En Defensa de la Fe


32 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)

La siguiente es la reflexión correspondiente al 32 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía.

 



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Nota acerca de la fecha: En el 2013, corresponde al Domingo 10 de Noviembre.

 

Segundo Libro de Macabeos 7,1-2.9-14.

También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: "¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres". Y cuando estaba por dar el último suspiro, dijo: "Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes". Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: "Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él". El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos. Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: "Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida".

 

Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,16-17.3,1-5.

Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena. Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe. Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno. Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones. Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo.

 

Evangelio según San Lucas 20,27-38.

Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".

 

 

Comentario del Evangelio por Teodoro de Mopsuestia (s. V, d.C), obispo y teólogo. Comentario sobre el evangelio de Juan, libro II; CSCO 116, p. 55-56

"No es un Dios de muertos, sino de vivos"

El fundamento de nuestra condición presente es Adán; pero para nuestra vida futura, es Cristo, nuestro Señor. Lo mismo que Adán fue el primer hombre mortal y que más tarde todos somos mortales a causa de él, así Cristo es el primero que ha resucitado de entre los muertos, y les dio el germen de la resurrección a los que vendrán después de él. Venimos a esta vida visible por el nacimiento corporal, y por eso somos totalmente perecederos; pero en la vida futura, seremos transformados por la fuerza del Espíritu Santo, y por eso resucitaremos imperecederos.

Esto se realizará sólo cuando este germen de vida se abra, pero desde ahora, Cristo nuestro Señor quiso transportarnos allí de manera simbólica otorgándonos el bautismo, este nuevo nacimiento en sí mismo. Este nacimiento espiritual ya es la prefiguración de la resurrección y de la regeneración que se realizará plenamente en nosotros cuando pasemos a la otra vida. Por eso el bautismo es llamado también regeneración…

Cuando el apóstol Pablo habla de la vida futura, quiere tranquilizar a sus auditores con estas palabras: "no sólo la creación, sino que nosotros también que recibimos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, esperando la redención de nuestro cuerpo" (Rm 8,23). Porque si recibimos desde ahora las primicias de la gracia, esperamos recibirlas en plenitud cuando nos sea dada la felicidad de la resurrección.

 

Otros Comentarios a las Lecturas de este Domingo:

01. El tema que da unidad a toda la liturgia de la palabra de este domingo es el tema de la resurrección. No olvidemos que en el Credo afirmamos nuestra fe en la Resurrección (la de Jesús y la nuestra). La resurrección es el problema central de la fe cristiana, pues si Jesús de Nazaret no hubiera resucitado no existiría ni fe cristiana, ni iglesia, ni Nuevo Testamento. Ya el mismo san Pablo lo expresó con claridad en el capítulo 15 de la 1ª carta a los Corintios: “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe… Y somos los más desgraciados de los hombres”. Sin resurrección la fe queda vaciada de su fuerza y la Iglesia queda sin Cristo…no sería más que una simple institución humana. La resurrección es el punto culminante de la persona y de la obra de Jesús de Nazaret (El Cristo) y es la propuesta culminante de nuestra propia experiencia humana. Ligado al problema de la resurrección está sin duda el problema del sentido de la existencia humana. Si sólo existimos en este mundo para desaparecer, ¿qué sentido tienen tantos esfuerzos, tantas luchas, tantos sufrimientos?

02. En la primera lectura encontramos el testimonio heroico y edificante de una madre y de sus siete hijos, que entregan la vida antes que rendirse a los caprichos del tirano de turno. Estamos en una época de persecución y de tortura. Obvio, se trata de una composición literaria didáctica que junta en una sola jornada una masacre atroz, pero – a través de este recurso – lo que se busca es despertar en los creyentes (los oyentes y lectores) el deseo de ir hasta las últimas consecuencias en la vivencia de su fe. El problema, en esta primera lectura es de fidelidad, de rechazo de la opresión y de afirmación de la resurrección. En estas lecturas la fe aparece como un combate en el que se denuncia el abuso de poder, la sacralidad de la vida, la confianza en Dios que no abandona al justo y la esperanza en una vida diferente, en la que ya no se muere más.

03. En el texto, la madre de los Macabeos representa al pueblo de Israel, y el número de siete hijos, (no olvidemos que 7 es un número simbólico que dice plenitud) simboliza la plenitud de la familia de Israel, en la que debe primar la unidad, la libertad, la identidad y la defensa de los derechos (especialmente este de la libertad religiosa, que hoy sigue siendo negado y/o mal entendido).

