En Defensa de la Fe


33 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)

La siguiente es la reflexión correspondiente al 33 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía.

 



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Nota acerca de la fecha: En el 2013, corresponde al Domingo 17 de Noviembre.

 



Libro de Malaquías 3,19-20.

"Porque llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni ramas. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos, y saldrán brincando como terneros bien alimentados."

 



Malaquías, a través de un lenguaje apocalíptico, alienta al pueblo justo que sirve enteramente al Señor, indicándoles que ya llegará el día en que se hará sentir la justicia de Dios.

Malaquías habla de un día abrasador como un horno. Es una manera de hablar del juicio (evaluación) de Dios. Lo entendemos con lo que sigue: en este juicio los arrogantes y los que maquinan el mal serán destruidos (no quedará nada: no quedará ni raíz ni ramas). Con todo, este juicio divino, reconocerá la grandeza de los justos, de aquellas personas que permanecieron fieles a Dios. El criterio fundamental es la justicia. Es importante meditar sobre lo que significa este juicio de Dios en la teología cristiana: ¿Qué es juzgar? ¿De dónde viene la palabra juicio? ¿Qué relación hay entre juicio y responsabilidad? La noción de juicio significa de entrada que Dios nos dio la vida, nos confió una misión, nos entregó el  mundo y debemos dar cuenta de nuestra gestión. 

El nombre Malaquías significa  “Mensajero de Dios”. Este profeta actuó hacia le s. V a.C., justo en tiempo de la reforma de restauración del pueblo – después del  exilio de Babilonia,  emprendida por Esdras y Nehemías. El templo ha sido reconstruido y parece que ya el culto funciona, pero el pueblo parece estar cayendo en la apatía religiosa, porque las antiguas promesas no se cumplen.  El pueblo duda del amor y de la cercanía de Dios y de su interés por la suerte del pueblo. Quizá la lectura nos invite a identificar la apatía que existe hoy, en muchos, al interior de la iglesia… nuestra propia apatía. Debemos re-animarnos y volver al ardor original de la fe.

En este contexto Malaquías se enfrenta a aquella parte de sacerdotes y levitas que degradan el culto, que carecen de real compromiso y disposición interior para guiar al pueblo. Para el profeta es claro que la conversión del pueblo depende de la purificación del culto (es decir, de la renovación de la experiencia espiritual) y esto es imposible si los sacerdotes y levitas son superficiales y no están comprometidos plenamente con su misión. En este clima Malaquías anuncia el juicio de Dios (que es el mensaje principal de la primera lectura y de la liturgia de este domingo).  El texto de Malaquías puede llevarnos a meditar sobre varios puntos claves:

a)      La calidad de los pastores de las iglesias,

b)     La relación que hay entre renovación de los pastores  y transformación interna de las iglesias,

c)      La calidad y pertinencia de la misión de las iglesias dentro de las complejas sociedades de hoy.

El profeta intenta, al mismo tiempo, buscar respuesta al problema de por qué al bueno le va mal y al malvado le va bien. El problema sigue siendo actual. El profeta proyecta la solución de este problema al futuro: cuando, al final de los tiempos, llegue el juicio de Dios todo se decantará y se hará sentir la justicia de Dios, pues el final de justos y malvados no puede ser el mismo.

 



Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3,7-12.

"Ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar. En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A estos les mandamos y los exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan."

 



Pablo fue expulsado de Filipos y se dirigió, entonces, a Tesalónica y allí fundó una nueva comunidad cristiana.  Pero, perseguido, tuvo que huir y se dirigió a Berea y, luego, a Atenas (centro filosófico de primer orden). Luego se estableció en Corinto y allí fundo otra comunidad cristiana. Hacemos este breve recorrido para mostrar la complejidad de la experiencia de este misionero: la misión es compleja, dura, difícil y el misionero se ve envuelto en situaciones dramáticas. Pero Pablo no olvida la comunidad de Tesalónica, está pendiente de lo que allí sucede y de cómo evoluciona la comunidad cristiana que él fundó. Envía a esta comunidad a su colaborador Timoteo (recordemos la Carta a Timoteo). Timoteo va, los acompaña, los anima y vuelve con noticias: la gente de Tesalónica se pregunta por la Venida definitiva del Señor Jesús para “juzgar y gobernar” el mundo (Esta venida se conoce teológicamente como Parusía). Esta Parusía había sido anunciada como inminente, por eso muchos se dedicaron a esperar pasivamente este final. Si este mundo ya va a llegar a su final no vale la pena hacer nada ni comprometerse en  nuevos proyectos. Pablo reacciona ante esta postura. Además, el tiempo pasa y no sucede nada. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cuándo será ese final feliz que los justos y fieles esperan? Muchos creyentes comienzan a bajar la calidad de su compromiso, el desánimo parece apoderarse de muchos. Pablo interviene y deja claros varios puntos: 1) Cristo glorioso volverá, 2) No sabemos cuándo será ese final, 3) El hecho de que la Parusía se demore no justifica que el creyente abandone su fe o baje la calidad de su compromiso, 4) Aunque la Parusía se demore, hay que mantenerse firme y hacer el bien. 

