En Defensa de la Fe


20 Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A)

Te comparto la reflexión correspondiente al 20 Domingo del  Tiempo Ordinario (ciclo A), sobre las lecturas de la Biblia que se proclaman durante la Eucaristía de este día.

 



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Nota acerca de la fecha: En el 2014, corresponde al Domingo 17 de Agosto.

 



Libro de Isaías 56,1.6-7.

Así habla el Señor: Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por revelarse mi justicia. Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza, yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos.

 

Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:

  

El texto del libro del profeta Isaías llama la atención sobre la estrecha relación que existe entre el derecho y la práctica de la justicia. Dos realidades que deberían caminar juntas, pero que – en no pocas ocasiones – se encuentran divorciadas. Es importante reflexionar sobre algunos tópicos:

 

  • ¿Quién(es) y cómo elabora(n) las leyes?

 

  • ¿Realmente, en nuestro país el derecho protege la justicia?

 

  • ¿Cuál es la diferencia entre la justicia humana y la justicia divina? Esta diferenciación (y el reconocimiento de las respectivas instancias) tiene como objetivo evitar aplicaciones desafortunadas.

 

El profeta Isaías quiere recordarnos que la verdadera experiencia espiritual no depende de la pertenencia a un pueblo, a una raza o a una religión, sino de la actitud de la persona ante Dios: de su unión con Él, del amor sincero hacia él, de la observancia inteligente de sus mandamientos y de su permanencia en la alianza que Dios ha querido hacer con el ser humano.

 

A la vuelta del exilio, el pueblo retoma las enseñanzas del profeta Isaías (del siglo VII a.c.) y vislumbran la construcción del nuevo pueblo de Israel, en proceso de formación, que se abra a los valores de la universalidad y el diálogo con otros pueblos.

 

La apertura, antes que un compromiso asumido por decreto, es una actitud de reconocimiento, de acogida, de disposición, de deseo de justicia y equidad para todos.

 

Lo que se propone no es que todas las religiones de la época se asimilen al Yavismo, sino que el pueblo de Israel del post-exilio sea el que haga las veces de aglutinador y orientador de las aspiraciones más legítimas de la humanidad.

 

El pueblo de Israel de la época del post-exilio comprende – poco a poco - que la identidad étnica, cultural y religiosa no le da derecho de despreciar a los demás ni a dominarlos, bajo el pretexto de una falsa superioridad.

 

El nuevo Templo (situado en Jerusalén) aparece como símbolo de identidad cultural y religiosa, pero también como un llamado a la misión: acoger a los otros pueblos para enseñarles los caminos de Dios: un pueblo que está al servicio de la integración y no de la exclusión.

 

Pero este proyecto no tuvo resonancia y, poco a poco, se instalaron nuevamente los viejos esquemas de pensamiento (obtusos y discriminadores). La integración universal pasó a ser un deseo frustrado que se trasladaba para el futuro. Aún hoy no se ha logrado… La iglesia no ha sido tampoco capaz de vehicular y operar este proyecto). Está en deuda.

 

El Templo, antes de que apareciera Jesús, se había convertido en el fortín de los terratenientes y en el depósito de los fondos económicos de toda la nación. Era el lugar donde los explotadores ponían a salvo sus riquezas mal habidas. Jesús se dio cuenta de esta situación y la rechazó. En ese proceso de ruptura con la decadencia del Templo y con la élite que lo manipulaba se enmarca el episodio de la mujer cananea (ver el Evangelio).

 

 

 

 

Carta de San Pablo a los Romanos 11,13-15.29-32.

Hermanos, a ustedes, que son de origen pagano, les aseguro que en mi condición de Apóstol de los paganos, hago honor a mi ministerio provocando los celos de mis hermanos de raza, con la esperanza de salvar a algunos de ellos. Porque si la exclusión de Israel trajo consigo la reconciliación del mundo, su reintegración, ¿no será un retorno a la vida? Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables. En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.


 



Evangelio según San Mateo 15,21-28.

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.

