En Defensa de la Fe


27 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)

La siguiente es la reflexión correspondiente al 27 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C) acerca las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía.

 



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Nota acerca de la fecha: En el 2013, corresponde al Domingo 6 de Octubre.

 



Libro de Habacuc 1,2-3.2,2-4

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia", sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.

 

 

Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 1,6-8.13-14


Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

 

 



Evangelio según San Lucas 17,5-10


Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".

 

 



Algunas Reflexiones sobre las Lecturas



Me gustaría centrarme en el evangelio (Lucas 17,5-10), aunque ampliando el texto un poco más (desde el versículo 1 al 10 del capítulo 17) y dedicar algunas reflexiones a los temas claves que allí se tratan: El testimonio, la fe, la humildad y le servicio. Recordemos que la idea no es quedarnos sólo en ideas sino en ver cómo estas realidades se verifican en nosotros y qué podemos para crecer en la lógica de vida del seguimiento de Jesús.   



·         Estamos ante un conjunto de enseñanzas de Jesús a sus discípulos que abarcan  los primeros 10 versículos del capítulo 17. Son enseñanzas claves que llaman al discípulo a la coherencia:

 

a)      El testimonio. Testimonio que sólo se puede hacer desde la fe. Ese testimonio del Reino de Dios pide del creyente un compromiso serio por una sociedad más justa, igualitaria, humana y responsable del entorno. Esa tarea no es fácil y el cristiano puede constatar la presencia de instituciones, fenómenos y antivalores contrarios al Reino. Es más, él mismo puede extraviarse (salirse del camino) y ponerse al servicio de proyectos contrarios e incompatibles con el proyecto de Dios (El Reino).  Cuando esto sucede el ejercicio de la corrección fraterna es una de los ejercicios más necesarios (aunque difíciles).



b)      La fe, que es la respuesta de la persona humana a la presencia y a la propuesta de Dios. Fe que es – simultáneamente – don y tarea.  Por una parte, la fe no crece y se fortalece únicamente por el esfuerzo humano. Se requiere de la asistencia de Dios, de su ayuda (es decir, de la Gracia). Por eso los discípulos piden a Jesús que les aumente la fe. La fe viene  siempre ligada a la fidelidad y a una confianza profunda en Dios, a pesar de las pruebas, las dificultades y las contradicciones que parecen minar las fuerzas del creyente (que se puede cansar en la lucha diaria por la coherencia con la Voluntad de Dios). 

 



c)      El servicio, pues el verdadero amor se transforma en acción y no se quede en buenos sentimientos e intenciones. Hay que pasar a la acción. Jesús, usando una parábola comprensible en el contexto de su tiempo habla de este servicio y del servidor. El verdadero servidor no está pensando en recompensas y no está pensando en sí mismo. Su recompensa es el deber cumplido, en el que ha puesto lo mejor de sí mismo. Es en el ejercicio amoroso, comprometido y constante de este servicio que el discípulo de Jesús encuentra el sentido de la vida. El asunto es permanecer fiel atravesando el mar de la cotidianidad.   

 

·         Sugiero que partamos de dos preguntas claves y abordémoslas de modo personal: 1) ¿Cómo percibo mi fe? (frágil o fuerte; profunda o superficial; comprometida o cómoda: desinteresada o, quizá, oportunista…) 2) ¿Qué razones tengo para sustentar la respuesta que di?

 



·         Algunas veces nuestra fe se reduce a lo meramente emotivo y sentimental: esto sucede cuando aceptamos y creemos en Dios cuando todo se siente bonito, cuando somos felices, pero cuando llega la dificultad, el problema, el obstáculo, la crisis, el dolor, nos comportamos como si Dios no existiera.

 



·         La petición de los apóstoles sigue siendo actual. Nosotros también podemos pedir en oración: "Señor, aumenta mi fe".

 



·         La segunda parte del pasaje propuesto para nuestra meditación nos invita a articular la fe con la humildad. La humildad fortalece la fe. Es más, la humildad es un modo concreto de vivir la fe. La humildad es saber reconocer nuestro lugar, lo que somos delante de Dios, nuestras capacidades, pero también nuestras limitaciones, incoherencias y enfermedades. La humildad es la verdad de lo que yo soy, ni más ni menos.

 



·         Ser humildes consiste – en el contexto de la vida espiritual- en  experimentarnos necesitado de la gracia divina, de la asistencia del Espíritu Santo. Debemos aprender a acoger con amor la asistencia de Dios que nos levanta y nos ayuda a caminar día tras día.

 



·         La humildad es reconocer que el bien que hacemos brota de la misteriosa acción de Dios, que – por pura misericordia- nos asocia a su obra creadora y salvadora. Con esta conciencia podemos decir: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” Reconocernos servidores de los demás es parte de la conciencia normal del cristianos, que – a ejemplo de su maestro -  estamos llamados a percibir que existimos no para ser servidos sino para servir.

 



·         La fe y la humildad nos ayudan:

 



            o   A encontrar la bondad de Dios tanto en las cosas pequeñas y grandes, en la cotidianidad

 



            o   A aprender a vivir de manera intensa el momento presente, sin olvidar las enseñanzas del pasado ni la responsabilidad que se tiene hacia el futuro. 

 



           o   A pedir y trabajar la humildad, pues sólo un espíritu habitado por la humildad sabe percibir y reconocer la presencia y la acción de Dios.  

 



·         Debemos meditar seriamente lo que significa ser siervo (servidor) de Jesús: el verdadero servidor recibe con alegría el encargo que el señor le ha encomendado. Si obra bien no actúa por la paga; hace simplemente lo que debe hacer y lo hace con amor. El verdadero servidor de Dios sabe que no está en posición de exigirle nada, pero sabe que ya Dios le ha dado (y le dará) todo.

 



·         Para interpretar adecuadamente esta postura de profunda gratuidad hay que situarla en el contexto de una relación de amistad profunda con Dios: el verdadero amigo ayuda al otro sin hablar (ni pensar) en premios o recompensas; no necesita leyes o mandatos; sabe lo que agrada a su amigo y lo realiza porque cree que merece la pena realizarlo. Esto significa que nuestra experiencia religiosa no puede basarse en la ley del mérito y del premio, pues esto nos conduciría a un cierto orgullo que nos haría exigentes delante de Dios.

 



El servicio es la actitud/acción que caracteriza al creyente, pero hay que cuidar que el servicio sea inteligente, pertinente, humilde, constante, transparente, atento, respetuoso. Servir es siempre una opción: ¿Me hago servidor? ¿Qué tipo de servidor soy? ¿El servicio que realizo tiene las características propuestas arriba?

 

 

 

Terminemos nuestra meditación orando con el ...

Salmo 95 (94)

Vengan, alegres demos vivas al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva;
partamos a su encuentro dando gracias;
aclamémosle con cánticos.

¡Entremos, agachémonos, postrémonos;
de rodillas ante el Señor que nos creó!
Pues él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que él pastorea,
el rebaño bajo su mano.
Ojalá pudieran hoy oír su voz.

«No endurezcan sus corazones como en Meribá,
como en el día de Masá en el desierto,
allí me desafiaron sus padres
y me tentaron, aunque veían mis obras.

 

 



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