La siguiente es la reflexión correspondiente al 29 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía.
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Nota acerca de la fecha: En el 2013, corresponde al Domingo 20 de
Octubre.
Después
vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a
Josué: "Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra
Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón
de Dios". Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir
contra los amalecitas. Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima
del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel;
pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec. Como Moisés tenía los
brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba.
Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos,
uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del
sol.
De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.
· El monte, en el lenguaje bíblico está íntimamente relacionado con la oración. Obvio, no se trata hoy de usar perversamente la religión, la oración y/o la fe para alimentar las guerras y la discordia entre los seres humanos. Más allá del tema directo de la guerra (tal como aparece en esta narración del Antiguo Testamento) debemos percibir (en la persona de Moisés) la relación profunda entre la misión a realizar (liberar al pueblo y darle una tierra) y la oración. Esta primera lectura quiere subrayar el triunfo del pueblo no tanto por su propia capacidad sino por la acción de Dios en él.
· El bastón está asociado al poder de Dios y es, igualmente, el instrumento usado por los pastores para pastorear (guiar, proteger, defender) al rebaño.
· Los brazos levantados simbolizan, en el lenguaje bíblico, la oración que puede tomar diversos matices: petición, adoración, súplica, alabanza, intercesión, etc. Pero pastorear un pueblo, mantenerse en oración, mantenerse fiel a una misión no es fácil, exige constancia, perseverancia. Podemos cansarnos. Necesitamos del apoyo de otros: compañeros de camino que nos sostengan los brazos, para poder orar sin desfallecer (lo cual aparece simbolizado en la puesta del sol).
· Al final, aparece el fruto de la oración: la derrota del enemigo. No se trata de buscar enemigos o de fabricarlos. En realidad, los grandes enemigos a vencer son el mal, la mentira, la injusticia, la falta de solidaridad, la apatía, la ingratitud frente Dios.
Pero
tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente
convencido: tú sabes de quiénes la has recibido.
Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte
la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.
Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para
argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y
a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino:
proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende,
exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
· La fidelidad a las doctrinas es clave en la experiencia espiritual, pero es necesario situarse de manera crítica ante este llamado: ¿Qué doctrinas merecen fidelidad? ¿Qué es una doctrina? ¿Cómo se elaboran las doctrinas? En el horizonte cristiano las doctrinas deben estar al servicio del Reino de Dios y de sus valores. Si se salen de la lógica del Reino o atentan contra él, entonces no vale la pena asegurarles nuestra fidelidad.
· La Biblia ocupa un lugar especial en la vida de las Iglesias: en ella hay una sabiduría que hay que saber descubrir, acoger, interiorizar y practicar. La lectura diaria, su estudio serio, su interpretación y actualización no deben faltar. Si nos empeñamos en esta tarea comprenderemos por qué el autor de la carta nos dice que ella nos educa en la justicia, nos corrige, nos da elementos para enseñar a otros y para argumentar.
· El objetivo de la vida espiritual es crecer en la comunión con Dios y hacer siempre el bien.
Después
Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin
desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le
importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría
a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante
mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me
importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia
para que no venga continuamente a fastidiarme'". Y el Señor dijo:
"Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus
elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les
aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga
el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
· Jesús oró y pidió a sus discípulos orar confiadamente y sin desfallecer (la oración debe acompañar la vida). Los evangelios nos muestran a Jesús orando, especialmente en los momentos más difíciles y complejos de su vida y de su misión. Es claro que la experiencia de la oración de Jesús está asociada a la búsqueda de la Voluntad divina y a la sintonía existencial con esta voluntad. Esto es lo que, también nosotros, en nuestra experiencia orante, debemos buscar.
· La oración aparece como una experiencia importante, porque en ella el creyente estructura su manera de vivir la fe. La oración entendida como el diálogo amoroso, confiado y constante con Dios es una de las claves de la vida cristiana. ¿Cómo pretender que una relación crezca y madure si no hay verdadero diálogo?
· La lección de Jesús, en esta parábola, es clara: si el juez termina escuchando las súplicas de la mujer viuda, aunque sea por compromiso y para deshacerse de ella, con mayor razón Dios nos escucha, porque nos ama.
· ¿Encontrará fe sobre la tierra? Esta pregunta que cierra el texto expresa algo dramático: la fe humana en Dios se debilita, es demasiado débil, tiende a desaparecer. El ser humano se viene desentendiendo de Dios: o vive como si Dios no existiera o cambia a Dios por otras realidades.
