reconstruir la nación. El mensaje recoge, en realidad, la lección que el pueblo debe haber aprendido de la dura experiencia del exilio.

 

Algunos de los aspectos claves de esta lectura, que pueden ayudarnos a meditar son los siguientes:

 

1.     Estás invitado a adherirte de corazón a Dios. ¿Deseas vivir a fondo esta adhesión a Dios? ¿Estás dispuesto(a) a rechazar todo cuanto se opone a Dios y a la alianza que Él ha hecho contigo?

 

2.     Los mandamientos son ayudas para que permanezcamos unidos a Dios y no nos salgamos del camino de la Alianza. ¿Cómo entiendes y vives los mandamientos?

 

3.     Los dones de Dios pueden perderse. Los podemos desperdiciar, los podemos pervertir. ¿Cuán consciente eres de los dones de Dios? ¿Qué uso estás haciendo de estos dones?



Colosenses 1, 15-20

Todo fue creado por Él y para Él

 

Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles: Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por Él y para Él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por Él quiso reconciliar consigo a todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

 

 

Algunas reflexiones

 

La ciudad de Colosas (en Asia Menor), fue el lugar de desarrollo de una comunidad cristiana fundada por Epafras, discípulo de san Pablo. El apóstol Pablo, con el ánimo de animar y orientar esta comunidad, le escribe una carta desde la prisión (en Roma), hacia el año 63 d.C., pues Epafras había visitado a Pablo y le había compartido algunas preocupaciones relacionadas con lo que sucedía en la comunidad cristiana de dicha ciudad.

 

Veamos: Algunos miembros de la comunidad, que no tenían las cosas muy claras, estaban mezclando la experiencia cristiana con algunos cultos extraños. Enseñaban que la fe en Cristo debía ser completada por rígidas prácticas ascéticas, ritos judaicos y prescripciones sobre alimentos. Según ellos, todas estas prácticas comunicaban a los creyentes un conocimiento (gnosis) superior al que no accedían sino aquellos que pasaban por un complejo proceso iniciático.  Los demás quedaban por fuera. 

 

San Pablo pretende desmontar este andamio de confusión y dar claridad doctrinal, insistiendo en una verdad fundamental: solo la comunión amorosa con Cristo es camino para acceder a la salvación. Por eso, invita a todos (a través del himno cristológico) a centrarse exclusivamente en Jesucristo.

 

El himno que san Pablo nos ofrece en su carta a los colosenses subraya la primacía de Cristo, como hijo de Dios y como principio de la humanidad nueva que Dios ha proyectado hacer brotar de Él. La nueva humanidad que Dios quiere, pide de cada creyente una nueva actitud, que crece y se fortalece cuando el creyente es capaz de acoger de corazón el amor revelado por Dios en la persona de Cristo.

 

Es por eso por lo que, en esta segunda lectura, san Pablo nos insiste en centrarnos en Jesucristo, contemplar su vida y seguirlo. Este es el camino para alcanzar la salvación, la vida eterna, la plenitud de vida a la que aspira toda la humanidad y cada persona en particular.  Según san Pablo, si Cristo es el camino y el centro, entonces, escucharlo es fundamental.

 

Algunos aspectos de esta lectura, que pueden ayudarnos a meditar, son los siguientes:

 

1.     Jesucristo es la imagen (visible) de Dios (invisible). Quien quiera conocer a Dios (a quien no vemos) puede contemplar a Jesús (a quien la humanidad ya pudo ver).

 

2.     En Cristo habita la plenitud de la divinidad, es decir, la plenitud del amor. Por eso Él es el camino seguro para llegar a Dios padre. 

 

3.     Jesús es el heredero principal de Dios. Esto es lo que se quiere decir con la expresión: Cristo es “el primogénito de toda criatura”.

 

4.     Al afirmar que los tronos, dominaciones, principados y potestades están bajo la soberanía de Cristo, san Pablo busca desmontar las especulaciones de estos predicadores que han llegado a afirmar que los seres angélicos están al mismo nivel de Jesús.

 

5.     Cristo es la Cabeza y la Iglesia es el Cuerpo. Normalmente el Cuerpo obedece a la Cabeza. Si la Iglesia deja de obedecer a Jesús se aparta del proyecto del Reino de Dios y termina perdiendo su norte.