04. En la segunda lectura, vemos cómo según Pablo lo que debe identificar a los cristianos es el testimonio coherente y fiel sobre Jesús. En este testimonio debe haber una correspondencia (coherencia) entre las palabras y las obras. Esta coherencia es fruto, sin duda, del esfuerzo del creyente, pero también (y sin esto sería imposible) de la comunión y docilidad al Espíritu Santo.

05. En el evangelio vemos que frente a los Saduceos que tratan de ridiculizar la fe en la resurrección (pues esta corriente religiosa de aquella época no cree en la resurrección de los muertos), Jesús afirma la posibilidad de resucitar, sólo que para Él la resurrección va más allá de la simple prolongación de esta vida (esto sería una resucitación o revivificación de un cadáver). Para la comprensión neo-testamentaria, la resurrección permite el paso (la entrada) de la persona a una vida radicalmente diferente no expuesta a la corrupción ni a las limitaciones históricas.

06. Queda claro que de este tipo de resurrección (la de Jesús) sólo Dios puede dar razón, pues para nosotros resulta siempre un misterio inefable que nos supera, que sobrepasa nuestra capacidad racional. A esto apela Jesús con plena humildad y sencillez delante de quienes le escuchan, recordando la sana tradición de su pueblo de reconocer que el “Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven”.

07. Pero la vida eterna no está desligada de esta vida terrena que (según la fe) Dios nos dio. La Vida Eterna dependerá de lo que desde ahora hagamos como una opción decidida por el amor, por la vida, por la justicia, por la construcción de la fraternidad.

08. Los saduceos pensaban que no había otra vida, la única vida que existía era la presente (así piensan muchas personas en el mundo, aún hoy). Los fariseos, tenían una postura opuesta: Una de las convicciones que tenían más firmemente arraigada era la fe en la resurrección, pero muchos de ellos concebían la resurrección como la mera continuación de la vida terrena, sólo que para siempre. “La posición de Jesús en este debate con los saduceos puede sernos iluminadora para los tiempos actuales. También nosotros podemos reaccionar con frecuencia contra una imagen demasiado fácil de la resurrección. Cualquiera de nosotros puede recordar las enseñanzas que respecto a este tema recibió en su formación cristiana de catequesis infantil, la fácil descripción que hasta hace 50 años se hacía de lo que es la muerte (separación del alma respecto al cuerpo), lo que sería el juicio particular, el juicio universal, el purgatorio, el cielo y el infierno (¡!)...”

09. La teología cristiana pretendía tener respuestas precisas para todos estos temas. Demasiada pretensión, porque es muy difícil afirmar de manera objetiva y precisa algo sobre esa realidad que llamamos “más allá”. Es necesario ser prudentes ante estos temas (ni siquiera el mismo Jesús se atrevió a decir mucho sobre esto) y acoger con fe esta posibilidad y su exigencia, pues la fe en el más allá está ligada a la fe en el más acá y en el compromiso serio para que en este “más acá” que vivimos, el Reino de Dios se haga presente.

 

Para la reflexión personal o grupal

1) ¿Cuáles son las ideas más comunes que la gente se hace de la resurrección?

2) ¿Cuál es la diferencia entre resurrección, revivificación y reencarnación?

3) ¿Cómo se manifiesta en mí la vida que Jesús representa?

4) ¿Tiene el problema de la resurrección incidencia en el problema del sentido de la existencia?

 

Terminemos nuestra meditación orando con el ...



Salmo 17 (16)

Escucha mi grito, Señor,
atiende a mis clamores,
presta atención a mi plegaria,
pues no hay engaño en mis labios.

Afirma mis pasos en tus caminos
para que no tropiecen mis pies.
A ti te llamo, oh Dios,
esperando tu respuesta;
inclina a mí tu oído
y escucha mi ruego.

Guárdame como a la niña de tus ojos,
escóndeme a la sombra de tus alas,
Y yo, como justo,
contemplaré tu rostro,
y al despertar,
me saciaré de tu semblante.

 

Oración Final

Dios, Padre de amor, la esperanza en la resurrección es un don misterioso que no acabamos de comprender. Ilumina nuestra inteligencia y nuestro corazón para que vivamos cada momento de nuestra vida con la certeza de que Tú nunca nos vas a abandonar y ni vas a dejar que nos perdamos.

 


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