En este contexto entendemos algunos aspectos que aparecen en la segunda lectura de este domingo: 1) seguir el ejemplo que Pablo y sus colaboradores misioneros han dado: evitando la holgazanería y trabajando con ahínco, 2) no ser una carga para los demás, 3) Dedicarse a trabajar y no entrometerse en todo. ¿Cómo estamos frente a estos aspectos concretos de la vida cristiana?

 



Evangelio según San Lucas 21,5-19.

"Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. No deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas."

 

 

El texto del evangelio se enmarca dentro del estilo teológico literario llamado Apocalíptico. En él Jesús previene a sus interlocutores sobre el carácter pasajero de este mundo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Jesús se sitúa en el mismo horizonte de las expectativas y creencias de su  tiempo: la esperanza de la venida y acción de Mesías con la que llegaría los últimos tiempos: el final del mundo y la restauración del mundo por el poder de Dios. 

Pero Jesús advierte a sus discípulos para que no se dejen envolver por las predicaciones de los charlatanes o de falsos mesías; les pide que se preparen para enfrentar y soportar las dificultades (incomprensión y persecución) por causa de la misión que deberán desarrollar y para que den adecuado testimonio del Reino de Dios. Jesús les insiste que el final del mundo no sucederá inmediatamente.

En este contexto la lectura nos invita a reflexionar sobre algunos aspectos claves:

·         La postura crítica frente a las predicaciones y a los signos engañosos que pueden aparecer en el mundo.

·         La necesidad de discernir y de hacer una adecuada lectura de los acontecimientos. Una lectura que evite ingenuidades y que tenga en cuenta la complejidad del mundo.

·         La importancia de tener claridad sobre la noción de Mesías (su contenido en las tradiciones del Antiguo Testamento y su sentido cristiano específico), y confrontar los nuevos mesianismos que aparecen con el mesianismo de Jesús.

·         La constancia del discípulo en su seguimiento de Jesús. De allí se deriva la necesidad de cultivar la vida espiritual.  

 

Otras reflexiones sobre las Lecturas de este Domingo

·         Estamos ya finalizando el año litúrgico y el tema de las lecturas de este domingo se centra en el «final de los tiempos», el final del mundo y tema del juicio de Dios.

·         Durante la historia del cristianismo, el final del mundo ha sido un tema siempre presente. Forma parte de las preguntas que el cristiano se plantea.

·         Según la fe toda humanidad será convocada a juicio (por eso hay que tener una idea clara, coherente y seria de esta afirmación teológica). Hay que ir más allá de la lógica simplista de premios y castigos para buscar una visión crítica de estas realidades; una comprensión que alimente la responsabilidad de los creyentes ante Dios, ante la humanidad y ante sí mismos.

·         Este concepto de juicio y del final del mundo estaba enmarcado dentro de una cosmovisión que imaginaba a Dios como un «Señor todopoderoso», situado fuera del mundo, observando implacablemente lo que sucedía y con frecuencia interviniendo en el mundo, en el que se debatía la humanidad con el objetivo de llegar a una vida nueva, definitiva (La Vida Eterna). Esta comprensión nos hace pensar más en los dioses del Olimpo que en el Dios predicado por Jesucristo. Hay que distinguir las formas en que se presentan las cosas en las narraciones y  las convicciones  e intuiciones profundas sobre la existencia, que se vehiculan a través de estos relatos. 

·         Pudo ser que la presencia magnífica del templo de Jerusalén alentara la fe de los judíos hasta el punto de dar más importancia a la arquitectura y al poder de la religión que al mismo Dios; pudo ser que las cosas se invirtieran al punto de dar más importancia a los sacrificios, los rituales, los signos externos, las construcciones majestuosas, las liturgias pomposas, etc., que a las actitudes exigidas por Dios: la verdad, la misericordia, el servicio y la justicia. En este sentido se puede entender que si el templo (el culto, las castas sacerdotales, etc.) se vuelve un obstáculo para la verdadera fe, entonces lo mejor es que desaparezca.

Terminemos nuestra meditación orando con el



Salmo 98 (97)

"¡Canten con la cítara al Señor,
con la cítara y al son de la salmodia,
al son de la trompeta y del cuerno
aclamen el paso del Rey, el Señor!

¡Rujan el mar y todo lo que contiene,
el mundo y todos los que lo habitan!

Aplaudan los ríos y los montes
griten de alegría delante del Señor,
porque ya viene, porque ya viene a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos según su derecho."

 

Oración Final

 
“Oh Dios, enséñanos a transformar las relaciones entre los seres humanos y a construir una historia humana de amor, de libertad, de justicia, y de paz. Enséñanos a descubrir – desde Jesús – una lógica de vida que nos lleve a la construcción de la humanidad nueva donde se explicite de manera efectiva el Reino de Dios. Por Jesucristo Nuestro Señor”. Amén.

 



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