En Defensa de la Fe


El Purgatorio - Materia de la expiación – Descuido de la Santa Comunión - Luis de Blois - Santa Magdalena de Pazzi y los difuntos en adoración

A la tibieza se suma el descuido con que nos preparamos para el Banquete Eucarístico. Si la Iglesia no cesa de llamar a sus hijos a la Santa Mesa, si desea que comulguen con frecuencia, siempre pretende que lo hagan con la piedad y el fervor que exige tan Grande Misterio. Cualquier descuido voluntario en una acción tan santa es una ofensa a la Santidad de Jesucristo, ofensa que deberá ser reparada por una justa expiación.





Cualquier ultraje, sacrilegio, o negligencia en torno a nuestra participación en el Banquete Eucarístico es una ofensa a la Santidad de Jesucristo, que deberá ser reparada por una justa expiación.A la tibieza se suma el descuido con que nos preparamos para el Banquete Eucarístico. Si la Iglesia no cesa de llamar a sus hijos a la Santa Mesa, si desea que comulguen con frecuencia, siempre pretende que lo hagan con la piedad y el fervor que exige tan Grande Misterio. Cualquier descuido voluntario en una acción tan santa es una ofensa a la Santidad de Jesucristo, ofensa que deberá ser reparada por una justa expiación.





PRIMERA PARTE



Capítulo 34 - Materia de la expiación - Descuido de la Santa Comunión - Luis de Blois - Santa Magdalena de Pazzi y los difuntos en adoración

A la tibieza se suma el descuido con que nos preparamos para el Banquete Eucarístico. Si la Iglesia no cesa de llamar a sus hijos a la Santa Mesa, si desea que comulguen con frecuencia, siempre pretende que lo hagan con la piedad y el fervor que exige tan Grande Misterio. Cualquier descuido voluntario en una acción tan santa es una ofensa a la Santidad de Jesucristo, ofensa que deberá ser reparada por una justa expiación.

 

El venerable Luis de Blois, en su Espejo Espiritual, habla de un gran siervo de Dios, que aprendió por medios sobrenaturales la severidad con que se castigan este tipo de faltas en la otra vida. Fue visitado por un alma del Purgatorio, que imploraba su ayuda en nombre de la amistad que un día les había unido: estaba soportando, decía, crueles tormentos por la negligencia con que se había preparado para recibir la Santa Eucaristía durante los días de su peregrinación en este mundo.

 

Solo podía ser liberada por una comunión ferviente, que compensara su tibieza pasada. - Su amigo se apresuró a satisfacerla; hizo una comunión con toda la pureza de conciencia, con toda la fe, con toda la devoción posible; entonces vio cómo el alma santa se le aparecía con un brillo de incomparable fulgor y subiendo al Cielo.

 

En el año 1589, en el monasterio de Santa María de los Ángeles en Florencia, murió una monja muy estimada por sus hermanas.  La difunta se le apareció a Santa Magdalena de Pazzi, para implorar su ayuda en relación con el riguroso purgatorio al que estaba condenada. La santa estaba orando ante el altar del Santísimo Sacramento, cuando vio a la difunta arrodillada en medio de la iglesia, en acto de profunda adoración, y en un estado extraño.

 

La rodeaba un manto de llamas que parecía consumirla; pero tenía un vestido blanco que cubría su cuerpo y que la protegía parcialmente de la acción del fuego.

 

Magdalena, asombrada, quiso saber el significado de esta aparición, y le fue dicho que esta alma sufría así por su falta de devoción al Augusto Sacramento: a pesar de las reglas y santas costumbres de su Orden, había comulgado muy poco y con negligencia; por eso la Justicia Divina la había condenado a venir todos los días a adorar la Sagrada Eucaristía y a sufrir el tormento del fuego a los pies de Jesucristo.

 

Sin embargo, como recompensa por su pureza virginal, representada por el vestido blanco, el Divino Esposo le había mitigado en gran medida sus sufrimientos.

 

Esta fue la lección que el Señor le dio a su sierva. Se sintió profundamente conmovida y trató de ayudar a la pobre alma mediante todos los sufragios que estuvieron a su alcance. A menudo hacía el relato de esta aparición y la utilizaba para exhortar a sus hijas espirituales a tener el mayor celo por la Santa Comunión.





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