En Defensa de la Fe


Domingo 13 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019

Te comparto la reflexión correspondiente al Domingo 13 del Tiempo Ordinario Ciclo C 2019, sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.



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Nota acerca de la fecha: En el 2019, corresponde al Domingo 30 de Junio.



Este 13º domingo del tiempo ordinario está centrado en la relación entre vocación y la misión. Escuchar la voz de Dios, escuchar las interpelaciones de la vida; dejarnos tocar por la realidad de la gente y sus necesidades. De lo que se trata es de vivir una vida con sentido y de que nuestra vida sirva a otros, a muchos.

 

“Las lecturas de hoy tienen un tema común: las exigencias de la vocación. En ellas descubrimos cómo subyace la necesidad del desprendimiento, de la renuncia, del abandono de las cosas y personas como exigencia para seguir a Jesús. Por eso, no existe respuesta a la llamada para ponerse al servicio del Reino de Dios, en aquellos que anteponen a Jesús sus condiciones o intereses personales.” (Servicios Koinonía). Jesús sigue llamando…la vocación cristiana sigue siendo actual.



Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.


Veamos las lecturas.



I Reyes 19, 16b. 19-21

Eliseo se levantó y marchó tras Elías

 

En aquellos días, el Señor dijo a Elías: "Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén." Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: "Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo." Elías le dijo: "Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?" Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

 

 

Algunas reflexiones:

 

1.      La tarea es inmensa, inacabable. Es necesario preparar a quienes deberán continuarla.  ¿Pensamos suficientemente los procesos de formación dentro de la Iglesia? ¿Qué podemos decir de la formación de los nuevos evangelizadores?

 

2.      Es importante pensar y trabajar en la sucesión generacional de la experiencia de fe. ¿Estamos comunicando la fe a las nuevas generaciones de cristianos? ¿Cómo lo hacemos? ¿En qué estamos acertando? ¿En qué estamos fallando?

 

3.      Es necesario pasar: movilizarse, salir al encuentro de los demás tanto para anunciar como para lanzar el llamado a la misión. Salir significa comprometerse, incomodarse un poco, creer en la importancia de la experiencia que nos motiva.

 

4.      Llama la atención el signo de ‘echar el manto’ sobre otro.  El manto – en la narración - hace parte de la personalidad de Elías, de su poder, de su vocación profética. Al echarlo sobre Elías le está compartiendo (pasando) la misión.

  

5.      Notemos que se trata de un texto explícito de llamado/seguimiento.  Aparecen algunas rupturas, o mejor, algunas configuraciones por hacer. En este caso, atender el llamado requiere un trabajo de reconfiguración (nueva forma) de las relaciones familiares. Importante entender que no se trata de abandonar (a la familia, a los padres) sino de transformar el modo de relación.

  

6.      El seguimiento es para el servicio. Desde la perspectiva bíblica, ponerse al servicio de Elías es, en realidad, ponerse al servicio de Dios, porque Elías es su profeta y su misión viene de Dios.  Servir a Dios ¿Qué es lo que esto puede significar, hoy? ¿Están separados el servicio a Dios y el servicio al prójimo? ¿Qué decir de una vida en la que el servicio no aparece como elemento fundamental?

 


Gálatas 5, 1. 13-18

Vuestra vocación es la libertad

 

Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: "Amarás al prójimo como a ti mismo." Pero, atención: que, si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.

 

 

Algunas reflexiones:

 

1.      La libertad aparece como uno de los elementos claves de la experiencia cristiana:

 

1.1.1.    Cristo nos libera del pecado.

 

1.1.2.    Cristo nos hace descubrir la libertad para el servicio.

 

1.1.3.    En Cristo, el ejercicio de la libertad se sitúa en el horizonte del bien.

 

¿Qué es la libertad? ¿Cómo la entendemos? ¿Nos hemos educado para el responsable ejercicio de la libertad?

 

2.      La libertad no es algo que se adquiere de una vez por todas ni algo cuya permanencia esté garantizada de por vida. La libertad se puede perder, dicho de otra manera, podemos hacernos esclavos (de algo, de alguien)… algo o alguien nos puede esclavizar. Hay que estar atentos. Hay esclavitudes que son sutiles, que se van apoderando de nosotros silenciosamente, de una manera casi imperceptible.

 

3.      El llamado que Dios nos ha hecho es a la libertad. La libertad aparece como una constante en los relatos bíblicos. Ya, en el libro del Éxodo se plantea el problema fundamental: sacar a un pueblo del estado de esclavitud, para que llegue a ser libre y libremente entre al servicio de Dios.  Si revisamos la historia de los personajes bíblicos, en todos ellos, el ejercicio de la libertad entra en juego: todos reciben un llamado, se les encarga una misión, pero – en últimas- son ellos los que deciden ponerse al servicio de Dios o distanciarse de Él.

  

4.      Es interesante notar que – en este texto- san Pablo, que viene hablando de la libertad, la pone en directa relación con el amor. El verdadero ejercicio de la libertad brota del amor. Si nos salimos del amor, la libertad se pervierte y, sin duda, llegamos al libertinaje o a la tiranía. El problema aquí es ‘el adecuado ejercicio de la libertad’. Es aquí donde entra la docilidad al Espíritu Santo.  