 

6.     Al afirmar que Jesús es “el primogénito de entre los muertos”, san Pablo quiere decir que – aunque Cristo es el primero – la Resurrección es una oferta y una promesa hecha a todos. Todos podemos resucitar si permanecemos en el amor de Cristo.



Lucas 10, 25-37

¿Quién es mi prójimo?

 

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida Eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él contestó: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo." Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida." Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, tuvo compasión, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?" Él contestó: "El que practicó la misericordia con él." Jesús le dijo: "Vete y haz tú lo mismo."

 

 

Algunas reflexiones

 

Nos encontramos ante una parábola que solo el evangelista Lucas nos transmite en su evangelio. Jesús, en su enseñanza, reacciona contra un peligro que acecha permanentemente la experiencia espiritual: la mentalidad legalista: sentirse perfecto a través del cumplimiento de preceptos y prácticas, aunque el corazón esté frío y no haya amor. San Pablo lo escribirá, algunos años después de Jesús, en la 1ª carta a los corintios:

 

“Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.” (1 Corintios 13,1-3).

 

El legalismo frío puede transformarse en la ‘norma oficial’ para los creyentes. Pero si esto sucede, terminará primando la lógica de ‘la ley por la ley’ y no la lógica de la misericordia.

 

Ante este panorama, Jesús en su enseñanza, pronuncia esta admirable parábola del ‘Buen Samaritano’, para llamar la atención sobre varios elementos:

 

1.     La liturgia no nos puede excusar de hacer el bien. Al contrario, ella nos debe impulsar a vivir la misericordia – con toda intensidad – fuera de los límites del templo material.

 

2.     El amor (la misericordia) siempre debe tener la primacía.

 

3.     El necesitado es una interpelación de Dios, que nos llama y nos propone transformarnos en servidores.

 

4.     El amor real debe despuntar en el servicio. Este tipo de amor no tiene límites (por eso la cantidad de verbos de acción que describen la ayuda ofrecida por el ‘Buen Samaritano’ al hombre herido).

 

5.     Ningún pueblo o grupo humano es dueño absoluto de la práctica del amor. Todos los seres humanos pueden amar. En todo pueblo se halla la capacidad de amar (por eso, en la parábola, el protagonista del amor-servicio es un samaritano).

 

6.     Es necesario mirar hacia aquellos que – por distintas circunstancias – son dejados tirados ‘al lado del camino de la historia’, malheridos, excluidos (no es solo un problema de ‘asalto’).

 

7.     La sensibilidad y la solidaridad aparecen aquí como valores fundamentales (el samaritano vio y no dio un rodeo para esquivar la situación. Al contrario, él ve, siente, se incomoda por el necesitado, se compromete con él, con su recuperación, con su bienestar.

 

8.     Prójimo no es solo el que está cerca de mí. Jesús le da la vuelta a la situación: Soy yo quien me hago prójimo de otro cuando me acerco a él y atiendo su necesidad. Con este giro, Jesús nos hace pasar de una concepción pasiva del prójimo a una asimilación activa de la ‘proximidad’.

 

9.     El amor real (aquel que se transforma en servicio solidario) es el camino verdadero para ‘alcanzar la Vida Eterna’. En definitiva, la parábola quiere dejar una cosa clara: El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. 

 

A través de la parábola, Jesús hace una propuesta de verdadera opción por los derechos de ese ser humano caído.

 

Se requieren muchos ‘buenos samaritanos’, porque – desafortunadamente – hay (y habrá) muchos heridos y excluidos en la conflictiva historia humana. El ideal es que no hubiese ‘asaltantes’, que no hubiese violencias, ni estructuras injustas, ni exclusión. Pero esta es la utopía. Hay que trabajar en medio de la tensión entre la utopía y las situaciones reales. 

 

Para ahondar en nuestra reflexión:

 

1.     ¿He sido capaz de hacerme (transformarme) en prójimo de otros?

 

2.     ¿Qué tipo de Iglesia hemos estado (estamos) construyendo? ¿Una Iglesia basada en cumplimiento de normas y prácticas o una Iglesia centrada en el amor-servicio?

 

3.     ¿Cómo conectamos la Eucaristía que celebramos, con la solidaridad y el servicio cotidianos?

 

4.     ¿Somos capaces de sacrificar nuestra comodidad para ir al encuentro de algún (algunos) necesitado(s)?

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 68

Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

 

Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.

 

Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.

 

Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R.

 

El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.



 

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