 



Te comparto algunas reflexiones acerca de la lectura anterior:

 

El pasaje del evangelio que la liturgia nos propone para nuestra meditación nos invita a hacer algunas experiencias vitales fundamentales:



  • Acoger al que es diferente. (Esa persona diferente, esa realidad que es diferente aparece simbolizada en la figura de la mujer cananea).



  • Tener piedad de otro(s). Ser sensible ante el sufrimiento de los demás. La insensibilidad, el encerramiento, el individualismo son enfermedades profundas del ser humano y de nuestras sociedades.



  •  La lucha contra el mal. El mal se halla presente en la historia humana. La historia humana se ve afectada por él y, pudiéramos decir, que toda la historia humana ha estado acompañada por una coexistencia antagónica entre bien y mal. El problema del mal soslayado.



  • La perseverancia en la fe. El énfasis en persistencia, en la perseverancia en la fe es clave (nuevamente a través de la mujer cananea se nos da una enseñanza). La fe no puede ser simplemente de deseos de momento, de fogonazos pasajeros, de emocionalismos. Es una opción de vida, una opción fundamental que debe servir de base a todo lo que en la vida se construye.



Jesús se había retirado hacia una región extranjera, no muy lejos de Galilea. Su obra a favor de los pobres, enfermos y marginados encontraba una gran resistencia, incluso entre sus coterráneos.



El encuentro con la mujer cananea, doblemente marginada por su condición de mujer (poco valorada en la época) y de extranjera (rechazada por no ser del pueblo), transforma todos los paradigmas con los que Jesús interpretaba su propia misión. La mujer extranjera es capaz – con su actitud y persistencia – de romper el esquema de rechazo al extranjero y la lógica de dominación y desprecio contra la mujer. La auténtica fe tiene la capacidad de saber saltarse los esquemas innecesarios, para llegar a lo esencial: el encuentro con Dios y la práctica de la misericordia.

 

El evangelista pone en labios de Jesús una respuesta típica de un predicador judío tradicional: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». La mujer, haciendo a un lado los prejuicios raciales provoca una situación nueva: la superación de las barreras. Hay que superar las barreras, derribar los muros y construir puentes. El resultado: Jesús abandona la cerrazón del discurso nacionalista excluyente y plantea un nuevo tipo de relación: la inclusión, la acogida, el encuentro desde el corazón y desde lo más hondo que se tiene para compartir: la condición humana y el sufrimiento.



Pablo, en la misma línea, ante la cerrazón del pueblo de Israel a la predicación que hace de Jesucristo reorienta su misión (va en busca de los otros pueblos) y acoge con sabia apertura la fe de los creyentes de otras naciones. ¿Qué podemos aprender de todo esto? ¿Cómo son nuestros esquemas mentales y religiosos? ¿Somos personas de espíritu incluyente o excluyente? ¿Es que hay sólo un Pueblo de Dios, o habrá «muchos Pueblos de Dios»?



No olvidemos que hoy no se trata de encasillar a la gente en una religión o en otra o de hacer entrar a todos en una sola de ellas, sino de reconocer como objetivo fundamental el reinado de Dios, caracterizado por el amor que se traduce en relaciones honestas, solidarias, justas y en una opción radical por la vida. De hecho, La teología actual de la «misión» acentúa que la misión no tiene como objetivo «convertir a otros a nuestra religión», sino construir el Reino de Dios.

 



Terminemos nuestra meditación orando con el...

 

Salmo 67(66)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.



Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
Que los pueblos te den gracias, oh Dios,



que todos los pueblos te den gracias.
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.

 

 

Por último, te invito a que hagamos juntos la siguiente oración:

 

Oh Dios de toda la humanidad, que has escogido y llamado a todos para que cada uno se encuentre contigo por su propio camino, danos los dones del discernimiento y de la sensibilidad espiritual para saber descubrir la presencia de tu Reino. Ayúdanos a hacer nuestros los sentimientos y actitudes de Jesús. Amén.

 


¿Tienes alguna pregunta, duda, inquietud, sugerencia o comentario acerca de estas reflexiones?

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