 


Lucas 9, 51-62

Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas

 

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?" Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza." A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios." Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."

 

 

Algunas reflexiones:

 

1.     Se iba cumpliendo el tiempo:  Nuestra vida aquí en la tierra es un paso, un pasar. Guardamos la esperanza (esa es parte de nuestra fe) de acceder a una vida plena, en Dios, con Dios. Pero ¿Qué hacemos mientras estamos de paso por este mundo? Jesús, nos dice san Lucas, en el libro de los hechos de los Apóstoles, pasó haciendo el bien. Podemos pasar por este mundo en la lógica de Jesús o transitando otros caminos. Nuestra libertad es interpelada.

 

2.      Jesús va hacia Jerusalén. No es simplemente una indicación de carácter geográfico (así lo parece a simple vista). Pero en la teología de los evangelios, Jerusalén es el centro de la vida de todo el pueblo de Israel y, además, es la ciudad en que se da muerte a los profetas de Dios. Es el lugar del máximo compromiso, de la entrega total y del rechazo total. Por eso, ir a Jerusalén adquiere un contenido profundamente teológico-espiritual. Jesús vino a realizar la misión encomendada por Dios Padre; ha hecho de la Voluntad de Dios su motor y su fuerza. Decidir ir a Jerusalén es confirmar una vez más su opción, es renovar su amor total, es entregarse totalmente al servicio de Dios. ¿Vivimos nuestra fe en esta actitud?

 

3.     No lo recibieron: El rechazo no solo se da en Jerusalén. Se da en otras (en todas) partes. Los prejuicios son, con frecuencia, fuente de rechazo. En tiempo de Jesús, las pugnas, las diferencias los distanciamientos y los resentimientos históricos entre judíos y samaritanos ya llevaban varios siglos. Odios que nunca se superaron y que fueron creando dinámicas de tensión, de rivalidad. El solo hecho de saber que Jesús es judío hace que los samaritanos se cierren. Lo mismo ocurría en la dirección opuesta, es decir, de judíos a samaritanos.  Recordemos que, en el encuentro de Jesús con la mujer de Samaria, la primera reacción de esta ante la petición de Jesús es: ¿Cómo tú, siendo judío, te atreves a pedirme agua sabiendo que soy samaritana? El examen de nuestros prejuicios es una tarea urgente y necesaria.

  

4.     ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?: La reacción de Santiago y Juan (judíos, discípulos de Jesús) no es muy diferente de la reacción prejuiciosa y resentida de los samaritanos: en lugar de buscar acercamiento y acuerdos lo que se les ocurre es la violencia, la eliminación de los otros. ¿No ocurrirá algo parecido, actualmente, en el mundo? Entendemos la reacción de Jesús (los regañó)… Si examinamos con atención las enseñanzas de Jesús a sus discípulos notaremos que la idea fundamental era provocar en ellos otra mirada, otros sentimientos, otra manera de pensar. En definitivas, se trata de provocar una transformación de nuestra manera de sentir, de ver, de pensar, de actuar.

 

5.     Mientras iban de camino: Somos caminantes, vamos de camino. Pero al hacerlo debemos preguntarnos:

 

  •          ¿Qué caminos transitamos? ¿Por qué estos y no otros?

 

  •          ¿Cómo hacemos camino? ¿Con qué actitudes y disposiciones?

 

  •          ¿Qué gente encontramos por el camino? ¿Cómo reaccionamos ante la gente que encontramos? ¿Qué hacemos con ellos? ¿Qué hacen ellos con nosotros?  ¿Podemos construir algo valioso, juntos?

 

6.     Te seguiré… Sígueme: Este momento del texto se centra en el seguimiento. Recordemos que Jesús va a Jerusalén (ya sabemos lo que esto significa).  Seguramente nos puede suceder lo que a esta persona (conocemos a Jesús, sabemos quién es, nos encanta su mensaje, nos conmueve su testimonio de vida…incluso, queremos seguirlo, pero ¿comprendemos todas las implicaciones vitales que contiene ese seguimiento?

 

7.      El hombre le dice a Jesús: Te seguiré adonde vayas. Jesús simplemente nos dejará claro: Voy a Jerusalén (el lugar ‘teológico’ de la entrega, de la donación total, del sacrificio supremo, del máximo amor, del sufrimiento, del rechazo, de la soledad). Es en este momento cuando el ‘evangelio’ se hace incómodo.

 

8.      El texto nos lanza a una nueva situación: ya no es alguien que dice querer seguir a Jesús, sino Jesús quien llama a su seguimiento a dos personas. El evangelista nos dice que las personas llamadas ponen a Jesús un ‘PERO’. Sí, pero… Sería interesante si parásemos un momento para examinar los ‘PEROS’ que le ponemos a Jesús.

 

 

Terminemos nuestra reflexión orando con el…

 

 

Salmo 15

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: "Tú eres mi bien." El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. R.

 

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

 

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

 


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