Comentario al Evangelio, por San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte). Discurso sobre los Salmos, Sal. 37, 14
« Les dijo una parábola para mostrarles que hay que orar sin cesar”
"Todas mis ansias están en tu presencia" (Sal. 37,10)... Tu deseo, es tu oración; si tu deseo es continuo, tu oración también es continua. Por eso el apóstol Pablo dijo: "orar sin cesar" (1Te 5,17). ¿Puede decirlo porque, sin tregua, doblamos la rodilla, prosternamos nuestro cuerpo, o elevamos las manos hacia Dios? Si decimos que rezamos sólo en estas condiciones, no creo que pudiéramos hacerlo sin tregua.
Pero hay otra oración, interior, que es sin tregua: es el deseo. Aunque te encuentres en cualquier ocupación, si deseas este descanso del sábado, del que hablamos, rezas sin cesar. Si no quieres dejar de rogar, no dejes de desear.
¿Tu deseo es continuo? Entonces tu grito es continuo. Te callarás sólo si dejas de amar ¿Quiénes son los que se callaron? Son aquellos sobre los que se dijo: "al crecer la maldad, la caridad de muchos se enfriará" (Mt 24,12). La caridad que se enfría, es el corazón que se calla; la caridad que quema, es el corazón que grita. Si tu caridad subsiste sin cesar, gritas sin cesar; si gritas sin cesar, es porque deseas siempre; si estás repleto de este deseo, es porque piensas en el descanso eterno.
Algunas Reflexiones sobre las Lecturas Anteriores:
· Jesús propuso esta parábola para invitar a sus discípulos a no desanimarse en su intento de implantar el reinado de Dios en el mundo. Para ello deberían ser constantes en la oración.
· Esta parábola tiene un final feliz, aunque así no suele suceder siempre en la vida. Muchas personas son marginadas y no son escuchadas, aunque sus súplicas y reclamos sean legítimos.
· Vivimos en una sociedad llena de ruido, de ocupaciones, de sufrimiento y de distracción. En medio de todo esto, al creyente le resulta cada vez más difícil orar (hablar con Dios). Es importante que las familias cristianas y las iglesias piensen en una educación en la oración, en una pedagogía de la vida espiritual que responda a las necesidades y exigencias de este tiempo.
· La oración nos hace más conscientes de la presencia, de la compañía y de la acción de Dios. Ella nos hace capaces de comprender la lógica del Reino de Dios y más sensibles al sufrimiento humano y más creativos para encontrar las mejores maneras de servir.
· Debemos tener cuidado de transformar la oración en un mecanismo para invocar a un Dios “tapagujeros”: la oración no se nos propone para endosarle a Dios nuestra responsabilidad, sino para pedir a Dios nos dé su luz para asumirla y realizarla con amor, lucidez e inteligencia.
· La vida cristiana tiene sentido cuando ella se comprende, se vive y se desarrolla como un encuentro con Dios. Ello supone un diálogo permanente (llamado oración) en el que Dios nos habla de su amor y de su proyecto de amor y el creyente le habla de su vida, de sus proyectos, de la respuesta que se esfuerza por dar a este amor total… y de las dificultades que va encontrando.
· La oración puede tener varios enemigos: el primero de ellos podemos ser nosotros mismos con nuestra pretendida ocupación, con nuestra superficialidad, con nuestra distracción, con nuestra lógica de la eficacia y la eficiencia, con nuestra falta de esperanza, con nuestro egoísmo (muchas veces nuestra oración se queda simplemente preocupada por nosotros mismos, por nuestros intereses…los otros desaparecen).
Para la reflexión personal y/o de grupo:
1) ¿Qué lugar ocupa la oración en mi vida? ¿Soy una persona perseverante en la oración?
2) ¿Entiendo la oración como una experiencia de responsabilización o simplemente como un endosarle a Dios lo que yo debo asumir y hacer?
3) ¿Cuáles son las actitudes que acompañan mi experiencia de oración?
Terminemos nuestra meditación orando con el ...
Dirijo
la mirada hacia los montes:
¿de dónde me llegará ayuda?
Mi socorro me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No deja que tu pie dé un paso en falso,
no duerme tu guardián;
jamás lo rinde el sueño o cabecea
el guardián de Israel.
El Señor es tu guardián y tu sombra,
el Señor está a tu diestra.
Durante el día el sol no te maltratará,
ni la luna de noche.
Te preserva el Señor de todo mal,
él guarda tu alma.
El te guarda al salir y al regresar,
ahora y para siempre.
Oración Final
Te rogamos, Señor, nos concedas un corazón libre para orar lo que vivimos y vivir lo que oramos: Y te pedimos la gracia de vivir una experiencia orante que realmente nos ayude a tomar conciencia de tu amor y nos transforme en instrumentos tuyos en el mundo. Amén.
¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?
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